Una aclaración sobre la humildad


Alfonso Aguiló,

www.interrogantes.net

No es un engaño

        Son muchas las personas —explicaba con gracia C.S.Lewis— que piensan que humildad equivale a mujeres bonitas tratando de creer que son feas, o personas inteligentes tratando de creer que son tontas.

        Y como consecuencia de este malentendido se pasan la vida intentando creerse algo manifiestamente absurdo y, gracias a eso, jamás logran ganar en humildad. No debe confundirse la humildad con algo tan simple y ridículo como tener una mala opinión acerca de los propios talentos. La humildad nada tiene que ver con una absurda simulación de falta de cualidades.

Inseparable de la verdad

        Se trata de un error bastante extendido, a pesar de que durante siglos se han alzando contra él muchas voces sensatas que venían a recordar cómo la humildad no puede violentar la verdad, y que la sinceridad y la humildad son dos formas de designar una realidad única. La humildad no está en exaltarse ni en infravalorarse, sino que va unida a la verdad y a la naturalidad.

        Quizá por eso, para aclarar conceptos, podemos empezar por dejar claro primero lo que no es humildad:

Lo que va mal para la humildad

        No se logra la humildad en la familia humillando a los demás (así, suele conseguirse habitualmente lo contrario).

        Ni regateando los legítimos y prudentes elogios a las buenas acciones de los hijos o del cónyuge, con la excusa de evitar que se envanezcan.

        Tampoco conviene a la humildad la continua comparación con otras personas, puesto que a una persona no le viene la justa medida por su relación con otras, sino, ante todo, por lo que de natural debiera ser.

        Ni consiste tampoco en echarse encima toneladas de basura. Porque, además, esas personas autoculpistas no suelen creerse lo que dicen. Se pasan la vida diciendo que tienen muy mala memoria, que son un desastre, que no dan una a derechas...; pero suelen decirlo de modo genérico, y no les gusta que sea otro quien lo dé a entender, y menos si se desciende a lo concreto: cuando van conduciendo, por ejemplo, la culpa casualmente será de otro conductor, el problema será del coche, o de la carretera, o de que le han distraído; o en el deporte, resultará que le han dado mal el pase, o que el balón o el terreno no estaban bien; etc.

        Tampoco es humildad esa triste y victimista actitud de quien dice "es que soy así" y se abandona a sus propios defectos sin molestarse en luchar por mejorar. Eso puede ser comodonería o inconstancia, pero nunca humildad.