Educación de la libertad ( III )

Federico Gómez Pardo www.PiensaUnPoco.com

Ámbitos de libertad

        Para que los adolescentes continúen ejercitándose en una vida libre, conviene que tomen sus propias decisiones en todo aquello que les afecta. Así, en lo que hace referencia a las normas de convivencia en el hogar. No solo hay que razonarlas siempre, sino que en la medida de lo posible conviene consensuarlas. Como por ejemplo el horario o los programas de televisión, los planes de vacaciones o los fines de semana etc.

        Pero aún es mas importante el que puedan decidir en lo que hace referencia a su futuro profesional. Es un error de muchos padres decidir ellos si sus hijos deben hacer Bachillerato o Ciclos Formativos al terminar la ESO. Su misión –también la de los profesores– es aconsejar según capacidades, aficiones y circunstancias. Pero son ellos los que deben elegir y apechugar con las consecuencias de sus decisiones libres. También en otros aspectos importantes de su vida o de su futuro. Como en la elección del colegio. En Secundaria no obligatoria, por supuesto. Si el hijo no quiere seguir unos estudios o no ir a un determinado colegio, en su fuero interno no se sentirá responsable si saca malas notas, u obligado a seguir la normativa de la convivencia de ese centro, con los correspondientes problemas de disciplina que ello conllevará.

Libertad y obediencia no son opuestos

        Tampoco se les puede obligar a ir a misa, a confesarse, o a seguir determinadas prácticas de piedad. Pero si se les pude animar y razonar su conveniencia, y por supuesto vivir todas estas manifestaciones de vida de fe con toda naturalidad en el ámbito familiar. Es totalmente contraproducente, por bien intencionado que esté, el condicionar determinados premios a que “funcionen bien espiritualmente”, o el coaccionarles afectivamente en el mismo sentido.

        Otra forma de ejercer la libertad, que quizá cueste más que entiendan los adolescentes, –y también algunos mayores–, es obedeciendo. Obedecer voluntariamente porque se tiene motivos para ello, no solo no es una limitación a su libertad sino un ejemplo de ejercicio real de la misma. Al menos tanto como no querer hacerlo. Y posiblemente ayude a ser más libre, en cuanto que elegir bien en lo que cuesta, o en contra de lo que apetece, potencia la fuerza de voluntad y no pocas veces ayuda a descubrir la verdad.

Cuesta entender

        Hay otras cosas que les cuestan entender y sobre las que conviene hacerles reflexionar aprovechando lo sensibles que son respecto a “su” libertad. Así, por ejemplo, que no confundan libertad con autonomía. Que tomen conciencia de que ésta nunca es absoluta o no condicionada. Y que no existe la libertad de no asumir las consecuencias que deriven de sus actos libres. Si quieren jugar al fútbol no pueden no seguir el reglamento de este deporte. Y si no lo siguen se les sanciona. Han de tener muy claro que no puede haber libertad sin responsabilidad. Por ello la educación de la libertad ha de ir pareja con la educación de la responsabilidad. No es fácil en estos tiempos que corren. Tampoco es imposible. Basta con entenderla bien, amarla y luchar por ser libre uno mismo.