Un psiquiatra habla de la salud mental de los directivos

Polaino-Lorente escribe en la revista 'Empresa y Humanismo' de la Universidad de Navarra sobre el 'síndrome del quemado'

Entre el trabajo y el carácter         "Cada vez que se ha producido una fusión entre dos grandes empresas –en la última década–, la demanda de pacientes o personas que consultan al psiquiatra por este motivo se ha incrementado de forma significativa". Aquilino Polaino-Lorente, catedrático de Psicopatología, alerta de éste y de otros problemas generados por la actividad empresarial en el equilibrio psíquico de los directivos. Publicado en la revista Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra, su artículo alude al síndrome del quemado.

        En su opinión, se trata de "un trastorno adaptativo con tendencia a la cronicidad, en el que la ansiedad emergente es difícil de paliar, ya que es consecuencia de la interacción entre la situación laboral y ciertas características personales de quienes lo sufren". Con frecuencia, las personas afectadas por el síndrome experimentan "una importante transformación de su talante psicológico habitual".

        Las molestias físicas que acompañan a esta patología van desde taquicardias y diarreas hasta gastritis y dificultades respiratorias: todo un conjunto de dolencias que les lleva "en peregrinación de especialista en especialista sin resolver sus problemas".

Porque el empresario nace

Mejorar el 'management' del directivo deprimido

        El profesor Polaino-Lorente se refiere también a la depresión, así como a los prejuicios y las estereotipias que despierta en la vida cotidiana de la empresa. El especialista denuncia que es práctica habitual anular el futuro profesional y mermar sus posibilidades de promoción de un empresario víctima de un trastorno depresivo. Así, aboga por "mejorar el management del directivo deprimido, de manera que recupere cuanto antes su salud y que las decisiones empresariales que sobre él se tomen no contribuyan a hundirlo para siempre".

        Además, el autor desglosa un elenco de factores referidos a las actitudes del empresario y cuyo control consciente pueden aumentar o disminuir el riesgo de padecer trastornos psicopatológicos. Entre ellos, destaca la frecuente obstinación de algunos directivos por absolutizar su apariencia; su obsesión por estar "en el centro del huracán" o "en la cresta de la ola"; el buscar "caer bien" a todos; capacidad para tolerar las frustraciones; distinguir lo absoluto de lo relativo y vivir el poder como un servicio, entre otros.

        Por último, recalca que "el empresario nace, no se hace". El directivo suele estar dotado "de unas especiales condiciones, cuya optimización tal vez sí le quepa cumplir a las escuelas de negocios. Pero, entiéndase bien, su optimización, no su don".