Testimonio de Pedro Sarubbi, que interpretó a Barrabás en la película de Mel Gibson.
"Me convertí rodando La Pasión de Cristo"
La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, no sólo ha impactado a los espectadores que vieron la película en todo el mundo –hace pocos días, se dio a conocer la noticia de que el actor y director australiano visitó en Fátima a Sor Lucía, recientemente fallecida, y dispuso para ella y sus hermanas carmelitas una proyección privada de la película; también ha calado hondo en aquellos que participaron, de una u otra manera, en su rodaje. Ofrecemos el testimonio, publicado por Avvenire, del actor Pedro Sarubbi, que interpretó en el film el personaje de Barrabás.
Angela Calvini
 

        Al actor Pedro Sarubbi todos le recordamos como el feroz y dramático Barrabás de la película "La Pasión de Cristo", de Mel Gibson. A sus cuarenta y tres años, lleva treinta de carrera en el teatro –ha trabajado con los grandes, como Grotowski y Cantor–, en el cine –"La mandolina del capitán Corelli"– y en la televisión. Desde febrero dirige el Máster de recitación televisiva y teatral para actores profesionales en la Escuela Paolo Grassi, de Milán. Aunque ha recorrido todo el mundo, a él lo que le gusta es vivir en su granja a las afueras de Milán, con su mujer, sus cuatro hijos y la multitud de animales que poseen.

¿Cómo fueron esas pocas secuencias que rodó durante la grabación de La Pasión de Cristo?

        Fue una experiencia no sólo profesional, sino, sobre todo, humana. No me avergüenzo de decir que, durante el rodaje, me convertí. Todos los actores que participamos en la película cambiamos un poco después de esa experiencia, pero yo he aprendido mucho más del film que en cualquier conferencia.

¿Pero usted era creyente antes?

        Mi búsqueda espiritual comenzó hace muchos años, y me llevó a recorrer todo el mundo. He realizado una larga búsqueda antropológica, como hombre y actor. He sido instruido en las artes marciales del monasterio de Shaolín; permanecí en un monasterio tibetano durante seis meses, con voto de silencio; he practicado la meditación en la India; y he vivido en la Amazonia. La meta final de esta búsqueda la he alcanzado con Jesús.

¿Es verdad que Mel Gibson quería dar al set de rodaje una dimensión espiritual?

        Yo quería hacer de san Pedro, pero Gibson había elegido a los actores basándose en su parecido con los personajes retratados en los cuadros de Caravaggio y otros pintores. Ya como Barrabás, Gibson me dijo que evitara mirar a Jim Caviezel –que encarnaba a Jesucristo– hasta la misma escena en que debíamos aparecer juntos. "Barrabás es como un perro feroz –me decía–, pero hay una ocasión en que se vuelve un cachorrillo: es al encontrarse con el Hijo de Dios cuando se salva. Quiero que tu mirada sea la de aquel que ve por primera vez a Jesús". Hice como él me había dicho, y cuando nuestros ojos se cruzaron sentí una especie de corriente; era como si mirase de verdad a Jesús. Nunca me había pasado una cosa parecida en todos mis años de carrera.

¿Cómo ha cambiado su vida desde entonces?

        Hago todo lo posible por que esos ojos sigan siendo importantes para mí. Mi familia es lo primero de todo; y también hago de payaso para niños huérfanos. Por otro lado, está mi trabajo: enseño a manejarse en público a ejecutivos, enseño en varias escuelas para actores… Utilizo lo que llamo el método del guerrero, el sacerdote y el clown: en la vida hay que ser fuerte y honesto, espiritual y bromista. Un hombre armónico y justo es también un actor justo.