"Mi fugaz experiencia en
el más allá"
Olga Bejano que no ve, ni habla, ni respira por sí misma, pide ayuda para vivir y cuenta cómo pudo morir y no murió.
Olga Bejano
Sociedad ABC 20.09.04
Voz de papel
Olga Bejano

Alma de color salmón
Olga Bejano

        "Entré en parada cardiaca en el box de Urgencias. Oí que alguien decía: "¡Se nos va! ¡Se nos va!". Sentí que salía de mi cuerpo. Al principio me vi perdida, no sabía bien dónde estaba, si era un sueño o estaba pasando de verdad. No sabía si estaba viva o muerta. Me puse a correr intentando buscar una salida y no la encontraba, sentí una angustia y una desesperación tal que comencé a llorar. De repente, me vi envuelta en una luz. Eran espirales de menor a mayor formando un túnel. Esa luz me atraía hacia ella como un imán. Me introduje en ese túnel. En el fondo había una persona masculina. No distinguí su cara porque estaba lejos. Llevaba una túnica blanca, con la mano me hacía gestos para que fuera hacia él y me decía: "Olga, ven". Me pregunté quién sería y por qué sabía mi nombre. Al avanzar dejé de sentir miedo... En un momento determinado fui consciente de que mi alma había abandonado su cuerpo. Para mí la muerte hasta entonces eran palabras como cementerio, ataúdes, oscuridad, bichos o miedo. Descubrí que la muerte no existe, no es otra cosa que nacer a otra vida, la muerte es luz, paz, descanso, placer, bienestar y un amor infinito que en esta vida no existe... Me sentía la mujer más feliz del planeta. Olvidé todo lo que había sufrido hasta llegar allí. Avancé y oí la voz de mi hermano Javier gritando y sollozando, desesperado: "Lucha, Olga, no te rindas. Lucha, no nos dejes". Entonces me detuve. Quería avanzar y llegar al final. Emprendí la mayor batalla de mi vida. Al final del túnel estaba el placer, el amor y el bienestar... Retroceder era volver a un cuerpo enfermo en el que seguiría sufriendo. ¿Y a quién le gusta sufrir? A mí no... Allí el tiempo es otro. No se me hizo ni largo ni corto, pero sí duro, muy duro... Según nuestro tiempo pasé cinco días en coma profundo. Cuando decidí volver desperté aquí como por arte de magia... La voz de mi hermano iba a retumbar siempre en mi interior y no iba a dejarme ser feliz. Necesito volver para decirles a todos que Dios y el más allá existen, que no tienen que llorar por mi muerte ni por la de nadie porque todo es maravilloso. Aquella forma me dijo: "La que no tiene que llorar eres tú. Has decidido volver porque pesa más en ti el amor hacia tu hermano que el miedo al dolor y al sufrimiento. Eso te honra y me siento orgulloso de ser uno de tus guías. La próxima vez que vengas no tendrás que volver. Pero antes te queda camino por andar en la vida. Vas a sufrir mucho, pero no estarás sola. Tu sufrimiento va a ser fértil, muy fértil. Y, ahora, vete".