CELEBRACION DE LA PALABRA Y VENERACION DE LA SABANA SANTA EN LA CATEDRAL DE TURIN

 

 

Intervención de Juan Pablo II antes de rezar el "Regina Caeli"
domingo 27 mayo 2001

 

 

A las 5.00 de la tarde, el día 24 de mayo de 1998, el Papa después de haberse detenido para rezar y meditar ante la Sábana Santa, y después de haber saludado al Arzobispo de Turín, Card. Giovanni Saldarini, ha presidido la Celebración de la Palabra y ha pronunciado la siguiente Homilía: 

Queridísimos Hermanos y Hermanas:

1. Con la mirada dirigida a la Sábana Santa, deseo saludar cordialmente a todos vosotros, fieles de la Iglesia de Turin. Saludo a los peregrinos que durante el período de esta exposición de la Sábana llegan de todas las partes del mundo para contemplar uno de los signos más conmovedores del sufrido amor de nuestro Redentor.

Al entrar en la Catedral, que todavía muestra las "heridas" producidas por el terrible incendio de hace un año, me he detenido para adorar la Eucaristía, el Sacramento que está en el centro de las atenciones de la Iglesia y que, bajo humildes apariencias, custodia la presencia verdadera, real y sustancial de Cristo. A la luz de la presencia de Cristo en medio de nosotros, me he detenido después ante la Sábana, el precioso Lino que nos puede ayudar para entender mejor el misterio del amor del Hijo de Dios por nosotros.

Ante la Sábana, imagen intensa y devastadora de un desgarro inenarrable, deseo dar gracias al Señor por este don singular, que pide al creyente una atención amorosa y una plena disponibilidad en el seguimiento del Señor. 

2. La Sábana es un desafío a la inteligencia

La Sábana, sobre todo, exige el empeño de cada hombre, y en particular del investigador, para que acoja con humildad el profundo mensaje que ofrece a su inteligencia y a su vida. La misteriosa atracción que produce la Sábana Santa impulsa a hacerse preguntas sobre la relación entre el sagrado Lino y la vida histórica de Jesús. Como no se trata de una materia de fe, la Iglesia no tiene competencia específica para pronunciarse sobre esas cuestiones. Ella confía a los científicos el cometido de seguir indagando para encontrar respuestas adecuadas a los interrogantes relacionados con este Lienzo que, según la tradición, habría envuelto el cuerpo de nuestro Redentor cuando fue bajado de la Cruz. La Iglesia exhorta a enfrentarse al estudio de la Sábana Santa sin posiciones preconcebidas, que den por descontado resultados que no son tales; los invita a actuar con libertad interior y con un delicado respeto tanto de la metodología científica como de la sensibilidad de los creyentes. 

3. Lo que importa sobre todo para el creyente es que la Sábana es espejo del Evangelio

En efecto, si se reflexiona sobre el sagrado Lino, no se puede prescindir de la consideración de que la imagen presente en ella tiene una relación tan profunda con cuanto los Evangelios narran de la pasión y muerte de Jesús, que todo hombre con sensibilidad se siente interiormente sacudido y conmovido al contemplarla.

Quien se acerca a ella es igualmente consciente de que la Sábana no detiene en sí misma el corazón de la gente, sino que lo remite a Aquel a cuyo servicio la Providencia amorosa del Padre la ha destinado. Por tanto, es justo alimentar la convicción del extremo valor de esta imagen, que todos ven y que ninguno por ahora puede explicar. Para toda persona que piense, la Sábana es motivo de reflexiones profundas, que pueden llegar a involucrar la propia vida.

La Sábana constituye así un signo verdaderamente singular que remite a Jesús, la Palabra verdadera del Padre, e invita a modelar la propia existencia conforme a la de Aquel que se ha dado a sí mismo por nosotros. 

4. En la Sábana se refleja la imagen del sufrimiento humano

La Sábana recuerda al hombre moderno -distraído a menudo por el bienestar y por las conquistas tecnológicas-, el drama de tantos hermanos, y lo invita a interrogarse por el misterio del dolor con el fin de que ahonde en sus causas. La huella del cuerpo martirizado del Crucificado, testimoniando la tremenda capacidad del hombre de producir dolor y muerte a sus semejantes, aparece como el icono del sufrimiento del inocente de todos los tiempos: de las innumerables tragedias que han marcado la historia pasada, y de los dramas que continúan consumándose en el mundo.

Ante la Sábana, ¿cómo no pensar en los millones de hombres que mueren de hambre, en los horrores perpetrados en tantas guerras que ensangrientan las Naciones, en la explotación brutal de mujeres y niños, en los millones de seres humanos que viven entre malos tratos y humillaciones en los arrabales de las grandes ciudades, especialmente en los Países en vías de desarrollo? ¿Cómo no recordar con desolación y piedad a cuantos no pueden gozar de los elementales derechos civiles, las víctimas de la tortura y del terrorismo, los esclavos de las organizaciones criminales?

Evocando esas dramáticas situaciones, la Sábana Santa no sólo nos impulsa a salir de nuestro egoísmo, sino que nos lleva a descubrir el misterio del dolor que, santificado por el sacrificio de Cristo, genera salvación para la humanidad entera. 

5. La Sábana es imagen del amor de Dios, además de imagen del pecado del hombre

La Sábana invita a redescubrir la causa última de la muerte redentora de Jesús. En el inconmensurable sufrimiento que ella documenta, el amor de Aquel que "tanto ha amado al mundo que le ha dado a su Hijo Unigénito" (Jn. 3, 16) se hace casi palpable y manifiesta sus sorprendentes dimensiones. Ante la Sábana Santa, los creyentes no pueden menos de exclamar con toda verdad: "¡Señor, no me pudiste amar más!"; y darse cuenta enseguida de que el responsable de aquél sufrimiento es el pecado: son los pecados de todo ser humano.

Al hablarnos de amor y de pecado, la Sábana nos invita a todos a imprimir en nuestro espíritu el rostro del amor de Dios, para excluir de él la tremenda realidad del pecado. La contemplación de aquel cuerpo martirizado ayuda al hombre contemporáneo a liberarse de la superficialidad y del egoísmo, con los que tan a menudo trata el amor y el pecado. Haciendo eco a la palabra de Dios y a siglos de sabiduría cristiana, la Sábana susurra: "cree en el amor de Dios, el más grande tesoro dado a la humanidad, y huye del pecado, la más grande desgracia de la historia". 

6. La Sábana es también imagen de incapacidad: de impotencia ante la muerte, en la que se revela la última consecuencia del misterio de la Encarnación

La tela de la Sábana nos empuja a medirnos con el aspecto más tremendo del misterio de la Encarnación, que es también aquél en el que se muestra con cuánta verdad Dios se ha hecho verdaderamente hombre, asumiendo en todo nuestra condición, excepto en el pecado. Cada uno es sacudido por el pensamiento de que ni siquiera el Hijo de Dios ha resistido a la fuerza de la muerte; pero todos nos conmovemos ante el pensamiento de que El, hasta tal punto ha participado de nuestra condición humana, que ha querido someterse a la impotencia total del momento en el que la vida se apaga. Es la experiencia de Sábado Santo, pasaje importante del camino de Jesús hacia la Gloria, de la que se libera un rayo de luz que alcanza el dolor y la muerte de cada hombre.

La fe, recordándonos la victoria de Cristo, nos comunica la certeza de que el sepulcro no es la meta última de la existencia. Dios nos llama a la resurrección y a la vida inmortal. 

7. La Sábana Santa es imagen del silencio

Hay un silencio trágico de la incomunicabilidad, que tiene en la muerte su máxima expresión; y está el silencio de la fecundidad, que es justamente el de quien renuncia a hacerse oír externamente para alcanzar en lo profundo las raíces de la verdad y de la vida.

La Sábana expresa no sólo el silencio de la muerte, sino también el silencio lleno de coraje y fecundo de la superación de lo efímero, gracias a la inmersión total en el eterno presente de Dios. La Sábana ofrece así la conmovedora confirmación del hecho de que la misericordiosa omnipotencia de nuestro Dios, no es detenida por ninguna fuerza del mal, sino que, más aún, sabe hacer concurrir al bien la misma fuerza del mal. Nuestro tiempo tiene necesidad de redescubrir la fecundidad del silencio, para superar la disipación de los sonidos, de las imágenes, de las charlas superficiales, que tan a menudo impiden oír la voz de Dios. 

8. ¡Queridísimos Hermanos y Hermanas! Vuestro Arzobispo, el querido Card. Giovanni Saldarini, Custodio Pontificio de la Sábana Santa, ha propuesto como lema de esta Exposición solemne las palabras: "Todos los hombres verán tu salvación". Sí, la peregrinación que numerosas gentes van realizando hacia esta Ciudad es justamente un "venir a ver" este signo trágico y luminoso de la Pasión, que anuncia el amor del Redentor. Este icono del Cristo abandonado en la condición dramática y solemne de la muerte, que desde hace siglos es objeto de significativas representaciones, y que desde hace cien años, gracias a la fotografía, se ha difundido en muchísimas reproducciones, exhorta a caminar hacia el corazón del misterio de la vida y de la muerte, para descubrir el mensaje grande y consolador que se nos ha consignado en este icono.

La Sábana nos presenta a Jesús en el momento de su máxima impotencia, y nos recuerda que en la anulación de aquella muerte está la salvación del mundo entero. La Sábana se hace así una invitación a vivir toda experiencia -incluída la del sufrimiento y la de la suprema impotencia- en la actitud de quien cree que el amor misericordioso de Dios vence toda pobreza, todo condicionamiento, toda tentación de desesperación.

Que el Espíritu de Dios, que habita en nuestros corazones, suscite en cada uno el deseo y la generosidad necesarios para acoger el mensaje de la Sábana, y para hacer de él el criterio inspirador de la existencia.

¡Alma de Cristo, santifícame!
¡Cuerpo de Cristo, sálvame!
¡Pasión de Cristo, confórtame!
¡Dentro de tus Llagas, escóndeme!