La
Cruz hiende, destroza con su peso los hombros del Señor.
Las turbamulta ha ido agigantándose. Los legionarios apenas pueden
contener la encrespada, enfurecida muchedumbre que, como río
fuera de cauce, afluye por las callejuelas de Jerusalén.
El cuerpo extenuado de Jesús se tambalea ya bajo la Cruz enorme.
De su Corazón amorosísimo llega apenas un aliento de vida
a sus miembros llagados.
A derecha e izquierda, el Señor ve esa multitud que anda como
ovejas sin pastor. Podría llamarlos uno a uno, por sus nombres,
por nuestros nombres. Ahí están los que se alimentaron
en la multiplicación de los panes y de los peces, los que fueron
curados de sus dolencias, los que adoctrinó junto al lago y en
la montaña y en los pórticos del Templo.
Un dolor agudo penetra en el alma de Jesús, y el Señor
se desploma extenuado.
Tú y yo no podemos decir nada: ahora ya sabemos por qué
pesa tanto la Cruz de Jesús. Y lloramos nuestras miserias y también
la ingratitud tremenda del corazón humano. Del fondo del alma
nace un acto de contrición verdadera, que nos saca de la postración
del pecado. Jesús ha caído para que nosotros nos levantemos:
una vez y siempre.
V/. Te adoramos ¡oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
1.
¿Triste?... ¿Porque has caído
en esa pequeña batalla?
¡No! ¡Alegre! Porque
en la próxima, con la gracia de Dios y con tu humillación
de ahora, ¡vencerás!
2.
Mientras hay lucha, lucha ascética, hay vida
interior. Eso es lo que nos pide el Señor: la voluntad
de querer amarle con obras, en las cosas pequeñas de
cada día.
Si has vencido en lo pequeño,
vencerás en lo grande.
3.
Este hombre se muere. Ya no hay nada que hacer...
Fue hace años, en un hospital
de Madrid.
Después de confesarse,
cuando el sacerdote le daba a besar su crucifijo, aquel gitano
decía a gritos, sin que lograsen hacerle callar:
¡Con esta boca mía
podrida no puedo besar al Señor!
Pero, ¡si le vas
a dar un abrazo y un beso muy fuerte en seguida, en el Cielo!
...¿Has visto una manera
más hermosamente tremenda de manifestar la contrición?
4.
Hablas y no te escuchan. Y si te escuchan, no te
entienden. ¡Eres un incomprendido!... De acuerdo. En cualquier
caso, para que tu cruz tenga todo el relieve de la Cruz de Cristo,
es preciso que trabajes ahora así, sin que te tengan
en cuenta. Otros te entenderán.
5.
¡Cuántos, con la soberbia y la imaginación,
se meten en unos calvarios que no son de Cristo!
La Cruz que debes llevar es divina.
No quieras llevar ninguna humana. Si alguna vez cayeras en este
lazo, rectifica enseguida: te bastará pensar que El ha
sufrido infinitamente más por amor nuestro.
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