Perfil de los jóvenes y su
sentido de compromiso
Rebeca Reynaud
Paradojas

        Tony Anatrella, psicoanalista francés, especialista en psiquiatría social, tiene un extenso estudio sobre "El mundo de los jóvenes", del que haremos un breve resumen.

        Los jóvenes de hoy son como las generaciones precedentes: capaces de ser generosos, solidarios y comprometidos con causas que los movilizan, pero tienen menos referencias sociales y sentido de pertenencia que sus predecesores.

        Anatrella se asombra de un hecho: ¡Una de las mayores paradojas de nuestra sociedad occidental consiste en hacer crecer a los niños demasiado rápido, animándolos al mismo tiempo a permanecer adolescentes el mayor tiempo posible! Se incita a los niños a tener comportamientos de adolescentes cuando aún no tienen las competencias psicológicas para asumirlos. De ese modo, desarrollan una precocidad que no es fuente de madurez, saltándose las tareas psicológicas propias de la infancia, lo que les puede perjudicar en su futura autonomía.

Y cunde el pánico

        Cuando aún no han llegado a la madurez temporal, a algunos post-adolescentes les cuesta desarrollar una conciencia histórica. No saben inserir su existencia en el tiempo –o temen de hacerlo– y por ello son incapaces de tener el sentido del compromiso en muchísimos campos. Viven con mayor facilidad en la contingencia y en la intensidad de una situación particular que en la constancia y continuidad de una vida que se elabora en el tiempo. Lo cotidiano aparece como la espera de un momento excepcional, en vez de ser el espacio en el que se teje el compromiso existencial.

        El aprendizaje del sentido del compromiso inicia con el desarrollo de una solidaridad y de proyectos en el ámbito de la comunidad. Tal aprendizaje del compromiso, entendido como entrada en la historia, puede ser estimulado por el descubrimiento y la reflexión en torno a la historia de la salvación en Jesucristo.

        El temor a comprometerse afectivamente domina la psicología juvenil, que es vacilante, incierta y escéptica en el sentido de una relación duradera. Los jóvenes piensan que permanecen libres al no comprometerse, y mientras actúan así terminan por rechazar la libertad... A algunos les cuesta aceptar la presencia continua de otro en su vida cotidiana; esto les angustia, dándoles la sensación de perder la propia libertad... A los 35 años piensan todavía que son inmaduros y que no están preparados para comprometerse, y que aún necesitan tiempo. No obstante, son individualistas, y quieren hacer su propia elección.

Otros miedos

        Los jóvenes tienen un acercamiento lúdico a la vida, con la necesidad de ir de juerga, sobre todo los fines de semana, sin saber bien por qué; pero de este modo buscan ambientes totalizantes y sensaciones que les dan la impresión de que existen.

        El psicoanalista francés observa que los jóvenes son ambivalentes porque quieren encontrar el modo tanto de entrar en la realidad como de huir de ella. El conocimiento del sentido de la ley –dice– comienza siempre por medio de la adquisición del lenguaje y de las reglas de la gramática, cosa que hoy día ya no se da. El método global o los métodos mixtos, que hoy están de moda en las escuelas, producen analfabetismo, dislexia y una visión fragmentada de la realidad.

Su psicología

        Algunos estudios muestran que, del total de la población adolescente, el 10% des los jóvenes entre 15 y 19 años presenta dificultades psicológicas (Cfr. Comité general de la Salud Pública francesa, La souffrance psychique des adolescents et des jeunes adultes, ediciones ENSP, febrero 2000).

        Nos encontramos cada vez más ante personalidades impulsivas, muy ocupadas en hacer cosas, pero que difícilmente saben cómo se debe tomar la acción y relacionarla con la reflexión. Puesto que no disponen de recursos internos y culturales, ni saben hacer funcionar la mente, se lamentan a menudo de la falta de concentración y de la dificultad de un trabajo intelectual continuo a largo plazo, demostrando así la pobreza de su interioridad. Tienen la necesidad de educar la propia voluntad que amenaza con ser inconstante y frágil.

Notables carencias         Confunden el códice personal con el social, olvidándose del sentido de la jerarquía, de la autoridad, de lo sacro y de las formas y las reglas del "cómo se debe hablar". Algunos no han aprendido las reglas de la convivencia social, comenzando por aquéllas del código vial y terminando con los ritos de la vida familiar y social. Algunos, no quiere crecer y existir como adulto.