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El Niño perdido |
¿Dónde
está Jesús? Señora: ¡el Niño!...
¿dónde está? Llora María. Por demás hemos corrido tú y yo de grupo en grupo, de caravana en caravana: no le han visto. José, tras hacer inútiles esfuerzos por no llorar, llora también... Y tú... Y yo. Yo, como soy un criadito basto, lloro a moco tendido y clamo al cielo y a la tierra..., por cuando le perdí por mi culpa y no clamé. Jesús: que nunca más te pierda... Y entonces la desgracia y el dolor nos unen, como nos unió el pecado, y salen de todo nuestro ser gemidos de profunda contrición y frases ardientes, que la pluma no puede, no debe estampar. Y, al consolarnos con el gozo de encontrar a Jesús ¡tres días de ausencia! disputando con los Maestros de Israel (Luc., II, 46), quedará muy grabada en tu alma y en la mía la obligación de dejar a los de nuestra casa por servir al Padre Celestial. |