Aceptación
del propio mal |
Un
hecho innegable: la necesidad del perdón de mis pecados
Todos tenemos muchas cosas buenas
, pero al mismo
tiempo, la presencia del mal en nuestra vida es un hecho: somos limitados,
tenemos una cierta inclinación al mal y defectos; y como consecuencia
de esto nos equivocamos, cometemos errores y pecados. Esto es evidente
y Dios lo sabe. De nuestra parte, tonto sería negarlo. En realidad
sería peor que tonto
San Juan dice que "si decimos
que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está
en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para
perdonar nuestros pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos
que no hemos pecado, le hacemos mentiroso y su palabra no está
en nosotros" (1 Jn 1, 9-10).
De aquí que una de las cuestiones más
importantes de nuestra vida sea ¿cómo conseguir "deshacernos"
de lo malo que hay en nosotros? ¿de las cosas malas que hemos
dicho o de las que hemos hecho mal? Esta es una de las principales tareas
que tenemos entre manos: purificar nuestra vida de lo que no es bueno,
sacar lo que está podrido, limpiar lo que está sucio,
etc.: librarnos de todo lo que no queremos de nuestro pasado. ¿Pero
cómo hacerlo?
|
Dios
y su amor insuperable en el perdón |
No se puede volver al pasado, para vivirlo de manera
diferente
Sólo Dios puede renovar nuestra vida con su perdón.
Y El quiere hacerlo
hasta el punto que el perdón de los
pecados ocupa un lugar muy importante en nuestras relaciones con Dios.
Como respetó nuestra libertad, el único
requisito que exige es que nosotros queramos ser perdonados: es decir,
rechacemos el pecado cometido (esto es el arrepentimiento) y queramos
no volver a cometerlo. ¿Cómo nos pide que mostremos nuestra
buena voluntad? A través de un gran regalo que Dios nos ha hecho.
En su misericordia infinita nos dio un instrumento que
no falla en reparar todo lo malo que podamos haber hecho. Se trata del
sacramento de la penitencia. Sacramento al que un gran santo llamaba
el sacramento de la alegría, porque en él se revive la
parábola del hijo prodigo, y termina en una gran fiesta en los
corazones de quienes lo reciben.
Así nuestra vida se va renovando, siempre para
mejor, ya que Dios es un Padre bueno, siempre dispuesto a perdonarnos,
sin guardar rencores, sin enojos, etc. Premia lo bueno y valioso que
hay en nosotros; lo malo y ofensivo, lo perdona. Es uno de los más
grandes motivos de optimismo y alegría: en nuestra vida todo
tiene arreglo, incluso las peores cosas pueden terminar bien (como la
del hijo pródigo) porque Dios tiene la última palabra:
y esa palabra es de amor misericordioso.
|
Moverse
en el misterio |
La confesión no es algo meramente humano: es
un misterio sobrenatural. Consiste en un encuentro personal con la misericordia
de Dios en la persona de un sacerdote.
Dejando de lado otros aspectos, aquí vamos sencillamente
a mostrar que confesarse es razonable, que no es un invento absurdo
y que incluso humanamente tiene muchísimos beneficios. Te recomiendo
pensar los argumentos
pero más allá de lo que la
razón nos pueda decir, vale la pena acudir a Dios pidiéndole
su gracia: eso es lo más importante, ya que en la confesión
no se realiza un diálogo humano, sino un diálogo divino:
nos introduce dentro del misterio de la misericordia de Dios.
|
Capacidad
concedida a los sacerdotes |
Algunas
razones por las que tenemos que confesarnos
1. En primer lugar porque Jesús dio a los Apóstoles
el poder de perdonar los pecados. Esto es un dato y es la razón
definitiva: la más importante. En efecto, recién resucitado,
es lo primero que hace: "Reciban el Espíritu Santo. A los
que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados, a los
que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar " (Jn
20, 22-23). Los únicos que han recibido este poder son los Apóstoles
y sus sucesores. Les dio este poder precisamente para que nos perdonen
los pecados a vos y a mí. Por tanto, cuando quieres que Dios
te borre los pecados, sabes a quien acudir, sabes quienes han recibido
de Dios ese poder.
Es interesante notar que Jesús vinculó
la confesión con la resurrección (su victoria sobre la
muerte y el pecado), con el Espíritu Santo (necesario para actuar
con poder) y con los apóstoles (los primeros sacerdotes): el
Espíritu Santo actúa a través de los Apóstoles
para realizar en las almas la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre
la muerte.
|
Las
condiciones el ofendido |
2. Porque la Sagrada Escritura
lo manda explícitamente: "Confiesen mutuamente sus pecados"
(Sant 5, 16). Esto es consecuencia de la razón anterior: te darás
cuenta que perdonar o retener presupone conocer los pecados y disposiciones
del penitente. Las condiciones del perdón las pone el ofendido,
no el ofensor. Es Dios quién perdona y tiene poder para establecer
los medios para otorgar ese perdón. De manera que no soy yo quien
decide cómo conseguir el perdón, sino Dios el que decidió
(hace dos mil años de esto
) a quién tengo que acudir
y qué tengo que hacer para que me perdone. Entonces nos confesamos
con un sacerdote por obediencia a Cristo. |
Es
Cristo mismo |
3. Porque en la confesión
te encuentras con Cristo. Esto debido a que es uno de los siete Sacramentos
instituidos por El mismo para darnos la gracia. Te confiesas con Jesús,
el sacerdote no es más que su representante. De hecho, la formula
de la absolución dice: "Yo te absuelvo de tus pecados"
¿Quien es ese «yo»? No es el Padre Fulano quien
no tiene nada que perdonarte porque no le has hecho nada, sino Cristo.
El sacerdote actúa en nombre y en la persona de Cristo. Como sucede
en la Misa cuando el sacerdote para consagrar el pan dice "Esto es
mi cuerpo", y ese pan se convierte en el cuerpo de Cristo (ese «mi»
lo dice Cristo), cuando te confiesas, el que está ahí escuchándote,
es Jesús. El sacerdote, no hace más que «prestarle»
al Señor sus oídos, su voz y sus gestos. |
Perdón
de la Iglesia |
4. Porque en la confesión
te reconcilias con la Iglesia. Resulta que el pecado no sólo ofende
a Dios, sino también a la comunidad de la Iglesia: tiene una dimensión
vertical (ofensa a Dios) y otra horizontal (ofensa a los hermanos). La
reconciliación para ser completa debe alcanzar esas dos dimensiones.
Precisamente el sacerdote está ahí también en representación
de la Iglesia, con quien también te reconcilias por su intermedio.
El aspecto comunitario del perdón exige la presencia del sacerdote,
sin él la reconciliación no sería «completa». |
Es
otorgado |
5. El perdón es algo que
«se recibe». Yo no soy el artífice del perdón
de mis pecados: es Dios quien los perdona. Como todo sacramento hay que
recibirlo del ministro que lo administra válidamente. A nadie se
le ocurriría decir que se bautiza sólo ante Dios
sino
que acude a la iglesia a recibir el Bautismo. A nadie se le ocurre decir
que consagra el pan en su casa y se da de comulgar a sí mismo
Cuando se trata de sacramentos, hay que recibirlos de quien corresponde:
quien los puede administrar válidamente. |
La
Vida de la Gracia |
6. Necesitamos vivir en estado de gracia. Sabemos que
el pecado mortal destruye la vida de la gracia. Y la recuperamos en
la confesión. Y tenemos que recuperarla rápido, básicamente
por tres motivos:
a) porque nos podemos morir
y no creo que queramos
morir en estado de pecado mortal
y acabar en el infierno.
b) porque cuando estamos en estado de pecado ninguna
obra buena que hacemos es meritoria cara a la vida eterna. Esto se debe
a que el principio del mérito es la gracia: hacer obras buenas
en pecado mortal, es como hacer goles en off-side: no valen,
carecen de valor sobrenatural. Este aspecto hace relativamente urgente
el recuperar la gracia: si no queremos que nuestra vida esté
vacía de mérito y que lo bueno que hacemos sea inútil.
c) porque necesitamos comulgar: Jesús nos dice
que quien lo come tiene vida eterna y quien no lo come, no la tiene.
Pero, no te olvides que para comulgar dignamente, debemos estar libres
de pecado mortal. La advertencia de San Pablo es para temblar: "quien
coma el pan o beba el cáliz indignamente, será reo del
cuerpo y sangre del Señor. (
) Quien come y bebe sin discernir
el cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,
27-28). Comulgar en pecado mortal es un terrible sacrilegio: equivale
a profanar la Sagrada Eucaristía, a Cristo mismo.
|
Para
cambiar |
7. Necesitamos dejar el mal que
hemos hecho. El reconocimiento de nuestros errores es el primer paso de
la conversión. Sólo quien reconoce que obró mal y
pide perdón, puede cambiar. |
Experiencia
universal |
8. La confesión es vital
en la luchar para mejorar. Es un hecho que habitualmente una persona después
de confesarse se esfuerza por mejorar y no cometer pecados. A medida que
pasa el tiempo, va aflojando
se «acostumbra» a las cosas
que hace mal, o que no hace, y lucha menos por crecer. Una persona en
estado de gracia esta es una experiencia universal evita el
pecado. La misma persona en pecado mortal tiende a pecar más fácilmente. |
Por
motivos psicológicos |
Otros
motivos que hacen muy conveniente la confesión
a) Necesitamos paz interior. El reconocimiento de nuestras
culpas es el primer paso para recuperar la paz interior. Negar la culpa
no la elimina: sólo la esconde, haciendo más penosa la
angustia. Sólo quien reconoce su culpa está en condiciones
de liberarse de ella.
b) Necesitamos aclararnos a nosotros mismos. La confesión
nos "obliga" a hacer un examen profundo de nuestra conciencia.
Saber qué hay «adentro», qué nos pasa, qué
hemos hecho, cómo vamos
De esta manera la confesión
ayuda a conocerse y entenderse a uno mismo.
c) Todos necesitamos que nos escuchen. ¿En qué
consiste el primer paso de la terapia de los psiquiatras y psicólogos
sino en hacer hablar al "paciente"? Y te cobran para escucharte
y al "paciente" le hace muy bien. Estas dos profesiones han
descubierto en el siglo XX algo que la Iglesia descubrió hace
muchos siglos (en realidad se lo enseñó Dios). El decir
lo que nos pasa, es una primera liberación.
|
Para
completa seguridad |
d) Necesitamos una protección contra el auto-engaño.
Es fácil engañarse a uno mismo, pensando que eso malo
que hicimos, en realidad no está tan mal; o justificándolo
llegando a la conclusión de que es bueno, etc. Cuando tenemos
que contar los hechos a otra persona, sin excusas, con sinceridad, se
nos caen todas las caretas
y nos encontramos con nosotros mismos,
con la realidad que somos.
e) Todos necesitamos perspectiva. Una de las cosas más
difíciles de esta vida es conocerse uno mismo. Cuando "salimos"
de nosotros por la sinceridad, ganamos la perspectiva necesaria para
juzgarnos con equidad.
f) Necesitamos objetividad. Y nadie es buen juez en
causa propia. Por eso los sacerdotes pueden perdonar los pecados a todas
las personas del mundo
menos a una: la única persona a
la que un sacerdote no puede perdonar los pecados es él mismo:
siempre tiene que acudir a otros sacerdote para confesarse. Dios es
sabio y no podía privar a los sacerdotes de este gran medio de
santificación.
g) Necesitamos saber si estamos en condiciones de ser
perdonados: si tenemos las disposiciones necesarias para el perdón
o no. De otra manera correríamos un peligro enorme: pensar que
estamos perdonados cuando ni siquiera podemos estarlo.
h) Necesitamos saber que hemos sido perdonados. Una
cosa es pedir perdón y otra distinta ser perdonado. Necesitamos
una confirmación exterior, sensible, de que Dios ha aceptado
nuestro arrepentimiento. Esto sucede en la confesión: cuando
recibimos la absolución, sabemos que el sacramento ha sido administrado,
y como todo sacramento recibe la eficacia de Cristo.
|
Por
razones de consejo |
i) Tenemos derecho a que nos escuchen. La confesión
personal más que una obligación es un derecho: en la Iglesia
tenemos derecho a la atención personal, a que nos atiendan uno
a uno, y podamos abrir el corazón, contar nuestros problemas
y pecados.
j) Hay momentos en que necesitamos que nos animen y
fortalezcan. Todos pasamos por momentos de pesimismo, desánimo
y necesitamos que se nos escuche y anime. Encerrarse en sí mismo
solo empeora las cosas
k) Necesitamos recibir consejo. Mediante la confesión
recibimos dirección espiritual. Para luchar por mejorar en las
cosas de las que nos confesamos, necesitamos que nos ayuden.
l) Necesitamos que nos aclaren dudas, conocer la gravedad
de ciertos pecados, en fin
mediante la confesión recibimos
formación.
|
Con
poder de Dios |
Algunos
motivos para no confesarse
1. ¿Quién es el cura para perdonar los
pecados
? Sólo Dios puede perdonarlos.
Hemos visto que el Señor dio ese poder a los
Apóstoles. Además, permíteme decirte que ese argumento
lo he leído antes
precisamente en el Evangelio
Es
lo que decían los fariseos indignados cuando Jesús perdonaba
los pecados
(puedes mirar Mt 9, 1-8).
|
Jesucristo
lo quiso así |
2. Yo me confieso directamente con Dios, sin intermediarios.
Genial. Me parece bárbaro
pero hay algunos
peros
Pero
¿cómo sabes que Dios acepta tu arrepentimiento
y te perdona? ¿Escuchas alguna voz celestial que te lo confirma?
Pero
¿cómo sabes que estás en condiciones
de ser perdonado? Te darás cuenta que no es tan fácil
Una persona que robara un banco y no quisiera devolver el dinero
por más que se confesara directamente con Dios
o con un
cura
si no quisiera reparar el daño hecho en este
caso, devolver el dinero, no puede ser perdonada
porque
ella misma no quiere "deshacerse" del pecado.
Este argumento no es nuevo
Hace casi mil seiscientos
años, San Agustín replicaba a quien argumentaba como vos:
"Nadie piense: yo obro privadamente, de cara a Dios
¿Es
que sin motivo el Señor dijo: «lo que atareis en la tierra,
será atado en el cielo»? ¿Acaso les fueron dadas
a la Iglesia las llaves del Reino de los cielos sin necesidad? Frustramos
el Evangelio de Dios, hacemos inútil la palabra de Cristo."
|
Hombre
especial |
3. ¿Porque le voy a decir los pecados a un hombre
como yo?
Porque ese hombre no un hombre cualquiera: tiene el
poder especial para perdonar los pecados (el sacramento del orden).
Esa es la razón por la que vas a él.
|
Pero
tiene el poder |
4. ¿Porque le voy a decir mis pecados a un hombre
que es tan pecador como yo?
El problema no radica en la «cantidad» de
pecados: si es menos, igual o más pecador que vos
. No vas
a confesarte porque sea santo e inmaculado, sino porque te puede dar
al absolución, poder que tiene por el sacramento del orden, y
no por su bondad. Es una suerte en realidad una disposición
de la sabiduría divina que el poder de perdonar los pecados
no dependa de la calidad personal del sacerdote, cosa que sería
terrible ya que uno nunca sabría quién sería suficientemente
santo como para perdonar
Además, el hecho de que sea un
hombre y que como tal tenga pecados, facilita la confesión: precisamente
porque sabe en carne propia lo que es ser débil, te puede entender
mejor.
|
Falta
de costumbre |
5. Me da vergüenza
Es lógico, pero hay que superarla. Hay un hecho
comprobado universalmente: cuanto más te cueste decir algo, tanto
mayor será la paz interior que consigas después de decirlo.
Además te cuesta, precisamente porque te confiesas poco
,
en cuanto lo hagas con frecuencia, verás como superarás
esa vergüenza.
Además, no creas que eres tan original
.
Lo que vas a decir, el cura ya lo escuchó trescientas mil veces
A esta altura de la historia
no creo que puedas inventar pecados
nuevos
Por último, no te olvides de lo que nos enseñó
un gran santo: el diablo quita la vergüenza para pecar
y
la devuelve aumentada para pedir perdón
No caigas en su
trampa.
|
Más
vale |
6. Siempre me confieso de lo mismo
Eso no es problema. Hay que confesar los pecados que
uno ha cometido
y es bastante lógico que nuestros defectos
sean siempre más o menos los mismos
Sería terrible
ir cambiando constantemente de defectos
Además cuando te
bañas o lavas la ropa, no esperas que aparezcan machas nuevas,
que nunca antes habías tenido; la suciedad es más o menos
siempre del mismo tipo
Para querer estar limpio basta querer remover
la mugre
independientemente de cuán original u ordinaria
sea.
|
Distintos
cada vez |
7. Siempre confieso los mismos pecados
No es verdad que sean siempre los mismos pecados: son
pecados diferentes, aunque sean de la misma especie
Si yo insulto
a mi madre diez veces
no es el mismo insulto
cada vez es
uno distinto
No es lo mismo matar una persona que diez
si
maté diez no es el mismo pecado
son diez asesinatos distintos.
Los pecados anteriores ya me han sido perdonados, ahora necesito el
perdón de los "nuevos", es decir los cometidos desde
la última confesión.
|
Como
la suciedad |
8. Confesarme no sirve de nada,
sigo cometiendo los pecados que confieso
El desánimo, puede hacer que pienses: "es
lo mismo si me confieso o no, total, nada cambia, todo sigue igual".
No es verdad. El hecho de que uno se ensucie, no hace concluir que es
inútil bañarse. Uno que se baña todos los días
se ensucia igual
Pero gracias a que se baña, no va acumulando
mugre
y está bastante limpio. Lo mismo pasa con la confesión.
Si hay lucha, aunque uno caiga, el hecho de ir sacándose de encima
los pecados
hace que sea mejor. Es mejor pedir perdón,
que no pedirlo. Pedirlo nos hace mejores.
|
La
decisión |
9. Sé que voy a volver a pecar
lo que muestra
que no estoy arrepentido
Depende
Lo único que Dios me pide es que
esté arrepentido del pecado cometido y que ahora, en este momento
quiera luchar por no volver a cometerlo. Nadie pide que empeñemos
el futuro que ignoramos
¿Qué va a pasar en quince
días? No lo sé
Se me pide que tenga la decisión
sincera, de verdad, ahora, de rechazar el pecado. El futuro déjalo
en las manos de Dios
|
Justo
lo contrario |
10. Y si el cura piensa mal de mi
El sacerdote está para perdonar
Si pensara
mal, sería un problema suyo del que tendría que confesarse.
De hecho siempre piensa bien: valora tu fe (sabe que si estás
ahí contando tus pecados, no es por él
sino porque
vos crees que representa a Dios), tu sinceridad, tus ganas de mejorar,
etc. Supongo que te darás cuenta de que sentarse a escuchar pecados,
gratis sin ganar un peso, durante horas,
si no se
hace por amor a las almas
no se hace. De ahí que, si te
dedica tiempo, te escucha con atención
es porque quiere
ayudarte y le importas
aunque no te conozca te valora lo suficiente
como para querer ayudarte a ir al cielo.
|
Mártires |
11. Y si el cura después le cuenta a alguien
mis pecados
No te preocupes por eso. La Iglesia cuida tanto este
asunto que aplica la pena más grande que existe en el Derecho
Canónico la ex-comunión al sacerdote que dijese
algo que conoce por la confesión. De hecho hay mártires
por el sigilo sacramental: sacerdotes que han muerto por no revelar
el contenido de la confesión.
|
Superable |
12. Me da pereza
Puede ser toda la verdad que quieras, pero no creo que
sea un obstáculo verdadero ya que es bastante fácil de
superar
Es como si uno dijese que hace un año que no se
baña porque le da pereza
|
No
es verdad |
13. No tengo tiempo
No creo que te creas que en los últimos ___ meses
no hayas tenidos los diez minutos que te puede llevar una confesión
¿Te animas a comparar cuántas horas de TV has visto en
ese tiempo
(multiplica el número de horas diarias que ves
por el número de días
)?
|
Pues
es fácil |
14. No encuentro un cura
No es una raza en extinción, hay varios miles.
Toma la guía de teléfono (o llama a información).
Busca el teléfono de tu parroquia. Si ignoras el nombre, busca
por el obispado, ahí te dirán
Así podrás
saber en tres minutos el nombre de un cura con el que te puedes confesar
e incluso pedirle una hora
para no tener que esperar.
|