Santidad, pecado, profecía y persecución;
año 2002 de la Iglesia católica

Habla Orazio Petrosillo, «vaticanólogo» del diario «Il Messaggero»

Orazio Petrosillo, corresponsal en el Vaticano del diario «Il Messaggero», uno de los más vendidos en Roma, ha hecho esta síntesis del año que Juan Pablo II que comenzó con el encuentro de líderes religiosos en Asís en una entrevista transmitida por Radio Vaticana.

Ciudad del Vaticano, 1 enero 2003 (ZENIT.org)

 


—¿Por qué ha escogido estos cuatro términos?

        —Orazio Petrosillo: Santidad, pues el 2002 ha sido un año de grandes figuras canonizadas. El pecado, lo vería casi simbólicamente en la vicisitud de algunos sacerdotes pederastas. Vicisitudes terribles para la Iglesia, a pesar de que el caso ha sido hinchado de manera totalmente desproporcionada por los medios de comunicación. La profecía la veo sobre todo en el magisterio de Juan Pablo II, en su oposición a la guerra, en la reivindicación de los derechos de Dios y de la religión, en la invocación de una mención explícita a las raíces cristianas en la futura Constitución europea. La persecución, por último, sigue siendo el pan de cada día de la Iglesia, que puede ser cruenta en los países con régimen comunista o regidos por integristas islámicos. Pero puede ser también administrativa, sin demasiado ruido, aunque igualmente verdadera: en países islámicos moderados, la vida de la Iglesia es difícil. Por otra parte, se da también la persecución cultural...

—¿Cuáles son los acontecimientos del año 2002 que más influirán en el futuro de la Iglesia?

        —Orazio Petrosillo: Los viajes del Papa. Por ejemplo, Toronto: la Jornada Mundial de la Juventud es una nueva etapa en el encuentro entre el Papa y el futuro de la Iglesia, los jóvenes. México y Guatemala suponen el replanteamiento de la santidad con dos figuras: Juan Diego, el vidente de Guadalupe, y Pedro de Betancourt. Bulgaria es una nueva etapa de esa profecía ecuménica del Santo Padre hacia las Iglesias ortodoxas, profecía de abrazos, de ofrecimiento de amistad y también de perdón. Y después está el viaje a Polonia. Con la consagración del Santuario al Amor Misericordioso, el Papa ha querido proponer el amor, la misericordia de Dios como clave para interpretar el futuro de este tercer milenio.

        Por último, al mismo tiempo, hay que subrayar la voluntad del Papa de ir a las raíces de la experiencia cristiana y de pedir la ayuda de la Virgen para seguir adelante (Cf. Año del Rosario). No hay que olvidar que este año supone el inicio de su vigesimoquinto año de pontificado.

—¿Qué es lo que interesa a los medios de comunicación de la vida de la Iglesia?

        —Orazio Petrosillo: Es una pregunta difícil. Los medios laicos se interesan mucho por la figura del Papa y el Papa de estos años hace noticia por sus sufrimientos. Hay una cierta curiosidad algo obsesiva por lo que podrían ser los escenarios futuros. En ocasiones, es un interés morboso. Los medios de comunicación seguirán con interés este vigesimoquinto año de pontificado, que es una meta que sólo han alcanzado tres Papas, si no contamos a san Pedro, y por tanto la figura del Santo Padre estará siempre en el centro de la atención. Ojalá que se interesen por su profecía, y no tanto por los detalles externos de su vicisitud humana y pontifical.