Navidad
El transcurso de los siglos ha convertido la Navidad en una fiesta imprescindible, aun en aquellas sociedades que alguien ha llamado "post-cristianas", que parecen defenderse del Mesías omitiendo toda referencia al motivo de la Fiesta con mayúsculas, la Fiesta por antonomasia.
Por mucho que no se reconozca

        El Coro de Cámara Cantiga, del que tengo la satisfacción y el honor de formar parte, ha dado estos últimos días varios conciertos navideños en Madrid, con un programa no raro, pero sí poco común. La primera parte era una selección de polifonía dedicada a la Virgen María, desde el siglo XIII hasta el XX; la segunda, el Oratorio de Navidad de Saint-Saëns. No se interpretó con orquesta, sino con órgano, circunstancia que, a mi modo de ver, le da a la obra un intimismo que invita más acusadamente a la oración, tal como me dijo un asistente al final: “Ha sonado tan bien, que me he pasado el tiempo rezando”.

        La capacidad evocadora de la música es enorme. Desde mi lugar de cantor, no me costaba nada imaginar una noche silenciosa en la Palestina del tiempo de Augusto; y allá en los confines del imperio, en un establo escondido, nacía un Niño, ¡y cambiaba la Historia del mundo aquella noche sin que apenas nadie se diese cuenta! El transcurso de los siglos ha convertido la Navidad en una fiesta imprescindible, aun en aquellas sociedades que alguien ha llamado “post-cristianas”, que parecen defenderse del Mesías omitiendo toda referencia al motivo de la Fiesta con mayúscula, la Fiesta por antonomasia.

        Solemnidades como la Navidad, en este Primer Mundo que se obstina en vivir de espaldas a Dios, ponen de manifiesto, descarnadamente, el carácter inequívocamente anticristiano de eso que se ha venido en denominar la corrección política, uno de cuyos ingredientes básicos es el multiculturalismo, entendido como la equiparación relativista de todas las culturas. Hoy, en Occidente, incluso en sociedades de cuño cultural católico como España, parece de mal gusto recordar que la Navidad existe porque se conmemora aquella primera Nochebuena en que la Historia humana cambió: se hace demasiado indigerible este recuerdo, porque ni la legislación soporta las consecuencias de aquel momento que marcó la plenitud de los tiempos.