ÉTICA Y CLONACIÓN TERAPÉUTICA

Miguel Ángel Irigaray Soto
La ética es inseparable de la libertad         Ha saltado de nuevo a la luz pública estos días el debate sobre la clonación humana, utilizada con fines terapéuticos, es decir, para curar enfermedades. Normalmente, el debate no existe cuando faltan los aspectos éticos, pero, si los hay, entonces se produce un enfrentamiento entre quienes relegan la ética a un plano de escasa importancia (olvidando que la libertad humana implica responsabilidad) y quienes le conceden el interés que merece. En el fondo, deberíamos preguntarnos por qué existe la ética (hablo de la ética meramente natural, no la que puede postular una determinada religión). La respuesta me parece sencilla: la ética existe porque existen seres humanos libres y, por lo tanto, responsables de sus actos, para bien o para mal. Los animales, que se rigen por el instinto, no tienen ética (entre otras cosas, porque no saben discernir los conceptos de bien y de mal; por ello no pueden hacerse responsables de sus actos).
La otra opción es ser como animales         No hace falta apelar a ninguna religión para percibir la existencia natural de la ética. Otra cosa es pensar que, sin Dios, nadie parece tener el poder serio de exigir cuentas cuando se violan los postulados éticos más elementales. Lo comentó Dostoievsky, de manera un poco fuerte: "si Dios no existe, el hombre es un animal"; en efecto, se convierte en un ser que se puede saltar a conveniencia o según la moda del momento cualquier postulado ético. Ahora bien, toda persona con dos dedos de frente acepta como algo de sentido común y no religioso, que no necesita demostración, el principio de que hay que hacer el bien y evitar el mal. Cuando, en contra de este elemental principio, alguien hace el mal y evita hacer el bien, incurre en una grave responsabilidad personal. Inmanuel Kant, el filósofo que cambió la historia del pensamiento y abrió las puertas de la llamada "modernidad", dijo en su imperativo categórico que había que tratar a la persona como fin y no como medio. Lo dijo un filósofo clave para el pensamiento moderno-contemporáneo; además de él, lo han dicho también desde tiempos inmemoriales numerosas religiones (entre ellas, la cristiana), pero somos tan torpes que a un filósofo de hace 200 años le creemos (y le podemos llamar moderno), mientras que a cualquier religión la despreciamos como retrógrada. Pero lo cierto es que el ser humano tiene una dignidad tan grande que cualquiera puede comprender, aun no siendo religioso, que es un ser con derechos por la mera circunstancia de existir, de haber venido al mundo. Y si no, que le pregunten a cualquier persona si le gusta que le utilicen como cosa, que le traten como a un animal o como instrumento-medio para otros fines.
Como poco no corramos el riesgo         Aquí es donde se sitúa el problema de los embriones humanos, provengan de la unión de los gametos masculino y femenino o bien de la clonación. ¿Son o no son vidas humanas? Quienes critican como "dogma" (y dogma "religioso", según dicen) la versión de que ahí hay vida humana, incurren en el dogma contrario al afirmar tajantemente que ahí no hay vida humana. Así caen, quizás, en un dogmatismo de tipo "pagano" o "laicista". ¿Tan seguros están de su tesis? Lo cierto es que la comunidad científica internacional está dividida, pero, si está dividida es que, como mínimo, hay dudas sobre la existencia de vida en la fase embrionaria; pero, ante la duda de si ahí delante tenemos un embrión que es persona, sería más ético, más humano tomar precauciones y no destruirlo, por si acaso estamos ante "alguien" y no ante "algo" (recordemos que el embrión se destruye una vez que se le han quitado las células madre). ¿No les parece? ¿O íbamos a disparar sin saber si disparamos a un ser humano? Y todo esto, no por una razón religiosa, sino por mera precaución y respeto ante los derechos de la posible persona. Ya lo dijo Kant: hay que tratar a la persona como fin, no como medio. La instrumentalización de la persona (o de la posible persona) es algo que repugna a una humanidad decente.
Células de adulto         Por otra parte, hemos de decir que la curación de enfermedades también tiene un campo abierto, de gran futuro, en la investigación de células madre procedentes del tejido de un adulto, cuestión que no plantea problema ético alguno, tampoco para la criticada Iglesia católica. Lo confirman exitosas investigaciones recientes de la Clínica Universitaria de Pamplona, que, por ejemplo, han logrado regenerar tejido para paliar problemas del corazón. Y una vez que esto empieza, estoy seguro de que no parará, por lo que tenemos motivos para una grandísima esperanza sin que esto choque con problemas éticos; en suma, sin que choque con los derechos de la persona (o de la posible persona que, como mínimo, es el embrión humano).
Opinión personal al margen de la religión         Personalmente, atendiendo a los datos que me proporciona la biología (y dejo al margen lo que diga la religión, que en esto me importa bastante poco), no tengo ninguna duda de que el embrión es un ser humano con todas las consecuencias y que, por lo tanto, merece todos los respetos por tener todos los derechos (el primero de ellos, el derecho a la vida). En efecto, el embrión es portador de un patrimonio genético totalmente individual y propio, ya sea por unión del espermatozoide con el óvulo, ya sea por clonación (aunque en este caso, parece que tenemos un patrimonio genético copiado, pero también individual y propio de ese embrión clonado). Sólo ese dato nos hace pensar que ahí hay un individuo, que lleva en sí toda la información y la fuerza para pasar, sin saltos cualitativos, de cigoto a mórula, después a blastocisto, luego a embrión, a feto...; y más tarde será, también sin saltos cualitativos, bebé, niño, joven, adulto y anciano. ¿En qué momento de ese proceso tal individuo no era persona? ¿No es verdad que una madre está embarazada con que sólo se haya producido la unión del espermatozoide con el óvulo? ¿No es verdad que en ese caso está embarazada de un día? ¿Y se está embarazada de "algo" o de "alguien"?
Meramente usados para algo

        El problema de la clonación es doble: primero, que "fabrica" embriones (y, si el embrión, como defiendo, es persona, entonces fabrica seres humanos, olvidando que se fabrican las cosas, pero no las personas); segundo, que fabrica personas "para" utilizarlas, en el caso de la clonación terapéutica, con determinados fines, como la curación de enfermedades. Se deja a un lado así el principio kantiano, meramente humano y no por fuerza religioso, de tratar a la persona como fin y no como medio. Un postulado que olvidan muchos, también algunos científicos, al establecer un proporcionalismo de carácter pragmático y utilitarista, que valora más el sacrificio de un embrión, posible vida humana, en proporción a los beneficios prácticos (útiles) que de esa acción pueden derivarse para la humanidad.