“Mar adentro”, una sentimental apología de la eutanasia

Tras el éxito nacional e internacional de Tesis, Abre los ojos y Los otros, en Mar adentro el cineasta español Alejandro Amenábar recrea en tono hagiográfico la recta final del tetrapléjico gallego Ramón Sampedro, que se quitó la vida en 1998 después de defender ante los tribunales durante años su supuesto derecho a morir. La discutida película fue presentada en el reciente Festival de Venecia y pretende reavivar en España el debate sobre la eutanasia

Jerónimo José Martín,
25/08/04 www.aceprensa.com

Un buen trabajo del director

        Nacido en Xuño (A Coruña) en 1943, Ramón Sampedro viajó de joven por todo el mundo como marinero hasta que a los 26 años quedó tetrapléjico por un accidente en la playa. Paralizado de cuello para abajo, desde entonces fue cuidado por su hermano y su familia. Sampedro permaneció casi siempre postrado en la cama, frente a dos ventanas, pues, a diferencia de otros tetrapléjicos, se negaba a utilizar la silla de ruedas y a salir de su cuarto.
Así pasó 29 años, leyendo, escuchando música, escribiendo, hablando con mucha gente y luchando sin éxito para que el Estado le autorizara a suicidarse, pues consideraba su vida indigna de ser vivida. Y, finalmente, el 12 de enero de 1998, se suicidó en connivencia con diversos familiares y amigos que nunca fueron inculpados, pues él mismo elaboró un sofisticado plan para protegerlos.

        Lo primero que impresiona de la película es la soberbia dirección de actores realizada por Alejandro Amenábar. Rodadas en orden cronológico, casi todas las interpretaciones son excelentes. Quizá la de Javier Bardem sorprende menos que la de Belén Rueda –magnífica en su complejo personaje– o que las de Lola Dueñas y Mabel Rivera, que encarnan a los personajes más auténticos de la película.

        Por otra parte, Amenábar apela también a las emociones del espectador a través de una puesta en escena muy esmerada, en su mayor parte naturalista, aunque con varios insertos oníricos, algunos muy impactantes. En unos y otros pasajes, la planificación panorámica y el montaje resultan siempre sustanciales, y se refuerzan con la bella fotografía de Javier Aguirresarobe y con la sugerente música del propio Amenábar, siempre eficaz aunque a ratos demasiado enfática. Elogio aparte merecen el precioso tema celta de los créditos finales –en cuya composición ha colaborado Carlos Núñez–, así como el antológico maquillaje de Jo Allen, que aquí modifica totalmente los rasgos de Javier Bardem.

Al servicio de una apología descarada

Trampa y cartón
        Esta apabullante demostración audiovisual se asienta en un guión brillante, emotivo y hasta divertido en su descripción de las relaciones familiares y de amistad de Sampedro, pero muy ideológico y a veces descaradamente sentimental en su apología de la eutanasia y el suicidio. En este punto, los pasajes más toscos son la comparecencia de Sampedro ante los tribunales –con jueces dibujados con rasgos tétricos– y la visita a Sampedro de un jesuita tetrapléjico como él, históricamente falsa y desarrollada con un tono tan caricaturesco y cruel que desvela su sectario planteamiento anticatólico.

        En realidad, la película defiende un concepto de libertad entendida como una autonomía personal casi sin límites, ni morales ni legales, sólo controlada por la propia conciencia. Lo ha sintetizado muy bien el propio Javier Bardem al definir la película: “Es la historia de una persona cuyo único Dios es su conciencia, lo que hace al hombre más libre y más humano”. Pero lo mismo podría decirse de un kamikaze o del seguidor de un secta que se suicida para alcanzar lo que considera mejor vida en el más allá. Pues la convicción más profunda puede ser compatible con la falta de autocrítica.

Corto de miras Amor y sufrimiento
        En este punto concreto del sentido del amor y el sufrimiento se aprecia claramente la debilidad de la antropología y de la moral que sustentan la decisión de Sampedro, defendida por la película. Tal y como se describe en el filme, él partía de un concepto de la felicidad más bien materialista e individualista, que cuando choca con la limitación física resulta incapaz de dar sentido a la vida y al amor, pues ambos estarán siempre marcados por el sufrimiento. Sin embargo, este planteamiento es desmentido día a día por miles de personas en todo el mundo, totalmente dependientes de otras y muy limitadas físicamente, pero que no han perdido la alegría de vivir y luchar, ni la capacidad de trabajo, ni el sentido solidario, enriquecedor y hasta santificador de su propio dolor.
El colectivo no está de acuerdo

Tierra adentro, un hospital en Toledo
        Cuando Ramón Sampedro se quitó la vida en 1998, las asociaciones de Lesionados Medulares y Grandes Minusválidos publicaron un comunicado en el que lamentaban el fallecimiento de esta persona. A la vez que manifestaban su respeto por las convicciones de Sampedro, aclaraban que “la gran mayoría de los discapacitados no sólo no las comparten, sino que muestran una actitud totalmente contraria a su pensamiento”. La suya era una actitud “a favor de la vida y de la normalización socio-familiar de nuestro colectivo”.

        Para hacerse una idea de las aspiraciones de estas personas y de su actitud ante la vida, basta visitar la web del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, que desde 1974 es el centro de referencia para el tratamiento y rehabilitación de las lesiones medulares espinales.

        El mapa del web (www.infomedula.org) recoge un amplio abanico de preocupaciones y recursos: desde la información acerca de las lesiones medulares y las actividades científicas sobre su tratamiento hasta los avances tecnológicos como el “ratón facial” para el manejo del ordenador; las distintas secciones informan sobre vivienda (legislación sobre vivienda adaptada, ventajas fiscales,...), trabajo (recursos de empleo en la red, teletrabajo, ayudas...), oferta de ocio, posibilidades de formación, deportes practicables (desde el atletismo al baloncesto), asociaciones, y hasta cómo obtener el carnet de conducir: en el hospital se pueden recibir clases teóricas y prácticas con un “simulador de conducción” que mide aptitudes de fuerza y tiempos de reacción mínimos necesarios para la conducción adaptada. No, no hay ningún apartado de “muerte digna”. Es una web que respira vida.