Amistad: gimnasio del amor
Iliano Piccolo
Los cuatro amores

Como manifestar el amor
Ana Otte

El verdadero rostro del amor
Tomás Melendo

Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos
Zygmunt Bauman

        Si todo lo que expresan los cantantes en sus interpretaciones fuera cierto y reflejaran la vida del propio artista, entonces Luis Miguel sería un inconstante:

        La canción Inolvidable hace pensar en el amor eterno: En la vida hay amores que nunca, pueden olvidarse...

        Pero hace sólo unos años, este mismo cantante gritaba a todo pulmón: Te voy a olvidar... palabra de honor...

        En la vida real se ve también a muchos inconstantes en el plano amoroso, tan pronto juran te amaré por siempre, como al poco tiempo de casados aseguran, en medio de gritos y sombrerazos, ya no te aguanto, me voy.

¿Se puede todavía amar?

        Hoy es necesario preguntarse uno mismo sobre algo que debiera ser obvio: ¿qué es el amor?, ¿qué significa amar?

        Parece que hoy el único sentido del amor es el del encuentro casual, apasionado, fugaz y agradable, que ahora se vive y mañana se olvida.

        Pocos héroes aman resistiendo el embate del tiempo y de las circunstancias.

        Tal vez ni siquiera estos tienen madera de héroes, simplemente son afortunados, porque las circunstancias los favorecieron.

        ¿Qué es entonces el amor perenne? Un idealismo y una utopía para la mayoría, y una casualidad o suerte para los demás.

        Pensar así es resultado de la manipulación que sufre el hombre, quien es condicionado a amar según una mentalidad degradante y mezquina.

        El amor se ha reducido a sentimiento puro (¡muy romántico!) y a sensación agradable (¡muy cómoda!).

        La máxima expresión del amor, para algunos, es hacerlo; existen otras formas de amar pero, de acuerdo a la opinión de ciertas personas, ninguna le llega a ésta.

        Si lo anterior fuera cierto, entonces el amor de una madre, de un padre, de un hijo, de un hermano, de un amigo, serían amores de segunda categoría.

        Es un hecho, en cambio, que muchas personas han dado su vida por amor a un hijo, a un hermano o a un amigo...

        Y el dar la vida por el ser amado... ¿no es la manifestación más alta y heróica del amor humano?

        La respuesta es sí, aunque generalmente no es preciso morir por la persona amada, más bien se debe vivir para ella.

El amor de amistad

        Generalmente, la primera experiencia de ser amado se tiene como hijo, pero la primera experiencia de amar se tiene como amigo.

        En la adolescencia, los jóvenes tienen la oportunidad de descubrir la verdadera dimensión del amor a través del encuentro con el amigo.

        Es en esta etapa cuando se empieza a aprender a amar en el sentido más profundo del término.

        El niño también tiene amigos, pero su experiencia máxima es el sentimiento, el cariño, como se lo tiene a la mamá, al papá o al hermanito.

        Todavía no ha adquirido la capacidad de amar. Este es el resultado de un largo proceso, de un lento aprendizaje y de un duro entrenamiento, porque amar no es tan fácil como lo pinta la tele o las novelitas rosas.

Un buen gimnasio

        El gimnasio donde se desarrolla el amor humano es la amistad, y ésta se vuelve con el tiempo parte integrante de todo amor adulto y maduro, es como la base de las otras formas de amar.

        La amistad es tan importante que, cuando falta su experiencia, la capacidad de amar se vuelve débil e inconstante.

        El amor sin la amistad es como un castillo de arena: fácil de construir, precioso a la vista, tierno y mono, pero llega un malentendido, se presenta el momento de la verdad o de la autoexigencia desinteresada (viento y olas) y se corta la relación (se desmorona el castillo).

        —¿Qué pasó con tu amigo, por qué no has ido con él? –le preguntó un papá a su hijo adolescente.

        —¿Fulanito? Ese anda perdido con la novia, ya no nos hace caso, está inaguantable...

        Así es como se pierde una amistad, dejándose llevar por los sentimientos, las sensaciones, las euforias del momento.

        La amistad es una realidad más profunda, sus raíces no son los sentimientos, aunque estos sean importantes y estén presentes en todo tipo de amor humano, sino la inteligencia y la voluntad.

El amor es mucho más que un sentimiento

        El amor es un sentimiento, se dice con frecuencia.

        Quizá sería más correcto decir que el amor implica también un sentimiento, pero es mucho más que eso.

1. El amor es conocimiento

        La conocí hace un mes, es una chava a todo dar y pensamos casarnos en un mes más. Entre nosotros hay mucha química, nos queremos de verdad. Nada nos puede separar, nada acabará con nuestro amor.

        Muchas parejas así empiezan la aventura del matrimonio, se casan, empiezan a presentarse las primeras dificultades, las primeras sorpresas y se acaba rompiendo con la relación pocos meses o años después.

        No pensaba que él (o ella) fuera así, se excusan con frecuencia los esposos.

        Claro, no tuvieron tiempo suficiente para conocer a quien decían que amaban, se guiaron sólo por un fuerte sentimiento, una química engañosa e instintiva.

        Se ama a la persona porque se conoce como un ser digno de ser amado, porque se descubre su grandeza, su riqueza interior y porque se aprecia.

        Aquí radica la primera maravilla del amor: mientras más conozco a la persona, más y mejor la puedo amar.

        Por eso, si el amor va desapareciendo con el tiempo, es porque no se supo conocer y descubrir los valores de todo ser humano, especialmente del que antes se amaba.

2. El amor es voluntad

        El otro día, mi esposa me dejó colgado al teléfono porque andaba de mal humor. Días antes se enojó porque le pregunté cómo había chocado con el carro.

        Esto se oye con frecuencia: ¿Cómo se puede amar a una mujer tan caprichosa?

        A una persona que se ama, se le dice: te quiero.

        Querer es el acto de una capacidad profunda y espiritual, es la fuerza de la voluntad.

        Es más que un sentimiento, porque uno puede querer también a alguien hacia el cual siente antipatía, o le cae mal.

        No se trata sólo de querer porque sí (o porque siento bonito y me caes bien) se trata de querer algo para la persona amada y hacer lo que sea necesario para alcanzar ese algo.

        Como dice el refrán: "Obras son amores y no buenas razones". Aquí también, si el amor desaparece con el tiempo, es porque no se supo querer, porque se decidió dejar de buscar lo mejor para la otra persona, porque se eligieron otras metas.

        En este sentido, amar es más que un sentimiento, es luchar por alcanzar un objetivo para la persona amada, cueste lo que cueste y sienta lo que sienta.

        La amistad es una relación de entrega que la persona debe construir poco a poco y con mucho esfuerzo. No es un sentimiento casi instintivo, fácil, por el cual basta dejarse llevar, como con el impulso sexual.

Las características de la amistad

        Muchas son las características de la amistad, pero las fundamentales son estas:

        * La creatividad:
La amistad se crea con la inteligencia y la voluntad de amar, se busca realizar con todos los recursos de la naturaleza humana, especialmente con las cualidades espirituales.

        * La apertura sincera:
La amistad nace del encuentro de dos intimidades, de dos personas que se abren recíprocamente y buscan ayudarse, apoyarse una a la otra, caminar juntas, aunar esfuerzos para alcanzar metas comunes.

        * Disponibilidad:
Como todo amor, la amistad exige la disponibilidad del otro para amar y ser amado.

        * Generosidad:
No se puede construir la amistad sobre la pequeñez y mezquindad de espíritu, sobre cálculos egoístas. Ser generoso significa estar dispuesto a dar, siempre y todo, sin límites.

        * Incondicionalidad:
La única condición que puede y debe ser puesta a una relación de amistad es la dignidad de la persona humana. No se puede construir la amistad sobre el desprecio de la persona, sobre el aprovechamiento egoísta del otro... No se puede ser amigo por interés.

        La amistad es un maravilloso campo de intercambio de dos seres que buscan lo mejor uno para el otro. Es, por tanto, la clave del éxito en la relación amorosa de una pareja que quiere y busca comprometerse de por vida, que anhela realizar la máxima y más profunda aspiración del hombre: amar con todo su ser.

        Si esto se entendiera y se viviera, seguramente no existirían los fracasos que hoy enferman a la sociedad, seguramente no se pondría en tela de juicio la capacidad de amar para siempre, ni se buscaría mil y una excusas para justificar tantos atropellos al amor humano.