Educar.es: Quien tiene un “por qué”, acaba soportando cualquier “cómo”

Josemanuel Tarrío Ocaña .www.PiensaunPoco.com

Terminología no trivial en este caso         Revitalizar la virtud del esfuerzo en la educación de los hijos. Y esto pasa necesariamente por saber responder a la siguiente pregunta: ¿por qué es bueno el esfuerzo?

        Padres y educadores debemos responder adecuadamente a esta cuestión. No pretendamos que un niño la sepa responder si no lo tenemos claro, en primer lugar, nosotros.

        Y la pregunta es ésta: ¿por qué es bueno el esfuerzo? Y no esta otra: ¿por qué tengo que esforzarme? Preguntarlo de esta manera es empezar a perder el sentido común.

"Me vale la pena"

        Cualquier niño, desde pequeñino y aunque le falten las palabras para expresarlo, sabe que se tiene que esforzar. La cuestión está en saber por qué es bueno y, por tanto, por qué es malo la falta de esfuerzo.

        Quién tiene un “por qué”, convincente y atrayente, acaba soportando cualquier “cómo”: también los niños. Si la virtud “esfuerzo” la asociamos al valor “bueno”, estamos empezando a ganar la batalla en nuestra tarea educativa.

El esfuerzo y la calidad personal

        Si tu hijo aprueba todas las asignaturas con buenas notas y le haces un regalo desmesurado, tu hijo no aprenderá que el esfuerzo sea algo bueno por sí mismo: las virtudes o los buenos hábitos no se consiguen a base de talonario.

        Si tu hijo aprueba todas las asignaturas con buenas notas y le dices que esa es su obligación y punto, tu hijo pensará que el esfuerzo es algo inútil e inhumano: vaya, que ni siquiera le has dado una palmadita en la espalda.

        El esfuerzo es bueno y no tanto por los resultados que se obtengan o por los éxitos que consigamos. También se fracasa muchas veces y uno puso todo su empeño.

Un valor siempre marca la pauta

        En una divertida comedia americana de los noventa, el protagonista le dice a la mujer que quiere y de la que está enamorado: tú haces que quiera ser mejor persona. Ella, emocionada, le responde: es el mejor piropo que me han dicho en mi vida.

        En este caso, es ese amor el motivo que mueve a ese hombre a esforzarse por ser mejor. ¿Y por qué cuento toda esta historia peliculera?: porque por aquí van los tiros. Lector, no te pierdas.

        El esfuerzo tiene esos efectos: nos hace ser mejores personas.

        Bien, pero mi niño sigue sin esforzarse: podrías decirme.

        El protagonista de la película tenía un motivo poderoso para esforzarse: conseguir el amor de esa mujer. ¿Y qué motivos les damos a los hijos para que se esfuercen? Si tienes paciencia, la semana que viene dedicaremos más reflexiones sobre este tema.