¿Qué prefieres, monín, la peonza o Disneylandia?

José Javier Ávila www.PiensaunPoco.com

Parece inexplicable         Es evidente que en estos últimos años los cambios tecnológicos se han producido a tal ritmo, que cada vez es más difícil estar al día en el manejo y conocimiento de todo lo que estos avances han puesto en nuestras manos.

        Pero no solamente estamos asistiendo a estos inimaginables cambios en nuestras vidas, sino que muchos “expertos” en psicología, educación, sociología, etc., no se cuestionan la vida de las nuevas generaciones sin estos cambios espectaculares, es más, no entienden como las generaciones de los años 70 y 80 hemos podido sobrevivir sin la ayuda imprescindible de todo lo que ahora tenemos.

        Uno echa a volar su imaginación sobre como vivimos aquellos años y efectivamente parece que hemos llegado al 2003 de milagro pues no teníamos ni cascos ni rodilleras protectoras para montar en bicicleta, y además construíamos patinetes con tablas de madera y rodamientos sin más freno que nuestras “playeras Tórtola” (¡cuantos traumas por no disponer de las carísimas zapatillas de hoy día!).

Pero no se echaba en falta

        Nuestros padres no podían llamarnos a través de los teléfonos móviles (pobrecillos no sabían la de juegos y mensajes que se pueden tener en una hora) y se contentaban con el comentario de un vecino: “he visto a tu chico y al mío, jugando al fútbol en la esquina”. Podíamos subirnos a los árboles (todavía no eran especie protegida), y si nos caíamos, íbamos orgullosos a casa para que nuestra madre nos curara la herida, al tiempo de decirnos que tuviéramos cuidado la próxima vez, pero no se la ocurría demandar al Ayuntamiento, pidiendo una suculenta cantidad por la “grave negligencia” cometida al no señalizar el peligro que supone subirse a un árbol.

        Podíamos beber agua de las mangueras, ahora en cambio tienes para elegir 20 tipos de agua mineral (con gas, sin gas, con sodio, sin cal...) para cuidar tu flora intestinal. Antes el campo no era un elemento de lujo, y podíamos ver vacas, conejos, burros..., el otro día me decía un chico de 10 años: “¿qué es un burro?”, y le dije: “no te preocupes eso es del pasado, tú céntrate en el progreso, lo importante es que sepas que es un bit.

Esclavos de lo "necesario"

        Podíamos comer de todo y no eran tan frecuentes los problemas de sobrepeso, pero ¡que atraso hemos tenido al no disponer de todo tipo de bollos industriales y “chuches” con sus edulcorantes, colorantes, estabilizantes..., que han puesto al colesterol infantil al frente de los riesgos cardiovasculares, pero no pasa nada con las actividades deportivas extraescolares se soluciona todo, después del colegio pueden dedicar 2 horas a tenis, natación, judo, fútbol, baloncesto, karate, hípica, golf... y si no es suficiente se añade 1 hora más de inglés, informática, chino..., el caso es tener ocupado al niño, que en casa está muy pesado y no están los padres para aguantar a la criatura.

        Y que decir de las Nintendos, Playstations, videojuegos de todo tipo, Internet, miles de canales de televisión, DVD, etc., hoy los jóvenes no son nadie si no disponen de estos aparatos, así que por esa misma regla de tres en nuestra época debíamos ser la generación pérdida, pues como mucho teníamos un televisor en blanco y negro (la familia que podía permitírselo), ahora si no tienes un televisor en el garaje, otro en la cocina, uno más en el cuarto de baño, en la habitación y un “megatelevisor panorámico” en la sala de estar, parece que te falta algo, y encima el niño va y te dice: “papá no se que me pasa, pero me cuesta mucho concentrarme”.

¿Cambio de valores?

        De todas formas, nosotros tan tontos no debimos ser, pues todos estos avances, innovaciones y mejoras son debidos a las personas que compartimos esa generación, y a pesar de nuestra ignorancia y palpables carencias, algo hemos hecho.

        En fin, nos faltaron muchas cosas, es verdad, pero en cambio estábamos sobrados de otras: ilusión, esperanza, responsabilidades, cariño de nuestros padres y hermanos...y sobre todo de amigos, con los que compartíamos tantas cosas, algo de lo que carecen muchos jóvenes de hoy, al sustituirlos por horas frente al televisor o al ordenador, eso si, siempre les quedará el “consuelo sucedáneo” de haber estado chateando por esas redes de Dios.

La cruda realidad

        Incluso algunos jóvenes de nuestros días, nos ganan en tener dos padres y dos madres, bueno la realidad es que dos de ellos son postizos, pero lo que importa es que el día de Reyes y el del cumpleaños, se tienen dobles regalos... y el posible hermanito es canjeado por una mascota, un viaje a Disneylandia o una moto, dependiendo del poder adquisitivo del nuevo novio de mamá.

        En nombre de esa generación perdida y abandonada, gracias a todas las madres y padres, por haber sido como fuisteis y habernos permitido que estemos hoy aquí para poder decíroslo.