López Trujillo, un diez
Santiago MARTÍN
LA RAZÓN
 


El imprevisto contratiempo

        No se lo esperaban. Creyeron que lo de la ley del matrimonio gay les iba a reportar sólo beneficios y que no tendrían que pagar coste alguno. Me refiero al Gobierno, naturalmente. En su calculada estrategia electoral, que consiste en ir sumando lealtades inquebrantables aun a costa del perjuicio general –el caso de la regularización de inmigrantes, tal y como se esta haciendo ahora, es un ejemplo más, que puede tener consecuencias muy dañinas a corto y largo plazo–, pensaron que con una ley como ésta tendrían para siempre al "lobby" rosa de su parte.

        Y, como digo, gratis, porque desprecian a los votantes católicos del PP y consideran totalmente cautivos y rendidos al interés del partido a los votantes católicos del PSOE. Pero no va a ser así. La operación va a tener un costo social y político muchísimo más elevado de lo que ellos habían calculado. La cuestión de la objeción de conciencia les está quemando las manos como una patata caliente. Si insisten en la tesis que plantearon hace una semana -los funcionarios que no casen a los gays perderán su trabajo e irán a la cárcel-, quedan ante la opinión pública como unos dictadores; el rictus sonriente del presidente se convierte en una mueca amenazante que deja ver su verdadero rostro. En cambio, si admiten la objeción de conciencia, será un triunfo para la sociedad civil –y para el PP, si son lo suficientemente listos como para plantear la cuestión en el Senado– pero molestará muchísimo al "lobby" al que buscaban contentar.

El Cardenal

        Pero, en justicia, hay que decir algo más. Si estamos así, si por fin el Gobierno ha quedado desenmascarado y se ve aflorar en él abiertamente las huellas de la dictadura del relativismo, es gracias al cardenal López Trujillo. Lo de la objeción de conciencia se nos podía y debía haber ocurrido a nosotros. Pero fue él, primero en aquella entrevista al "Corriere" italiano y luego con artículos muy bien trabados y con entrevistas valientes, el que está impidiendo que el tema se enfríe y muera.

        Ante una ley inicua, que es un oprobio para España a nivel internacional, el presidente del Pontificio Consejo para la Familia, está rindiendo un servicio inestimable a nuestra patria. Si el derecho a la objeción de conciencia triunfa, se lo deberemos a él. Que Dios se lo pague.