Comportamiento: civismo y solidaridad
Victoria Cardona. Educadora Familiar
Aunque contracorriente

        Educar a los hijos en los buenos modales y en la urbanidad es colaborar en enseñar a vivir el respeto y en pensar en la vida de los demás. Y así también, tanto en el hogar como en sociedad, contribuyen a hacer la vida agradable y a crear un clima cálido y afectuoso.

        Se destaca como un mal de nuestros tiempo el individualismo y la propia realización personal, dos hitos para conseguir la felicidad, y no es demasiado lejana la frase: "yo hago siempre lo que me da la gana" para demostrar que se ha llegado a la máxima aspiración. También se puede ridiculizar a la persona que sabe respetar, diciendo de ella que es una reprimida, cuando sabe callar para no importunar a los de su alrededor. La dignidad de la persona está, más bien, en vivir para los demás, aunque esto degenerara en una cierta pérdida de valoración que quedaría compensada por el gozo profundo de saber amar. Es uno mismo quien debe evaluarse y tener una jerarquía de valores, que le indiquen qué camino escoge.

La mejor enseñanza

        Acostumbrar a las criaturas a estar por los detalles pequeños para hacer la vida más placentera a los demás es enseñarles a convivir en paz. No es necesario tener demasiadas normas de urbanidad escritas en un libro, sino que padres y madres tienen que dar testimonio. En este tema del comportamiento, sí que queda grabada la imagen que se da en casa.

        Hace poco, mientras esperaba mi turno para comprar en una tienda, un pequeño de tres años reclamaba a su madre la golosina que le había comprado. Ella, serenamente, le contestó: "por favor", y el niño lo repitió y recibió la golosina, también con el recordatorio de dar las gracias y tirar el papel de envolver en la papelera.

        Otro día, yendo en autobús, subió un anciano, haciendo un gesto de contrariedad puesto que todos los asientos estaban ocupados. De la parte de detrás se levantó una niña de unos 12 años y, con una sonrisa, sentó materialmente al hombre en el asiento que ella ocupaba.

        Andando por la calle de mi barrio vi la siguiente escena: una chica muy bien arreglada estaba sentada en un banco de la calle, dando conversación a un mendigo, de aquellos que van recogiendo con un carrito todas los desechos aprovechables que encuentran.

        Tres ejemplos vividos a los que podríamos, cada uno de nosotros, añadir otros; cosas pequeñas de la vida diaria que ayudan a vivir el civismo y la solidaridad.

Los de verdad responsables

        En una entrevista a Núria Gispert, Presidenta de Cáritas, se le preguntaba sobre el civismo. Una de las respuestas que daba haciendo referencia a los medios de comunicación, decía que "eran responsables del lenguaje pobre de los niños, que repiten lo que aprenden a la televisión". ¿Estamos atentos en la familia de tener cuidado de las palabras que utilizamos y de qué programas ven nuestros hijos?

        El comisario de la Exposición "Buenas prácticas urbanas" del Foro 2004, Nicholas You, en una reciente entrevista publicada, explicaba la iniciativa de la ciudad de San Andrés (Brasil): "La ciudad decidió convocar a los jóvenes 'grafistas', organizando concursos, y a los ganadores se les hacen encargos oficiales. La ciudad se aprovecha de su arte y a la vez canaliza sus intereses en formación, diseño, oficios...".

        Para concluir: ¿somos realmente transmisores de valores que animan al buen comportamiento en el ámbito familiar y en el ámbito social? Dejamos escritos unos cuántos puntos para reflexionar como vivimos estos puntos, pensando en la educación, en "el saber estar" de los chiquillos y jóvenes.

En concreto
  • Promover el buen gusto y la sensibilidad por las cosas bonitas.

  • Evitar ver programas de televisión de violencia, de tele basura o de lenguaje grosero.

  • Moderación en las comidas, procurar conversar en la mesa escuchando las opiniones de los demás.

  • Aspecto personal agradable, sin estar a la última moda, pero pulcro.

  • Canalizar la rebelión de los adolescentes, procurando lugares de tiempo de ocio adecuados.

  • Puntualidad para no hacer perder el tiempo a quienes nos estan esperando.

  • Escuchar música con el tono adecuado.

  • Civismo en la calle: hacer servir contenedores, papeleras, no ensuciar.

  • Deferencias con las personas mayores, inmigrantes, etc.

        Cada cual tiene a su alcance muchas otras prioridades, estas son las mínimas para convivir con cortesía y respeto.