VIDA INTERIOR

Salvador Canals, Ascética meditada, Ediciones Rialp, 1962

"Necesitamos una rica vida interior, signo cierto de amistad con Dios y condición imprescindible para cualquier labor de almas.''

San Josemaría Escrivá, 31-V-1943.


El valor incomparable de lo divino

         Santo Tomás vio ya, en su mente excelsa que todos los bienes de la naturaleza se esfuman si se comparan al menor de los bienes sobrenaturales, y expresó tal concepto, en forma metafísica, cuando dijo que: Bonum unius gratiae maius est quam boum naturae totius universi, que un solo bien de la gracia es mayor que todo el bien de toda la naturaleza. Un escritor contemporáneo, imbuido asimismo de la grandeza de este sentimiento, ha expresado el mismo concepto en forma psicológica: Dios nuestro Señor –ha dicho– se ocupa más de un corazón en el que puede reinar, que del régimen natural de todo el Universo físico y del gobierno de todos los imperios del mundo.

Depende del hombre

         Pues hoy quiero hablarte de ese Reino de Dios, donde el Señor encuentra sus delicias; de ese Reino de Dios que está dentro de nosotros, de ese Reino de Dios que es tan admirable como desconocido.

         El corazón de los hombres es como una cuna en la que Jesús vuelve a nacer; y por eso en todos los corazones que han querido recibirlo, el mismo Jesús, aunque de modos distintos, crece en edad, en sabiduría y en gracia. Jesús no es igual en todos, sino que, según son las capacidades del que lo recibe, El se manifiesta diversamente en la vida de los hombres, bien como un niño o como un adolescente en pleno desarrollo, o como un hombre maduro.

Crecer en nosotros

         Reinar, nacer y crecer en el corazón y en la vida del cristiano es el deseo de Cristo, que quiere, de ese modo, hacer de cada cristiano –de ti, de mí– alter Christus, otro Cristo. Y a esa llamada de la gracia, a esa invitación de Jesús, todos deberemos responder repitiendo las palabras del Precursor: Oportet Illum crescere, me autem minui: conviene que El crezca y que yo disminuya.

Imprescindible

         Esta transformación en Jesucristo, esta unión con Dios, que es fruto de la vida interior, abraza toda la vida entera y nos hace sentir y gustar la consoladora y tranquilizadora realidad de la parábola de la vid y los sarmientos. Ego sum vitis vos palmites: qui manet in Me, et Ego in eo, hic fert fructum multum: quia sine Me nihil potestis facere. Yo soy la vid y vosotros los sarmientos: Si alguien permanece en Mí, y Yo en él, da mucho fruto; porque sin Mí no podéis hacer nada.

Una vida divina en el hombre

         Sé sarmiento unido a la vid. Alma de profunda vida interior. No tardarás en darte cuenta de que tus pensamientos irán transformándose bajo el influjo de la sabiduría propia de la vida sobrenatural, que te llevará a pensar con las ideas de Dios y a ver el mundo y la vida con los ojos de Dios. Con esa unión de pensamiento con Jesucristo, ya no tendrás una inteligencia pagana. Te convertirás en alma de visión sobrenatural y no merecerás el reproche de Cristo: Nonne et ethnici hoc faciunt? ¿Pues acaso no hacen esto también los paganos? Tu visión del mundo, profundamente sobrenatural, dará luz y calor a tu palabra. La linfa del espíritu sobrenatural fecundará también tu vida afectiva. Comprenderás las palabras de San Pablo: Hoc enim sentite in vobis quod et in Christo Jesu, tened en vuestros corazones los mismos sentimientos de Jesucristo. Pues los sentimientos de Jesús, llenos de pureza y de comprensión, de amor por las almas y de compasión por las que se alejan de su camino, son patrimonio de quienes se han transformado en Cristo.

Para que el actuar tenga valor

         Tras esa unión de pensamiento y de sentimiento con Jesucristo, tras esa renovación de la vida intelectual y afectiva, la linfa de la vida interior penetrará en toda tu actividad exterior: tus obras, flores y frutos de tu vida interior estarán llenos de Dios y revelarán la superabundancia de tu amor por El. Sólo entonces serán verdaderamente opera plena coram Domino obras ricas ante la presencia del Señor.

Lo verdaderamente decisivo

         Tu unión con Jesús, hermano mío, ha de ser sobre todo interior. Pues tus pensamientos, tus deseos, tus afectos son la parte más delicada y más íntima de tu vida y son también la parte más generosa y preciosa de tu holocausto. Y todo este mundo interior –este manojo de espigas palpitantes de vida– es precisamente lo que el Señor pide a las almas.

         Si sólo das al Señor tus obras externas, pero le niegas o mides la parte más íntima de tu vida –tus deseos, tus afectos, tus pensamientos–, jamás serás alma interior.

Dónde está tu tesoro...

         ¿Quieres saber, amigo mío, si eres alma de vida interior? Hazte esta pregunta: ¿Dónde vivo habitualmente con mis pensamientos, con mis afectos, con mis deseos? Si tus pensamientos, tus afectos, tus deseos convergen hacia Jesucrito, es prueba cierta de que eres alma interior. Pero si tus pensamientos, tus afectos y tus deseos te llevan lejos de Dios, es signo, también cierto, de que no eres alma de vida interior. Porque no debes olvidar que ubi thesaurus vester est, ibi et cor vestrum erit, que allí donde está tu tesoro, allí está también tu corazón. Y el único tesoro de las almas de vida interior es Jesús, aquel Jesús –añaden ellas– quem vidi, quem amavi, in quem credidi, quem dilexi, al que vi, al que amé, en quien creí, y al que preferí sobre todos.

         Como ves, hermano mío, el gran campo de batalla de las almas que aspiran a una verdadera y profunda vida interior es el corazón. Las batallas de Dios se ganan y se pierden en el corazón. Por esto la guarda del corazón es norma fundamental de la vida ascética. Cuando las almas quieren y no ponen traba a la obra de Dios, El las conduce a la verdadera unión, e instaura dentro de ellas su reino, que es regnum iustitiae, amoris et pacis, reino de justicia, de amor y de paz.

Esa purificación y esa exigencia en el esfuerzo

         Si estas consideraciones han abierto tus ojos a la realidad de un reino de Dios que es totalmente interior –regnum Dei intra vos est, el reino de Dios está dentro de vosotros– ahora es necesario, amigo mío, que tus ojos se abran frente a una nueva realidad, la de que regnum coelorum vim patitur. Debes recordar que el Reino de los Cielos sufre violencia, que el camino que lleva a este reino interior, es camino de mortificación, de purificación.

         Ahora que te sientes sarmiento unido a la vid, y que deseas serlo cada día más, es necesario que vuelvas a escuchar la voz de Jesucristo: Ego sum vitis vera et Pater meus agricola est, Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. Omnem palmitem in Me non ferentem fructum, tollet eum; et omnem qui fert fructum, purgabit eum, ut fructum plus afferat. El sarmiento que no dé fruto será cortado, y el que dé fruto será podado, para que aún dé más. Para que tú des más frutos, para que tu unión con el Señor se consolide, es necesaria la poda, la purificación. No temas al cuchillo del podador: Pater meus agricola est, mi Padre es el labrador. Pues con esa poda el Señor purificará tu inteligencia y tu voluntad, tu corazón y tu memoria. No podrás adelantar un paso en la vida de unión con Dios sin dar antes necesariamente otro paso por el camino de la purificación. Y para ello es menester que colabores con el Señor; cuando llegue el momento de podar: ¡déjalo hacer! Y cuando veas caer ramas y hojas, alégrate, pensando en los nuevos y próximos frutos que esa poda promete.

Unión con Dios y apostolado

        La abundancia de esos frutos depende de tu vida interior, de tu grado de unión con Dios. Qui manet in Me, et Ego in eo, hic fert fructum multum. El que permanece en Mi, y Yo en él, da mucho fruto. Que tu actividad exterior, que tu acción intensa, no te alejen de Dios.

         Escucha de nuevo al Señor: Manete in me, permaneced en Mí. Recuerda que la vida interior es el alma de todo apostolado. Cuanto más grande sea tu unión con Dios, más abundante será el fruto de tu apostolado. Bien entendido que será el fruto, y no el éxito, que es cosa completamente distinta.

Todo dependerá de modo exclusivo de nuestra unión con Él

         Resulta más eficaz un hombre de vida interior con unas pocas palabras espontáneas, que una persona poco interior con un discurso que agote las posibilidades del intelecto.

         Quiero recordarte todavía que la sensibilidad del apóstol por los problemas y las necesidades de su apostolado no depende de su grado de inmersión en el trabajo externo, ni de su destreza, sino de su grado de unión con Dios.

         Antes de concluir esta breve conversación con el Señor, escuchemos otra vez las palabras de Jesús: Manete in Me.