Avanza el camino hacia la unidad entre católicos y ortodoxos

 

 

Ciudad del Vaticano, miércoles, 9 de junio 2002 .

Anhelos incesantes de unidad cristiana

        1. Esta mañana, en Ravenna, en la insigne basílica bizantina de San Apolinar en Classe, testigo de la época en la que la Iglesia de Oriente y Occidente vivían en plena comunión, el patriarca ecuménico, Su Santidad Bartolomé I, ha celebrado una liturgia solemne. Le envío mi saludo fraterno.

        Gracias a una conexión televisiva especial con Venecia, mañana podré firmar junto con él una «Declaración» conjunta a favor de la salvaguarda de la creación. Este acontecimiento, que tendrá lugar pocos meses después de la Jornada de Oración por la paz celebrada en Asís, donde el patriarca ecuménico estaba a mi lado, es otro ejemplo de esa unión de intenciones que precede a una renovada y plena comunión. Ravenna y Venecia nos interpelan con su misma historia y nos alientan a proseguir el camino hacia la unidad plena entre el Oriente y el Occidente cristianos.

Deseos fervientes de remediar la malnutrición

        2. Se abre mañana en Roma la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, que reunirá en la sede de la FAO a jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo.

        Millones de personas, que diariamente sufren a causa del hambre y de la malnutrición, esperan que en este encuentro se confirmen los compromisos asumidos en 1996.

        Que Dios bendiga este encuentro e ilumine a los responsables de las naciones para que sepan expresar las legítimas aspiraciones de los pueblos y dar un nuevo impulso a la lucha de la comunidad internacional contra el hambre.

Preocupación del Papa por Angola

        3. Confiemos estos dos acontecimientos a la materna protección de María Santísima.

        [Después de rezar el «Angelus», el Papa añadió]

        Mi pensamiento se dirige hoy a la querida población angoleña que, tras los sufrimientos de una larga y sangrienta guerra civil, tiene que afrontar una dramática crisis humanitaria a causa de la falta de comida y de los tratamientos médicos más elementales, así como a causa del peligro de las minas antipersonales, diseminadas en todo el territorio.

        Recemos para que el Señor ilumine a todos aquellos que tienen la posibilidad de ayudar a la superación de esta tragedia, y les mueva a movilizarse para que los recursos del país puedan beneficiar a todos sus habitantes y a constituir una ayuda para toda África.