Las misiones populares vuelven a cambiar vidas

Habla el padre Pedro López, sacerdote redentorista

El padre Pedro López es un sacerdote redentorista nacido en Jayena (Granada), que ha encontrado en las Misiones Populares, una especial forma de evangelización, de antigua tradición en España.

MADRID, 9 febrero 2003 (ZENIT.org).

Una muy buena experiencia

«Estoy convencido de que es una acción pastoral extraordinaria que ayuda a las parroquias a descubrir su vocación misionera, a salir de las cuatro paredes del templo e ir al encuentro de los que están fuera; a encontrar nuevos seglares que descubren su vocación de compromiso dentro y fuera de la comunidad cristiana; a constituir, en las parroquias, grupos que capacitan a los miembros de la comunidad para entender y vivir mejor la fe».

        «Desde que me ordené sacerdote, hace ya quince años –confiesa el misionero– he trabajado en las Misiones Populares y puedo confesar que me he sentido plenamente realizado como cristiano y como sacerdote».

        «La Misión –continúa el padre– te ofrece la oportunidad de encontrarte con la gente en su casa, en sus quehaceres, en la vida de cada día. Y lo más hermoso es que al misionero que viene de fuera le abren el corazón con sus gozos y con sus problemas. Eso posibilita que se cree un clima de confianza y de amistad que hace más fácil el anuncio del Evangelio».

Con un método más actual

        El padre Pedro ha encontrado muchos frutos de conversión durante estos años al frente de las Misiones. «Confieso que han sido muchos los casos de conversión y de cambio de vida, familias que no se hablaban y que se han reconciliado; personas que no acudían a la Iglesia y la han descubierto como su casa; fieles que se conformaban con la Eucaristía dominical y han descubierto su vocación de compromiso en la comunidad».

        Respecto a las diferencias con las antiguas Misiones Populares nos dice: «La verdad es que ha habido cambios sustanciales con respecto a las misiones de hace más de treinta años. Con la llegada del Concilio fue necesario adaptarse en las formas y en el contenido. El contenido se centró en el anuncio del Kerigma, en Jesucristo muerto y resucitado como buena noticia. Y el método se hizo más participativo. La misión ya no la da el misionero sino la comunidad parroquial ayudada por los misioneros. El lenguaje también se ha hecho más cercano y familiar, y se han introducido los símbolos para una mejor comprensión del mensaje. Por último la misión actual ha puesto mucho hincapié en la continuidad ofreciendo acompañamiento y materiales para seguir trabajando».

Jesucristo y la Madre de Dios

        De las antiguas Misiones Populares, todavía se pueden ver «en las iglesias de los pueblos y de las ciudades una Cruz de Misión, con algunos símbolos, nombre de misioneros y fecha de la Misión afirma el sacerdote. Era el recuerdo que quedaba del paso de los misioneros. Aunque, a decir verdad, era mucho más que un recuerdo, era una auténtica catequesis. Los misioneros querían dejar condensadas en pocas palabras lo que habían tratado de proclamar desde el púlpito. Así, cuando los fieles se acercaban a la iglesia, al ver la cruz de misión y en ella los símbolos y palabras escritas recordaban y actualizaban las enseñanzas recibidas».

        «Mis hermanos redentoristas –continúa el padre Pedro– gustaban de dejar como símbolos en sus cruces los signos de la pasión, como recuerdo permanente del inmenso amor mostrado por Jesucristo al dejarse clavar en la cruz para salvarnos; es el Redentor. Y junto a él siempre la Madre, bajo la advocación del Perpetuo Socorro, la Virgen misionera entregada a los redentoristas por el Papa Pío IX, a la que todo cristiano puede acudir sabiendo que socorre siempre».

        La próxima Misión será en Ciudad Real, del 6 al 22 de febrero en las parroquias de Socuéllamos, La Solana, San Carlos del Valle y Ruidera; y del 6 al 22 de marzo en las cinco de Tomelloso, en Argamasilla de Alba y Cinco Casas. En total más 70.000 personas.