Para
eso están |
Clarividente
y exacto el comentario de Álex Navajas (Un bocadillo de jamón).
Hace poco, estando un servidor en cierta pedanía de esta capital
-a las 2 de la madrugada-, un marginado en estado lamentable se acercó
a nosotros entre tumbos preguntando por la casa del cura. Seguramente
buscaba refugio, limosna, alimento, una palabra...
Lo
que estaba claro es que no iba a pedir delante de las cámaras
que le dieran de baja en el censo parroquial de bautizados. Yo pensé
entonces lo mismo que Navajas: por la cabeza de este desdichado ser
no pasa a estas horas el llamar a la puerta del hogar del Alcalde,
del Delegado del Gobierno, de los representantes de partidos, sindicatos
de clase o esforzados colectivos por un Estado laico, que tanto trabajan
por la profundización democrática y solidaria de nuestra
Europa del bienestar.
Tampoco
buscaba aquel hombre acabado el cálido nido nocturnal de los
líderes de los prolíficos grupos que tan atareadamente
viven de invocar a "los excluidos" en jornadas, seminarios,
ruedas de prensa y convocatorias lúdico-reivindicativas.
Iba
a "dar la noche" a un oscuro párroco de pueblo, que
seguramente tendría que estar consagrando a las ocho de la
mañana. Si el "gran mundo" fuera menos tartufo y
respetara a los pobres de alma y cuerpo la mitad de lo que los utiliza,
se tentaría las ropas antes de seguir desplegando campañas
indecentes y suicidas contra la Madre Iglesia.
Y
si el resto de la sociedad no estuviese tan embotado y fuese menos
superficial no prestaría oídos a tanto cantamañanas
subvencionado, aunque sólo fuese por que algo tendrá
esa agua cuando son los pobres los que la bendicen.
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