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Nos planteamos la comunicación, y máxime en la actual cultura mediática, como el cauce más idóneo para lograr el fin que pretenden estos Encuentros, que es una movilización universal en apoyo de la familia a la luz de la doctrina de la Iglesia. El Encuentro con Benedicto XVI es el momento cumbre de esta movilización, pero estos meses previos sirven para preparar, aglutinar, fortalecer y extender tantas iniciativas cristianas en favor de la familia: su contacto con nosotros les enriquece, e intentamos que enriquezca a todos. Concebimos la comunicación como una tarea interactiva, que es la propia de la sociedad de la comunicación: nosotros informamos, pero también recibimos información. Un flujo recíproco, constante, en favor de la familia. San Pablo se dirigió al areópago de Atenas, porque allí se generaba la opinión pública y la posterior toma de decisiones: ahora la Iglesia es muy consciente que el primer areópago son los medios de comunicación.
Me obliga a sintetizar mi trabajo, y el de muchas personas, durante mucho tiempo. Acepto de buena gana su pregunta. Pienso que el mayor reto informativo es que cada medio integre las enseñanzas del Papa sobre la familia, sin reduccionismos ni prejuicios, en las características específicas del medio y del público a quien se dirige. El pluralismo cultural, lingüístico o de razas no ha de ser obstáculo para transmitir el mensaje de Benedicto XVI. Integrar, en definitiva, el mensaje y el medio. Es un reto para el Gabinete de Comunicación que dirijo y para cada medio de comunicación.
Es cierto que ofrece un mosaico variado, pero es que no nos planteamos la diversidad y la cantidad como una dificultad para nuestro trabajo, sino como ocasiones múltiples de que los efectos de un Encuentro como éste lleguen por cauces diversos a toda la humanidad, absolutamente a toda la humanidad, es decir, no sólo a los católicos ni siquiera a los cristianos. La familia cristiana es un tesoro, con probada experiencia de veinte siglos, que llena de felicidad a los millones de personas que la viven.
La familia ha sido, es y será la gran solución de la sociedad. Apostar por la familia es apostar por la capacidad de amar, por los hijos, por los derechos humanos. Es una institución que debe tener vida propia, porque es el eje de la sociedad, y las autoridades deben apoyarla. Podríamos hablar mucho tiempo sobre las causas de la escasa protección de la familia, tanto en España como en muchos países, pero no me apunto al victimismo: la familia ha de lograr la fortaleza por sí misma básicamente. La comunicación de este Encuentro va dirigida a difundir los valores de la familia cristiana: no va contra nada ni contra nadie. La familia cristiana exige ser respetada, en el fondo y en forma: a veces, la ironía o el silencio son altavoces de una intolerancia laicista. La Iglesia tiene el derecho y el deber de proclamar su mensaje, que es una «oferta», nunca una imposición.
La página web del Encuentro (www.emf2006.org), en siete idiomas, es el cauce de información y de comunicación interactiva por excelencia. ¡Es nuestra gran aliada para la organización y la comunicación del Encuentro! Además, a través de la Agencia Valenciana de Noticias (AVAN) del Arzobispado de Valencia, informamos a los medios de los aspectos más importantes. Y antes y durante el Encuentro, deseo en la medida de lo posible facilitar el trabajo a cada medio según sus preferencias, con entrevistas personales o en grupos, y por supuesto en ruedas de prensa. La entidad de cada medio se merece una atención proporcional, y como periodista con experiencia en diversos medios estoy configurando un Gabinete que pueda responder con prontitud y adecuadamente a lo que cada medio vaya demandando.
No se me escapa que es una gran responsabilidad, aunque permítame esta broma hablando de un acontecimiento de tanta trascendencia¡sobre todo es responsabilidad de quienes me han elegido! Para cualquier periodista es una satisfacción afrontar un reto de estas características, con la premisa de que yo no he buscado la designación más bien la he «evitado», sino que hay una gran confianza en mi trabajo. Es muy conocida mi trayectoria profesional y humana, mis relaciones con colegas, mis convicciones, mi personalidad, mi estilo para crear un trabajo en equipo: lógicamente, mi profesionalidad me lleva a intentar detectar las claves de este acontecimiento, a sintonizar, porque en otro caso sería imposible lograr una adecuada comunicación.
En líneas generales, sí existe, en mi opinión, esa responsabilidad en los medios. El gran drama de nuestro tiempo es, a todas luces, la fractura entre cultura y fe. La fe forma parte de la cultura, y no se puede relegar al ámbito privado. Un periodista narra la realidad, lo que es «noticia»: cientos de millones de católicos practicantes se merecen una mayor y mejor información de lo que intentan vivir. Y para toda persona, la fe ofrece un rico y apasionante contenido. Un Encuentro de estas características es, también, una ocasión de reflexión profesional para los medios de comunicación, que no sólo reflejan la realidad sino que deben aspirar a configurar una opinión pública más «humana»: la religión es, en el fondo, lo más humano. | |
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