Grito de dolor de Juan Pablo II por las vejaciones a los niños

Intervención de Juan Pablo II en la audiencia general en la que recordó la fiesta litúrgica de la Natividad de la Virgen María e hizo un llamamiento en defensa de la infancia. Tras su discurso, se rezó la oración de los fieles por la paz y la solidaridad.

Ciudad del Vaticano, 8 de septiembre de 2004.

Una niña destinada ...

        1. La liturgia recuerda hoy la Natividad de la bienaventurada Virgen María. Esta fiesta, muy amada por la piedad popular, nos lleva a admirar en María niña la aurora purísima de la redención. Contemplamos a una niña como todas las demás, y al mismo tiempo única, la «bendita entre las mujeres» (Lucas 1, 42). María es la inmaculada «hija de Sión», destinada a convertirse en madre del Mesías.

Los niños inocentes sufren

        2. Al contemplar a María niña, ¿cómo es posible dejar de pensar en los numerosos pequeños indefensos de Beslán, en Osetia, víctimas de un bárbaro secuestro y bárbaramente asesinados? Se encontraban dentro de una escuela, lugar en el que se aprenden los valores que dan sentido a la historia, a la cultura y a la civilización de los pueblos: el respeto recíproco, la solidaridad, la justicia y la paz. Por el contrario, entre aquellos muros, experimentaron, el ultraje, el odio y la muerte, nefastas consecuencias de un cruel fanatismo y de un malsano desprecio de la persona humana.

        La mirada, en este momento, se amplía a todos los niños inocentes que, en todas las partes de la tierra, son víctimas de la violencia de los adultos. Niños obligados a empuñar las armas y a los que se les enseña a odiar y matar; niños inducidos a mendigar en las calles, de los que se abusa por fáciles ganancias; niños maltratados y humillados por la potencia y la injusticia de los grandes; niños abandonados a su suerte, privados del calor de la familia y de una perspectiva de futuro; niños que mueren de hambre, niños asesinados en tantos conflictos en diferentes regiones del mundo.

Cuidar a los más frágiles

        3. Es otro grito de dolor de la infancia ofendida en su dignidad. No puede, no debe dejar indiferente a nadie. Queridos hermanos y hermanas: ante la cuna de María niña, tomemos de nuevo conciencia del deber que todos tenemos de tutelar y defender a estas frágiles criaturas y de construir para ellas un futuro de paz. Recemos juntos para que se creen para ellos las condiciones de una existencia serena y segura.

A continuación se pronunció la
Oración por la justicia, la paz y la solidaridad

[Un colaborador del Papa]
        Hermanos y hermanas, acogiendo la invitación del Santo Padre, elevemos a Dios nuestra oración. Digamos juntos: ¡Te rogamos, óyenos!

        1. Por los niños de Beslán, arrancados de la vida con la violencia cruel mientras se disponían a comenzar el año académico y por sus padres, parientes y amigos bárbaramente asesinados con ellos: para que Dios, en su misericordia, abra de par en par para ellos su casa, roguemos al Señor.

        ¡Te rogamos, óyenos!

        2. Por los heridos, por las familias de las víctimas y por todos los miembros de la comunidad de Beslán, que con corazón desgarrado lloran la muerte de sus seres queridos: para que, apoyados por la luz de la fe y confortados por la solidaridad de muchas personas del mundo, sepan perdonar a quienes han cometido el mal contra ellos, roguemos al Señor.

        ¡Te rogamos, óyenos!

        3. Por todos los niños que, en tantas partes de la tierra, sufren y mueren a causa de la violencia y de los abusos de los adultos: para que el Señor les permita experimentar el consuelo de su amor y pliegue al dureza de corazón de quien les hace sufrir, roguemos al Señor.

        ¡Te rogamos, óyenos!

        4. Por las numerosas personas secuestradas en la atormentada tierra de Irak y, en particular, por las dos jóvenes voluntarias italianas, secuestradas ayer en Bagdad: para que sean tratadas con respeto y sean devueltas pronto incólumes al amor de sus seres queridos, roguemos al Señor.

        ¡Te rogamos, óyenos!

        5. Por la justicia y la paz en el mundo: para que el Señor ilumine las mentes de quienes quedan subyugados por el hechizo de la violencia y abra los corazones de todos al diálogo y a la reconciliación para construir un futuro de esperanza y de paz, roguemos al Señor.

        ¡Te rogamos, óyenos!

[Santo Padre]
        Dios, Padre nuestro, tú has creado a los hombres para que vivan en comunión entre sí. Haznos comprender que todo niño es una riqueza de la humanidad y que la violencia contra los demás es un callejón sin salida que no tiene futuro. Te lo pedimos por intercesión de la Virgen Madre de Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.