Al "cáncer" de Rouco
La Razón 14.10.04
Lo que se miente, lo que se informa y lo que se calla

        Al cardenal Rouco, como todo el mundo sabe, le han extraído un riñón en una operación prevista desde hacía tiempo y que ha ido tan bien que el paciente fue dado de alta a los pocos días. Aunque las cosas podían haber sido de otro modo, era casi inevitable que derivaran hacia lo que sucedió: la magnificación de la noticia. Apenas unas horas después de la operación, algunos medios de comunicación, incluida la televisión pública, estaban diciendo que le habían extirpado un cáncer.

         Es de sobra conocido que, tras una operación de ese tipo, hace falta llevar a cabo una biopsia del tumor extraído para determinar si es o no cancerígeno. Pues bien, mucho antes que los médicos y, por supuesto, que el paciente, esos medios de comunicación ya "sabían" que era cancerígeno. Mejor dicho, no lo sabían, pero informaban como si lo supieran. Pocas veces he visto un tratamiento tan mal intencionado de una información, tan sesgado. ¿Y por qué? Pues porque a algunos les molesta mucho que el cardenal Rouco esté en Madrid y al frente de la Conferencia Episcopal, debido precisamente a la valentía con que se está enfrentando a la política anti familiar y anti vida del Gobierno. Presentarle como un moribundo es quitarle fuerza, es sembrar el desconcierto y es, deben pensar, abrir la caja de pandora de la sucesión.

         En cambio, nadie parece haberse dado cuenta de un detalle para mí muy significativo. El cardenal se ha operado en un hospital público de la Seguridad Social. Podía haber ido a una clínica privada, donde su privacidad hubiera estado blindada y entonces ni nos hubiéramos enterado de la existencia de la operación. Sin duda que en su decisión pesó la calidad de los médicos que le atendían, pero también ese empeño que ha tenido desde el primer día en ser uno más. Eso sí que hay que destacarlo y agradecerlo.