Vocabulario cristiano para el tercer milenio: JESUCRISTO
Vicente Huerta. www.PiensaunPoco.com
Su realidad histórica         Según los documentos que nos hablan de Él, su vida transcurrió casi por completo en una aldea perdida de una de las más pequeñas provincias del Imperio Romano, donde trabajó como carpintero para ganarse la vida. Después, en pocos meses, fue capaz de levantar el entusiasmo de los judíos; reunió en torno a sí —en un par de años— a un grupo de unos quinientos discípulos. Al final de su vida todo se hundió, traicionado por uno de sus discípulos y abandonado por el resto fue ajusticiado con dos malhechores. Era un viernes, probablemente el 7 de abril del año 30, y no había cumplido aún los 35 años de edad. Sin embargo, esta corta existencia ha marcado como ninguna otra el curso de la historia de la humanidad. De todos los personajes de la Historia, difícil será encontrar alguno que haya sido estudiado, a lo largo de los siglos, con tanto interés, seriedad y apasionamiento, "el amor que inspiró —dirá el historiador judío Enelow—, el bien que provocó, las esperanzas que alumbró, todo esto, no tiene parangón en la historia humana".
Su contenido y consecuencias

        La Iglesia acaba de celebrar el segundo milenio de su nacimiento con la mirada puesta más que nunca el Él. Así el Papa escribe en la “Novo millenio” (n. 16): «Queremos ver a Jesús» (Jn 12, 21). Esta petición, hecha al apóstol Felipe por algunos griegos que habían acudido a Jerusalén para la peregrinación pascual, ha resonado también espiritualmente en nuestros oídos en este Año jubilar. Como aquellos peregrinos de hace dos mil años, los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy no sólo «hablar» de Cristo, sino en cierto modo hacérselo «ver». ¿Y no es quizá cometido de la Iglesia reflejar la luz de Cristo en cada época de la historia y hacer resplandecer también su rostro ante las generaciones del nuevo milenio?