PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA CARTA DE LOS DERECHOS DE LA FAMILIA PRESENTADA
POR LA SANTA SEDE 22 de octubre de 1983 www.vatican.va |
INTRODUCCIÓN La « Carta de los Derechos de la Familia » responde a un voto formulado por el Sínodo de los obispos reunidos en Roma en 1980, para estudiar el tema « El papel de la familia cristiana en el mundo contemporáneo » (cfr. Proposición 42). Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en la Exhortación Apostólica Familiaris consortio (n. 46) aprobó el voto del Sínodo e instó a la Santa Sede para que preparara una Carta de los Derechos de la Familia destinada a ser presentada a los organismos y autoridades interesadas. Es importante comprender exactamente la naturaleza y el estilo de la Carta tal como es presentada aquí. Este documento no es una exposición de teología dogmática o moral sobre el matrimonio y la familia, aunque refleja el pensamiento de la Iglesia sobre la materia. No es tampoco un código de conducta destinado a las personas o a las instituciones a las que se dirige. La Carta difiere también de una simple declaración de principios teóricos sobre la familia. Tiene más bien la finalidad de presentar a todos nuestros contemporáneos, cristianos o no, una formulación —lo más completa y ordenada posible— de los derechos fundamentales inherentes a esta sociedad natural y universal que es la familia. Los derechos enunciados en la Carta están impresos en la conciencia del ser humano y en los valores comunes de toda la humanidad. La visión cristiana está presente en esta Carta como luz de la revelación divina que esclarece la realidad natural de la familia. Esos derechos derivan en definitiva de la ley inscrita por el Creador en el corazón de todo ser humano. La sociedad está llamada a defender esos derechos contra toda violación, a respetarlos y a promoverlos en la integridad de su contenido. Los derechos que aquí se proponen han de ser tomados según el carácter específico de una « Carta ». En algunos casos, conllevan normas propiamente vinculantes en el plano jurídico; en otros casos, son expresión de postulados y de principios fundamentales para la elaboración de la legislación y desarrollo de la política familiar. En todo caso, constituyen una llamada profética en favor de la institución familiar que debe ser respetada y defendida contra toda agresión. Casi todos estos derechos han sido expresados ya en otros documentos, tanto de la Iglesia como de la comunidad internacional. La presente Carta trata de ofrecer una mejor elaboración de los mismos, definirlos con más claridad y reunirlos en una presentación orgánica, ordenada y sistemática. En el anexo se podrá encontrar la indicación de « fuentes y referencias » de los textos en que se han inspirado algunas de las formulaciones. La Carta de los Derechos de la Familia es presentada ahora por la Santa Sede, organismo central y supremo de gobierno de la Iglesia católica. El documento ha sido enriquecido por un conjunto de observaciones y análisis reunidos tras una amplia consulta a las Conferencias episcopales de toda la Iglesia, así como a expertos en la materia y que representan culturas diversas. La Carta está destinada en primer lugar a los Gobiernos. Al reafirmar, para bien de la sociedad la conciencia común de los derechos esenciales de la familia, la Carta ofrece a todos aquellos que comparten la responsabilidad del bien común un modelo y una referencia para elaborar la legislación y la política familiar, y una guía para los programas de acción. Al mismo tiempo la Santa Sede propone con confianza este documento a la atención de las Organizaciones Internacionales e intergubernamentales que, por su competencia y su acción en la defensa y promoción de los derechos del hombre, no pueden ignorar o permitir las violaciones de los derechos fundamentales de la familia. La Carta, evidentemente, se dirige también a las familias mismas: ella trata de fomentar en el seno de aquéllas la conciencia de la función y del puesto irreemplazable de la familia; desea estimular a las familias a unirse para la defensa y la promoción de sus derechos; las anima a cumplir su deber de tal manera que el papel de la familia sea más claramente comprendido y reconocido en el mundo actual. La Carta se dirige finalmente a todos, hombres y mujeres, para que se comprometan a hacer todo lo posible, a fin de asegurar que los derechos de la familia sean protegidos y que la institución familiar sea fortalecida para bien de toda la humanidad, hoy y en el futuro. La Santa Sede, al presentar esta Carta, deseada por los representantes del Episcopado mundial, dirige una llamada particular a todos los miembros y a todas las instituciones de la Iglesia, para que den un testimonio claro de sus convicciones cristianas sobre la misión irreemplazable de la familia, y procuren que familias y padres reciban el apoyo y estímulo necesarios para el cumplimiento de la tarea que Dios les ha confiado. Preámbulo Considerando
que: A.
los derechos de la persona, aunque expresados como derechos del individuo,
tienen una dimensión fundamentalmente social que halla su expresión
innata y vital en la familia; B.
la familia está fundada sobre el matrimonio, esa unión íntima de vida,
complemento entre un hombre y una mujer, que está constituida por el
vínculo indisoluble del matrimonio, libremente contraído, públicamente
afirmado, y que está abierta a la transmisión de la vida; C.
el matrimonio es la institución natural a la que está exclusivamente
confiada la misión de transmitir la vida; D.
la familia, sociedad natural, existe antes que el Estado o cualquier
otra comunidad, y posee unos derechos propios que son inalienables; E.
la familia constituye, más que una unidad jurídica, social y económica,
una comunidad de amor y de solidaridad, insustituible para la enseñanza
y transmisión de los valores culturales, éticos, sociales, espirituales
y religiosos, esenciales para el desarrollo y bienestar de sus propios
miembros y de la sociedad; F.
la familia es el lugar donde se encuentran diferentes generaciones y
donde se ayudan mutuamente a crecer en sabiduría humana y a armonizar
los derechos individuales con las demás exigencias de la vida social; G.
la familia y la sociedad, vinculadas mutuamente por lazos vitales y
orgánicos, tienen una función complementaria en la defensa y promoción
del bien de la humanidad y de cada persona; H.
la experiencia de diferentes culturas a través de la historia ha mostrado
la necesidad que tiene la sociedad de reconocer y defender la institución
de la familia; I.
la sociedad, y de modo particular el Estado y las Organizaciones Internacionales,
deben proteger la familia con medidas de carácter político, económico,
social y jurídico, que contribuyan a consolidar la unidad y la estabilidad
de la familia para que pueda cumplir su función específica; J.
los derechos, las necesidades fundamentales, el bienestar y los valores
de la familia, por más que se han ido salvaguardando progresivamente
en muchos casos, con frecuencia son ignorados y no raras veces minados
por leyes, instituciones y programas socio-económicos; K.
muchas familias se ven obligadas a vivir en situaciones de pobreza que
les impiden cumplir su propia misión con dignidad; L.
la Iglesia Católica, consciente de que el bien de la persona, de la
sociedad y de la Iglesia misma pasa por la familia, ha considerado siempre
parte de su misión proclamar a todos el plan de Dios intrínseco a la
naturaleza humana sobre el matrimonio y la familia, promover estas dos
instituciones y defenderlas de todo ataque dirigido contra ellas; M.
el Sínodo de los Obispos celebrado en 1980 recomendó explícitamente
que se preparara una Carta de los Derechos de la Familia y se enviara
a todos los interesados; la
Santa Sede, tras haber consultado a las Conferencias Episcopales, presenta
ahora esta CARTA DE LOS DERECHOS DE LA FAMILIA e
insta a los Estados, Organizaciones Internacionales y a todas las Instituciones
y personas interesadas, para que promuevan el respeto de estos derechos
y aseguren su efectivo reconocimiento y observancia. Artículo
1 Todas
las personas tienen el derecho de elegir libremente su estado de vida
y por lo tanto derecho a contraer matrimonio y establecer una familia
o a permanecer célibes. a)
Cada hombre y cada mujer, habiendo alcanzado la edad matrimonial y teniendo
la capacidad necesaria, tiene el derecho de contraer matrimonio y establecer
una familia sin discriminaciones de ningún tipo; las restricciones legales
a ejercer este derecho, sean de naturaleza permanente o temporal, pueden
ser introducidas únicamente cuando son requeridas por graves y objetivas
exigencias de la institución del matrimonio mismo y de su carácter social
y público; deben respetar, en todo caso, la dignidad y los derechos
fundamentales de la persona. b)
Todos aquellos que quieren casarse y establecer una familia tienen el
derecho de esperar de la sociedad las condiciones morales, educativas,
sociales y económicas que les permitan ejercer su derecho a contraer
matrimonio con toda madurez y responsabilidad. c)
El valor institucional del matrimonio debe ser reconocido por las autoridades
públicas; la situación de las parejas no casadas no debe ponerse al
mismo nivel que el matrimonio debidamente contraído. Artículo
2 El
matrimonio no puede ser contraído sin el libre y pleno consentimiento
de los esposos debidamente expresado. a)
Con el debido respeto por el papel tradicional que ejercen las familias
en algunas culturas guiando la decisión de sus hijos, debe ser evitada
toda presión que tienda a impedir la elección de una persona concreta
como cónyuge. b)
Los futuros esposos tienen el derecho de que se respete su libertad
religiosa. Por lo tanto, el imponer como condición previa para el matrimonio
una abjuración de la fe, o una profesión de fe que sea contraria a su
conciencia, constituye una violación de este derecho. c)
Los esposos, dentro de la natural complementariedad que existe entre
hombre y mujer, gozan de la misma dignidad y de iguales derechos respecto
al matrimonio. Artículo
3 Los
esposos tienen el derecho inalienable de fundar una familia y decidir
sobre el intervalo entre los nacimientos y el número de hijos a procrear,
teniendo en plena consideración los deberes para consigo mismos, para
con los hijos ya nacidos, la familia y la sociedad, dentro de una justa
jerarquía de valores y de acuerdo con el orden moral objetivo que excluye
el recurso a la contracepción, la esterilización y el aborto. a)
Las actividades de las autoridades públicas o de organizaciones privadas,
que tratan de limitar de algún modo la libertad de los esposos en las
decisiones acerca de sus hijos constituyen una ofensa grave a la dignidad
humana y a la justicia. b)
En las relaciones internacionales, la ayuda económica concedida para
la promoción de los pueblos no debe ser condicionada a la aceptación
de programas de contracepción, esterilización o aborto. c)
La familia tiene derecho a la asistencia de la sociedad en lo referente
a sus deberes en la procreación y educación de los hijos. Las parejas
casadas con familia numerosa tienen derecho a una ayuda adecuada y no
deben ser discriminadas. Artículo
4 La
vida humana debe ser respetada y protegida absolutamente desde el momento
de la concepción. a)
El aborto es una directa violación del derecho fundamental a la vida
del ser humano. b)
El respeto por la dignidad del ser humano excluye toda manipulación
experimental o explotación del embrión humano. c)
Todas las intervenciones sobre el patrimonio genético de la persona
humana que no están orientadas a corregir las anomalías, constituyen
una violación del derecho a la integridad física y están en contraste
con el bien de la familia. d)
Los niños, tanto antes como después del nacimiento, tienen derecho a
una especial protección y asistencia, al igual que sus madres durante
la gestación y durante un período razonable después del alumbramiento. e)
Todos los niños, nacidos dentro o fuera del matrimonio, gozan del mismo
derecho a la protección social para su desarrollo personal integral. f)
Los huérfanos y los niños privados de la asistencia de sus padres o
tutores deben gozar de una protección especial por parte de la sociedad.
En lo referente a la tutela o adopción, el Estado debe procurar una
legislación que facilite a las familias idóneas acoger a niños que tengan
necesidad de cuidado temporal o permanente y que al mismo tiempo respete
los derechos naturales de los padres. g)
Los niños minusválidos tienen derecho a encontrar en casa y en la escuela
un ambiente conveniente para su desarrollo humano. Artículo
5 Por
el hecho de haber dado la vida a sus hijos, los padres tienen el derecho
originario, primario e inalienable de educarlos; por esta razon ellos
deben ser reconocidos como los primeros y principales educadores de
sus hijos. a)
Los padres tienen el derecho de educar a sus hijos conforme a sus convicciones
morales y religiosas, teniendo presentes las tradiciones culturales
de la familia que favorecen el bien y la dignidad del hijo; ellos deben
recibir también de la sociedad la ayuda y asistencia necesarias para
realizar de modo adecuado su función educadora. b)
Los padres tienen el derecho de elegir libremente las escuelas u otros
medios necesarios para educar a sus hijos según sus conciencias. Las
autoridades públicas deben asegurar que las subvenciones estatales se
repartan de tal manera que los padres sean verdaderamente libres para
ejercer su derecho, sin tener que soportar cargas injustas. Los padres
no deben soportar, directa o indirectamente, aquellas cargas suplementarias
que impiden o limitan injustamente el ejercicio de esta libertad. c)
Los padres tienen el derecho de obtener que sus hijos no sean obligados
a seguir cursos que no están de acuerdo con sus convicciones morales
y religiosas. En particular, la educación sexual —que
es un derecho básico de los padres—
debe ser impartida bajo su atenta guía, tanto en casa como en los centros
educativos elegidos y controlados por ellos. d)
Los derechos de los padres son violados cuando el Estado impone un sistema
obligatorio de educación del que se excluye toda formación religiosa. e)
El derecho primario de los padres a educar a sus hijos debe ser tenido
en cuenta en todas las formas de colaboración entre padres, maestros
y autoridades escolares, y particularmente en las formas de participación
encaminadas a dar a los ciudadanos una voz en el funcionamiento de las
escuelas, y en la formulación y aplicación de la política educativa. f)
La familia tiene el derecho de esperar que los medios de comunicación
social sean instrumentos positivos para la construcción de la sociedad
y que fortalezcan los valores fundamentales de la familia. Al mismo
tiempo ésta tiene derecho a ser protegida adecuadamente, en particular
respecto a sus miembros más jóvenes, contra los efectos negativos y
los abusos de los medios de comunicación. Artículo
6 La
familia tiene el derecho de existir y progresar como familia. a)
Las autoridades públicas deben respetar y promover la dignidad, justa
independencia, intimidad, integridad y estabilidad de cada familia. b)
El divorcio atenta contra la institución misma del matrimonio y de la
familia. c)
El sistema de familia amplia, donde exista, debe ser tenido en estima
y ayudado en orden a cumplir su papel tradicional de solidaridad y asistencia
mutua, respetando a la vez los derechos del núcleo familiar y la dignidad
personal de cada miembro. Artículo
7 Cada
familia tiene el derecho de vivir libremente su propia vida religiosa
en el hogar, bajo la dirección de los padres, así como el derecho de
profesar públicamente su fe y propagarla, participar en los actos de
culto en público y en los programas de instrucción religiosa libremente
elegidos, sin sufrir alguna discriminación. Artículo
8 La
familia tiene el derecho de ejercer su función social y política en
la construcción de la sociedad. a)
Las familias tienen el derecho de formar asociaciones con otras familias
e instituciones, con el fin de cumplir la tarea familiar de manera apropiada
y eficaz, así como defender los derechos, fomentar el bien y representar
los intereses de la familia. b)
En el orden económico, social, jurídico y cultural, las familias y las
asociaciones familiares deben ver reconocido su propio papel en la planificación
y el desarrollo de programas que afectan a la vida familiar. Artículo
9 Las
familias tienen el derecho de poder contar con una adecuada política
familiar por parte de las autoridades públicas en el terreno jurídico,
económico, social y fiscal, sin discriminación alguna. a)
Las familias tienen el derecho a unas condiciones económicas que les
aseguren un nivel de vida apropiado a su dignidad y a su pleno desarrollo.
No se les puede impedir que adquieran y mantengan posesiones privadas
que favorezcan una vida familiar estable; y las leyes referentes a herencias
o transmisión de propiedad deben respetar las necesidades y derechos
de los miembros de la familia. b)
Las familias tienen derecho a medidas de seguridad social que tengan
presentes sus necesidades, especialmente en caso de muerte prematura
de uno o ambos padres, de abandono de uno de los cónyuges, de accidente,
enfermedad o invalidez, en caso de desempleo, o en cualquier caso en
que la familia tenga que soportar cargas extraordinarias en favor de
sus miembros por razones de ancianidad, impedimentos físicos o psíquicos,
o por la educación de los hijos. c)
Las personas ancianas tienen el derecho de encontrar dentro de su familia
o, cuando esto no sea posible, en instituciones adecuadas, un ambiente
que les facilite vivir sus últimos años de vida serenamente, ejerciendo
una actividad compatible con su edad y que les permita participar en
la vida social. d)
Los derechos y necesidades de la familia, en especial el valor de la
unidad familiar, deben tenerse en consideración en la legislación y
política penales, de modo que el detenido permanezca en contacto con
su familia y que ésta sea adecuadamente sostenida durante el período
de la detención. Artículo
10 Las
familias tienen derecho a un orden social y económico en el que la organización
del trabajo permita a sus miembros vivir juntos, y que no sea obstáculo
para la unidad, bienestar, salud y estabilidad de la familia, ofreciendo
también la posibilidad de un sano esparcimiento. a)
La remuneración por el trabajo debe ser suficiente para fundar y mantener
dignamente a la familia, sea mediante un salario adecuado, llamado «
salario familiar », sea mediante otras medidas sociales como los subsidios
familiares o la remuneración por el trabajo en casa de uno de los padres;
y debe ser tal que las madres no se vean obligadas a trabajar fuera
de casa en detrimento de la vida familiar y especialmente de la educación
de los hijos. b)
El trabajo de la madre en casa debe ser reconocido y respetado por su
valor para la familia y la sociedad. Artículo
11 La
familia tiene derecho a una vivienda decente, apta para la vida familiar,
y proporcionada al número de sus miembros, en un ambiente físicamente
sano que ofrezca los servicios básicos para la vida de la familia y
de la comunidad. Artículo
12 Las
familias de emigrantes tienen derecho a la misma protección que se da
a las otras familias. a)
Las familias de los inmigrantes tienen el derecho de ser respetadas
en su propia cultura y recibir el apoyo y la asistencia en orden a su
integración dentro de la comunidad, a cuyo bien contribuyen. b)
Los trabajadores emigrantes tienen el derecho de ver reunida su familia
lo antes posible. c)
Los refugiados tienen derecho a la asistencia de las autoridades públicas
y de las organizaciones internacionales que les facilite la reunión
de sus familias. FUENTES
Y REFERENCIAS Preámbulo A. Rerum novarum, 9; Gaudium et spes, 24. B. Pacem in terris, parte I; Gaudium et spes, 48 y 50; Familiaris consortio, 19; Codex Iuris Canonici, 1056. C. Gaudium et spes, 50; Humanae vitae, 12; Familiaris consortio, 28. D. Rerum novarum, 9 y 10; Familiaris consortio, 45. E. Familiaris consortio, 43. F. Gaudium et spes, 52; Familiaris consortio, 21. G. Gaudium et spes, 52; Familiaris consortio, 42 y 45. I. Familiaris consortio, 45. J. Familiaris consortio, 46. K. Familiaris consortio, 6 y 77. L. Familiaris consortio, 3 y 46. M. Familiaris consortio, 46. Artículo 1 Rerum novarum, 9; Pacem in terris, parte 1; Gaudium et spes, 26; Declaración universal de los Derechos Humanos, 16, 1.
Artículo 2 Gaudium et spes, 52; Codex Iuris Canonici, 1057; Declaración universal, 16, 2.
Artículo 3 Populorum progressio, 37; Gaudium et spes, 50 y 87; Humanae vitae, 10; Familiaris consortio, 30 y 46.
Artículo 4 Gaudium et spes, 51; Familiaris consortio, 26.
Artículo 5 Divini illius magistri, 27-34; Gravissimum educationis, 3; Familiaris consortio, 36; Codex Iuris Canonici, 793 y 1136.
Artículo 6 Familiaris consortio, 46.
Artículo 7 Dignitatis humanae, 5; Libertad religiosa y el Acta final de Helsinki, 4b; Convención internacional sobre los Derechos civiles y políticos, 18. Artículo 8 Familiaris consortio, 44 y 48.
Artículo 9 Laborem exercens, 10 y 19; Familiaris consortio, 45; Declaración universal, 16, 3 y 22; Convención internacional sobre los Derechos económicos, sociales y culturales, 10, 1.
Artículo 10 Laborem exercens, 19; Familiaris consortio, 77; Declaración universal, 23, 3.
Artículo 11 Apostolicam actuositatem, 8; Familiaris consortio, 81; Convención internacional sobre los Derechos económicos, sociales y culturales, 11, 1. Artículo 12 Familiaris consortio, 77; Carta social europea, 19. |