IX ESTACIÓN
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

        V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
        R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

        Cristo se desploma de nuevo a tierra bajo el peso de la cruz. La muchedumbre que observa, está curiosa por saber si aún tendrá fuerza para levantarse.

        San Pablo escribe: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz" (Flp 2, 6-8).

        La tercera caída parece manifestar precisamente esto: El despojo, la kénosis del Hijo de Dios, la humillación bajo la cruz: Jesús había dicho a los discípulos que había venido no para ser servido, sino para servir (cf. Mt 20, 28). En el Cenáculo, inclinándose en tierra y lavándoles los pies, parece como si hubiera querido habituarlos a esta humillación suya. Cayendo a tierra por tercera vez en el camino de la cruz, de nuevo proclama a gritos su misterio. ¡Escuchemos su voz! Este condenado, en tierra, bajo el peso de la cruz, ya en las cercanías del lugar del suplicio, nos dice: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6). "El que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12).

        Que no nos asuste la vista de un condenado que cae a tierra extenuado bajo la cruz.

        Esta manifestación externa de la muerte, que ya se acerca, esconde en sí misma la luz de la vida.

ORACION
        Señor Jesucristo, que por tu humillación bajo la cruz has revelado al mundo el precio de su redención, concede a los hombres del tercer milenio la luz de la fe, para que reconociendo en ti al Siervo sufriente de Dios y del hombre, tengamos la valentía de seguir el mismo camino, que a través de la cruz y el despojo, lleva a la vida que no tendrá fin. A ti, Jesús, apoyo en nuestra debilidad, honor y gloria por los siglos.

        R/. Amén.

Todos: Padre nuestro...

Canto: La Madre Dolorosa estaba llorando junto a la Cruz de su Hijo crucificado.

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