¿No pudo Él evitarlo? ¿O no quiso? ¿O cómo está organizado el mundo?
Nueva Orleans, si Dios no lo hizo ¿quién lo hizo?
“La naturaleza, señor Allnut, es lo que se ha puesto en este mundo para que nos elevemos sobre ella”.
(Kathryn Hepburn en La Reina de África).
Rabino Daniel Lapin www.forumlibertas.com

 

 

Un poco de sensatez

        La inmediatez del sufrimiento nos hace olvidar que los desastres vienen afligiendo a la humanidad desde los días de Noé. Como con el tsunami asiático, el desastre de Nueva Orleans provoca preguntas serias.

        Unos preguntan: “¿qué tipo de Dios permitiría que tantos inocentes muriesen así?”

        Otros presentan la situación así: “sólo hay dos opciones; o Dios es todopoderoso en cuyo caso hizo esta crueldad o bien Él no pudo impedirlo en cuyo caso está impotente y ¿quién quiere una deidad impotente?”

        En realidad, sin embargo, hay otra aproximación. Esta catastrofe ha sido horrible pero en vez de agitar un puño desafiante ante Dios, examinemos con calma como Él organizó el mundo.

        Cualquiera que piense en la historia reconocerá que sólo rara vez Dios interfiere en la naturaleza de forma conspicua. Es por eso que cuando lo hace lo llamamos un milagro. La división del Mar Rojo fue uno de esos eventos. Por lo general, Dios camufla los milagros, permitiendo que los creyentes se maravillen y los otros se quejen. Yo personalmente considero que la fundación de los EEUU es un milagro pero ya sé bien que no he de intentar presentar esta creencia durante mis conferencias en el campus universitario.

        Dios, por lo general, permite que las leyes de la naturaleza funcionen. El avión que cae del cielo nunca se salva porque aparezca una mano gigante y divina, independientemente de la piedad de los pasajeros. A veces mueren montañeros desafiando picos helados y a veces se ahoga gente que vivía en zonas inundables.

        Obviamente, eso provoca la pregunta de por qué un Dios benevolente crearía una naturaleza tan malevolente. ¿Por qué la gravedad debe obligar a caerse a los aviones cuyo motor se estropea? ¿Por qué los terremotos han de arruinar vidas y hundir edificios? ¿De verdad es necesario que el agua vaya a su punto más bajo empapándolo todo en su camino?

Inteligencia más trabajo

        La razón por la que Dios casi nunca interfiere con Sus leyes de la naturaleza y, más aún, la razón por la que Dios creó la naturaleza tan poco benigna es que Él quería que nosotros los humanos trabajásemos juntos para superar las amenazas naturales.

“Y Dios les dijo:
sed fecundos y multiplicaos,
poblad la tierra y dominadla”
(Génesis 1)

        La idea importante aquí es que la Biblia ordena a los humanos que subyuguen el mundo y lo conquisten. Eso no significa que debamos arruinar la naturaleza sino que debemos hacernos menos vulnerables a sus duras realidades.

        Resistimos a la enfermedad con medicina. Conquistamos el calor del desierto con aire acondicionado y hacemos habitables llanuras frías gracias a la calefacción.

        De forma similar, aquellos que deciden vivir en zonas bajas están moralmente obligados a hacer todo lo posible para minimizar los riesgos de inundación. Después de que una inundación ahogase más de mil holandeses en 1953, Holanda hizo su mayor proyecto de reclamación de tierras para asegurarse que no volvía a pasar. Podéis estar bien seguros de que una vez reconstruida Nueva Orleans no volverá a inundarse nunca más.

        Hay más. Al parecer, Dios está obsesionado con crear lazos. No es tan sorprendente en un Dios monoteísta, cuya primera característica es la habilidad de unificar, que cree un mundo cuyos mejores resultados vienen del crear lazos. Dejad que me explique.

        Hay unos 100 elementos químicos en el mundo. Pero muy poco de lo que necesitamos y disfrutamos en la vida se usa en su forma elemental, no enlazada. El agua que bebemos surge cuando 2 átomos de hidrógeno se unen gozosamente con un átomo de oxígeno. La madera de nuestros muebles, el plástico por todas partes, nuestras medicinas, el acero en nuestros edificios y vehículos... todos son resultado de átomos que se enlazan con otros. Incluso el óxido no es sino la consecuencia indeseable de que nosotros no hayamos impedido adecuadamente que el hierro salte a enlazarse con el oxígeno.

Todos juntos mucho mejor

        Dios creó casi todo al parecer con el deseo de que se enlazase. Incluso los humanos fuimos creados para sentir un profundo vacío que sólo enlazándonos con otro podemos curar. Dios creó al hombre y la mujer “para ser una sola carne”, como la mayor expresión de unidad.

        Después de crear a los humanos, Dios se planteó un problema: ¿cómo podía Él asegurarse de que humanos sin relación entre sí se unirían y ayudarían mutuamente? En otras palabras, ¿cómo podía Dios incentivar la comunidad y cooperación entre humanos?

        Una respuesta fue colocarlos en un mundo hermoso pero lleno de constantes amenazas. Fuegos en el bosque, terremotos, enfermedades e inundaciones son todo peligros que fuerzan a la gente asustada a cooperar unos con otros.

        Ningún individuo por sí sólo, él solo, puede descubrir la cura de una enfermedad, igual que un campesino sólo no puede desafiar un monzón. Sin embargo, cuando la gente se une, puede crear universidades para investigar medicinas. Los aldeanos pueden construir diques y canales para proteger sus casas.

        Tener seguros de daños y de propiedad es otro ejemplo de desconocidos que trabajan juntos para ayudarse mutuamente. Eso gusta tanto a Dios exactamente igual que a los padres les llena de alegría ver a sus hijos que viven juntos en amor y armonía.

        Escalando montañas, construyendo altos edificios, cruzando los mares, desafiamos la naturaleza, igual que cuando construimos ciudades en terrenos bajos entre ríos y lagos.

        A veces la cuerda se rompe, el edificio cae, el avión explota. Cuando estas cosas suceden, nuestra respuesta debería ser una determinación renovada a desarrollar mayor cuidado, compasión y colaboración entre la gente para dominar la naturaleza de forma más eficaz.

TowardTradition.org