Un matrimonio feliz y para siempre IV
Tomás Melendo
Esposa y trabajo
IV. Consejos a los maridos

        "Oficio es el del marido que ocupa todo el día", subrayó con acierto Bennet. No obstante, hay maridos que parecen prestar más atención al coche o al ordenador que a su mujer (y a sus hijos y a su hogar, creando el oportuno e imprescindible ambiente de familia). Cuántas veces el empeño por mejorar la posición profesional o económica resulta infinitamente superior al desplegado para mantener pujante e incrementar el amor hacia la esposa… y cuántas se comprueba que tal actitud no solo mina en sus raíces la armonía y la felicidad conyugal, sino el mismo rendimiento en el trabajo.

        Gradualmente, al menos en determinados países, se está llegando a un pleno reconocimiento de la igual dignidad de la mujer y de sus derechos y a una mayor conciencia de la importancia de su función en la sociedad. Ya no sorprende que las mujeres trabajen también fuera de casa o que ocupen puestos de gran responsabilidad. Este tipo de mujer por lo común es apreciada, escuchada, bien pagada y goza de períodos de descanso remunerado. Todo eso parece desvanecerse el día en que se casa, comienza a tener hijos y, para poderse ocupar de ellos y del hogar, renuncia al menos en parte a su carrera profesional. En la vida de madre y de ama de casa pueden desaparecer como por ensalmo el tiempo libre, la estima de los demás, la paga generosa, las vacaciones, etc.

No es menos valioso

        Pero, ¿se trata ciertamente de una situación irremediable?

        Parece claro que en la atención a la casa la semana de 40 o de 35 horas no será ya posible. Pero quien se consagra por completo al trabajo del hogar, al cuidado y educación de los hijos, con toda la profesionalidad, el esfuerzo y la paciencia que llevan consigo, merece tanto o más aprecio que el reclamado por una mujer con una brillante carrera en el ámbito público.

        De ahí que el marido, además de dejar clara constancia de su sincero y agradecido reconocimiento por el trabajo de su esposa en el hogar, deberá hacerse cargo de las tareas que en esta esfera le corresponden por justicia, echando sobre sus espaldas algunas de esas ocupaciones e incrementándolas generosamente más allá de lo "en justicia debido" en los momentos especialmente críticos: cuando llegan las fiestas, durante los embarazos, antes y después del nacimiento de un hijo, etc.

        Hay días en que una mujer, por motivos que a los varones a veces se nos antojan incomprensibles o carentes de peso, se siente particularmente cansada; ¡cómo agradecerá entonces que su esposo sepa advertirlo, se lo valore y con toda naturalidad asuma en la atención del hogar incluso los asuntos que de ordinario le corresponden a ella!

 

        Y he aquí también un "decálogo" para el marido… hasta cierto punto simétrico al de las esposas:

         1. Quiere a tu mujer más que a cualquier otra, también cuando el paso de los años la vaya dejando en desventaja física -¡no en belleza, que es algo mucho más elevado y personal!- respecto a las más jóvenes.

         2. No pases demasiado tiempo con ella lamentándote del trabajo… y nunca montes una escena porque ella "no comprende su verdadera importancia"; interésate más bien por sus problemas y por los de los hijos.

         3. Escribe bien grande en tu agenda la fecha de vuestra boda, del santo y del cumpleaños de tu mujer y de los restantes aniversarios en que agradecerá detalles especiales por tu parte. Y si eres de los "ya informatizados", haz que la alarma suene bien fuerte los dos o tres días anteriores… para ir preparando el terreno.

         4. No olvides que tu madre es la suegra de tu mujer (y que una y otra, de manera no consciente ni voluntaria pero según algunos casi instintiva, pueden tender a acaparar en exclusiva tu cariño); presta atención, por tanto, a prevenir celos y a evitar una excesiva injerencia en tu familia.

         5. No tengas vergüenza de decirle que la quieres -¡sino todo lo contrario!-, aun cuando "ya lo sabe", y de demostrárselo en cosas concretas, como el interés por su salud y su trabajo, o sorprendiéndola de vez en cuando con el regalo que casi inconscientemente espera o con esa escapada no prevista que tanto le gustan.

        Tales manifestaciones de afecto, expresas y reiteradas, son imprescindibles para tu esposa… y para ti mismo, que reafirmas, consolidas y haces crecer, al concretarlo en gestos y palabras, el amor que sientes por ella.

         6. No caigas en la vil y ya trasnochada banalidad de pensar que la infidelidad masculina es menos grave que la de la mujer.

         7. Convéncete, sobre todo si tienes mentalidad empresarial, de que el negocio más importante de tu vida es tu familia: tu mujer y tus hijos. Por eso, no pienses que basta con llevar a casa el dinero necesario.

        Considera más bien de vez en cuando lo que, con una franca sonrisa, aseguraba aquel padre de familia animoso y entregado, excelente marido, profesional de prestigio, amigo generoso de numerosos amigos: "tengo tantas cosas estupendas e interesantes que hacer, que casi no me queda tiempo para dedicarme a ganar dinero".

        (De manera paradigmática, aunque irrealizable, lo encarnan los personajes principales de Vive como quieras: You can't take it with you, de Frank Capra. Y tal vez con un poco más de realismo, aunque siempre en el tono típico de las comedias, los míticos Cary Grant y Katherine Hepburn en la espléndida aunque no muy conocida Vivir para gozar: Holiday).

         8. Cuando vuelvas al hogar, empieza por cumplir tus obligaciones con tu mujer (y con tus hijos); después, si te queda tiempo, y normalmente será bueno que te quede, leerás el periódico o verás la tele.

        Y evita la mentalidad de mártir por hacer aquello que debería ser una fuente de gozo.

         9. Por amor a tu mujer y por estricta justicia no abandones tu físico y procura una cierta elegancia -en el vestido, en el porte, en el modo de hablar, en las posturas…- también cuando estés en casa. (Y no olvides que el tono humano que marques en tu hogar, el empeño para que sepan apreciar lo bello, representa uno de los elementos que, por ósmosis, más influyen en la educación de tus hijos).

         10. Encuentra el tiempo necesario para dedicarlo a tu mujer y a tus hijos, renunciando si fuera menester a intereses o comodidades personales.