Las conductas del “botellón”
son síntoma de conformismo

Almudena Ortiz www.PiensaUnPoco.com
Conformismo y mero desahogo         "Las conductas típicas del “botellón” son de tal simpleza que no dan mucho de sí como campo de investigación, por mucha literatura que se le quiera echar al tema. No son síntoma de rebeldía, sino de conformismo; no expresión de originalidad, sino de gregarismo; no son medio de diversión, sino de mero desahogo repetitivo que no comunica y que no entretiene, por lo que genera aburrimiento". Las dificultades de la adolescencia constituyen uno de los focos de atención del curso "La adolescencia y sus nuevos retos", que impartió el pedagogo de la Universidad de Navarra Gerardo Castillo. El seminario se enmarca en los cursos de verano que organiza el Instituto de Ciencias para la Familia.
Los padres responsables de hacer buenas preguntas

        El profesor Castillo dijo que el “botellón” es un ejemplo más de diversión a la que los padres "deben poner algunos límites. De no hacerlo, estarían dejando de actuar como padres en la edad y en la situación en la que sus hijos más les necesitan". En ese sentido, reconoció sentirse preocupado por los padres permisivos que "no exigen casi nada por confundir la autoridad con el autoritarismo, o por no querer complicarse la vida". Por otro lado, señaló que "la experiencia demuestra que los niños y adolescentes no son espontáneamente lo que deben ser". Por ello, rogó no caer en el "extremo utópico de la no intervención" y subrayó la importancia de "educar la voluntad de los hijos facilitando la formación de buenos hábitos".

        "Es mejor hacer buenas preguntas que abroncar los hijos" En cualquier caso, ese poso de actitudes choca a veces con algo tan propio de la adolescencia como la autoafirmación, que puede ser correcta o no, según el ponente. Si se da esta última, "los padres deben intentar que su hijo o hija reflexione para que descubra el daño que puede hacer a los demás y a sí mismo. Es mejor hacerles buenas preguntas que abroncarles".

Un ambiente de encuentro para lograr acuerdos         Sobre la familia, el profesor de la Universidad de Navarra aseguró que "ninguna otra comunidad ofrece ese entorno de amor adecuado a las necesidades de perfeccionamiento de la persona". Según él, la adolescencia consiste en "crecer y perfeccionarse" para acceder a la etapa siguiente: la adultez. No obstante, una costumbre tan rutinaria como compartir comida y cena en el hogar está en trance de extinción. El experto cree que se olvida que la casa es, sobre todo, el ámbito "en el que los miembros de la una misma familia se encuentran como personas, no simplemente como consumidores".

        Respecto al choque generacional, el autor de "El adolescente y sus retos. La aventura de hacerse mayor" (Pirámide, 2001) señaló que "no se trata de borrar las diferencias, ni de que venzan las de un bando, sino de armonizarlas, como se armonizan sonidos muy diferentes dentro de una partitura musical".