Educar.es: "A mí me mandaba mi padre
y ahora me manda mi hijo"

José Manuel Tarrío Ocaña www.PiensaunPoco.com

Por paradójico que resulte         Qué fácil es pasar de un extremo a otro. Del calor al frío. Del cansancio a la plenitud. Del amor al odio, se dice coloquialmente, hay sólo un paso.

        Qué fácil resulta, a veces, dejarse llevar por modas de opinión: lo políticamente correcto, el desarrollo sostenible, equilibrios razonables ...

        Nos ocupa el tema de la educación de los hijos, de los alumnos. ¿Los extremos? ¿Las modas de opinión? ¿De qué va este artículo?

        Recuerdo una tutoría con un padre de un alumno de último curso de bachillerato. Mirándome fijamente un día –con ese tipo de miradas que delatan que se va a decir algo importante–:

        —"Somos la generación de los idiotas (empleó otro calificativo que no viene al caso). A mí me mandaba mi padre y ahora me manda mi hijo".

        Ese mismo día –no exagero con las casualidades– el hijo en cuestión me dijo:

        —"Mi padre se empeña en ser mi amigo. Y yo lo que necesito es un padre que esté seguro de sí mismo".

        Los extremos se tocan. Las modas de opinión nos influyen.

En ocasiones excesiva preocupación

        Puede que generaciones de niños se hayan educado en un ambiente familiar en el que los roles de cada uno estuvieran perfectamente definidos: los padres tenían autoridad y la ejercían: eran padres. Los hijos –mejor o peor– obedecían: eran hijos.

        ¿Qué ha ocurrido con esos hijos que ahora son padres? Quizás sufrieron –sin mala intención– un exceso de autoritarismo por parte de sus padres. Conclusión: yo no puedo educar de esa manera a mi hijo. Tengo que ser, a toda costa, amigo de mi hijo.

        Los extremos se tocan: del exceso equivocado de autoridad al colegueo ridículo entre padres e hijos.

        Nuestra sociedad actual es la sociedad de lo psi, de lo psicológico: "cuidado con tal actuación que puede provocar ansiedad en el niño"; "cuidado con tal forma de educar que puede provocarle depresiones al niño".

        Cuidado, cuidado, cuidado con todo.

Definamos campos y conceptos

        Las modas de opinión nos influyen: lo mejor, ser amigo de mi hijo, por si acaso.

        "A mí me mandaba mi padre y ahora me manda mi hijo".

        El espacio de papel virtual se acaba. Centremos un poco las ideas. ¿Qué significa ser padre? ¿Qué espera un hijo?

        Dediquemos próximas entregas de esta pesca particular de recetas de “Educar.es” a pensar estas cuestiones. Las preguntas planteadas en el párrafo anterior son amplias y el terreno a transitar extenso.

        ¿Ser padre, o madre, es, ante todo, ser amigos de los hijos? Empecemos por esta cuestión.

        Ese mismo alumno termina así su conversación: "Los amigos ya los elijo yo. Un padre y una madre se tienen y punto".

        Así termina el alumno. Así empezaremos nosotros en el próximo capítulo.