Polanco y Zapatero:
la tentación totalitaria
"Adelantos" del tiempo         Vivimos inmersos en la sociedad de la información, que ha reducido hasta límites mínimos la privacidad. Lo que antes era el espacio, la plaza pública, después llegó a ser el imperio de los medios escritos y más tarde radiofónicos, hasta conseguir un alcance importante aunque limitado. Véanse, si no, los estudios sobre la literatura divulgada en los años previos a la Revolución Francesa o el uso excepcionalmente eficaz que Goebbels imprimió a la radio en el nazismo. Pero ahora todo se ha multiplicado. La televisión es la penetración más desaforada del espacio público en la privacidad. No salimos al balcón para observar la calle, sino que ésta discurre por el interior de nuestras casas.
La política de contarlo         Hoy ya no se conocen grandes maestros del pensamiento, creadores de formidables corrientes de opinión, no porque no haya mentes extraordinarias, sino porque su papel ha sido suplido por la cultura mediática. Hoy un creador de opinión es un personaje televisivo y éste puede ser cualquiera: una modelo, un futbolista, un cantante, un asiduo del programa de TELE 5 Crónicas Marcianas o del espacio de ANTENA 3 ¿Dónde estás, corazón?. Este desastre cultural tiene a su vez una fuerte vertiente política. Cada vez más, la política deja de ser la gestión de la realidad al servicio de las gentes para convertirse en un escenario virtual donde lo que importa no son los hechos, sino la capacidad para contarlos, transformarlos, deformarlos o simplemente negar su existencia a base de no hablar de ello. Tradicionalmente la izquierda, de acuerdo con su matriz marxista, ha dado una importancia especial a la lucha política por el control de la información, bien copando lugares en los medios con una línea editorial menos definida o bien simplemente favoreciendo la formación de nuevos instrumentos.
Y la política de las leyes

        La arbitrariedad que ahora está cometiendo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en el tema de las televisiones analógicas por una parte y en incurrir en la practica bananera de legislar para impedir el cumplimiento de la sentencia judicial que obliga a segregar de la SER las emisoras de la antigua Antena 3, constituyen un caso flagrante de voluntad de control social a base de primar fuera de toda medida al empresario Jesús de Polanco y su grupo PRISA. Sólo Silvio Berlusconi en Italia y ahora Zapatero en España hacen leyes para evitar el cumplimiento de sentencias judiciales. Un intento de este tipo en Gran Bretaña habría ocasionado un escándalo público de proporciones cósmicas y la dimisión del primer ministro o de algún chivo expiatorio como figura interpuesta. Aquí la ley se hará y no pasa nada. Mejor dicho, pasa y mucho. Crece la tentación totalitaria revestida de formas democráticas. Nada nuevo bajo el sol.