Sugerentes consejos de Juan Pablo II
sobre la depresión post-vacacional

Joseluís García. 26.08.0 www.PiensaUnPoco.com

Hay mucho que contar         No pensábamos reiniciar nuestra andadura hasta el mes de septiempbre. Sin embargo, los envíos de cartas de los lectores y las numerosas visitas a nuestra WEB nos ha llevado salir con algunos día de antelación. Así que desde el 20 de agosto hemos editado tres días a la semana y desde hoy comenzamos nuestra cita diaria con los lectores.

        Muchos son los temas que podrían abordarse en un verano tan denso en noticias: los históricos viajes de Juan Pablo II a Canadá, Méjico, Guatemala y Polonia; los atentados de Eta; los procesos judiciales actos parlamentarios contra Batasuna; la cumbre de la Tierra, y cómo no, el culebrón.... Ronaldo. Sin embargo, no quiero aumentar el estrés de los lectores con un elenco abrumador de noticias de alto voltaje, porque nada hay peor para el que haya vuelto de vacaciones al trabajo que someterse a grandes agobios en estos primeros días de curso.

El Papa se interesa por lo más cotidiano y trivial         Ayer mismo ABC informaba ampliamente sobre la famosa depresión post-vacacional, de la que estos días hemos hablado en nuestras líneas digitales. Por lo visto, afecta a un 35% de los españoles. Una cifra ciertamente elevada, aunque se trata de una depresión leve y de corta duración y para la que merece la pena seguir los consejos de los doctores. Lo curioso del caso es que Juan Pablo II haya hablado también sobre este asunto. Uno tiende a pensar que lo normal es que los Papas hablen de los grandes problemas mundiales que afectan a la humanidad y tiendan a olvidar las realidades más simples, sencillas y cotidianas. ¿Cómo puede estar al tanto de estas “simplezas” y máxime cuando se trata en este caso de un anciano con parkinson cuya propia supervivencia asombra hasta a sus propios fieles?
Dando toda la importancia a lo ordinario

        Pues ya se ve que Karol Wojtyla, además de tener una mente lucidísima para las grandes cuestiones, se preocupa también de los avatares caseros y hasta de la depresión que pueda afectar a los que se reincorporan al trabajo. Por esto mismo, pidió el domingo en la residencia estival pontificia de Castel Gandolfo que los fieles vivieran «de manera extraordinaria lo ordinario» e hicieran de cada día «una alabanza a Dios» ante la vuelta a la rutina tras las vacaciones.

        Comenzó constatando que «en muchos países, el mes de septiembre marca la reanudación de las actividades laborales y escolares». «Ahora es el momento de compartir las experiencias hechas en familia, con los amigos, con las comunidades y asociaciones, llevando a la vida de todos los días entusiasmo, serenidad y alegría (...) Esta es la manera de ser sal y luz de la tierra, como recordaba a los jóvenes reunidos en Toronto para la Jornada Mundial de la Juventud». El Papa aprovechó para señalar que «la santidad se logra siguiendo a Jesús, sin evadirse de la realidad y sus pruebas, sino afrontándolas con la luz y la fuerza de su Espíritu».

Amando a Dios es inmenso lo de cada día

        «Desde el punto de vista psicológico –reconoció–, el regreso a la vida ordinaria no siempre es fácil, es más, a veces puede ocasionar dificultades de readaptación a los compromisos cotidianos. Sin embargo, en la vida ordinaria Dios nos llama a alcanzar esa madurez de la vida espiritual que permite vivir precisamente de manera extraordinaria lo ordinario».

        De este modo, concluyó, la vida del cristiano puede y debe convertirse en «un humilde y gozoso canto de alabanza a Dios, para cuyos ojos un acto de amor vale más que grandiosas empresas».

        A esto se le llama “pisar tierra”. Este hombre tendrá su mirada puesta en la eternidad, pero eso no le impide seguir con pasión hasta los más pequeños sufrimientos de los hombres y animar a todos a encontrarse con Dios precisamente a través de esas circunstancias.