Palabras del Papa al final de la misa de clausura de las Jornadas de la Juventud

Que dirigió Benedicto XVI el domingo al final de la misa de clausura de las Jornadas Mundiales de la Juventud, antes de rezar la oración mariana del Ángelus.

Colonia, domingo, 21 agosto 2005.

 

        Queridos amigos:

        Hemos llegado al final de esta maravillosa celebración, y también de la vigésima Jornada Mundial de la Juventud. Siento resonar con fuerza en mi corazón una palabra: «¡gracias!». Estoy seguro que esta palabra encuentra un eco unánime en cada uno de vosotros. Dios mismo la ha grabado en nuestros corazones y la ha rubricado con esta Eucaristía, que significa precisamente «agradecimiento». Sí, queridos jóvenes, la palabra de agradecimiento, que nace de la fe, se expresa en el canto de alabanza a Él, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nos ha dado una prueba más de su inmenso amor.

        Nuestro agradecimiento, que se eleva a Dios por el don de este encuentro inolvidable, se extiende a todos los que han preparado su organización y desarrollo. Renuevo en particular mi vivo agradecimiento al Consejo Pontificio de los Laicos, presidido por el arzobispo Stanislaw Rylko, con la ayuda eficaz del Secretario, Mons. Josef Clemens, y a los Hermanos del Episcopado alemán, en primer lugar al arzobispo de Colonia, Cardenal Joachim Meisner. Gracias a las Autoridades políticas y administrativas, que han hecho posible el desarrollo sereno de todas las manifestaciones de estos días; gracias también a tantos voluntarios provenientes de las Diócesis alemanas y de otros muchos países. Y un agradecimiento cordial a los numerosos monasterios de vida contemplativa, que han acompañado con su oración la Jornada Mundial de la Juventud.

        En este momento en que la presencia viva entre nosotros de Cristo resucitado alimenta la fe y la esperanza, tengo la dicha de anunciar que el próximo Encuentro Mundial de la Juventud tendrá lugar en Sydney, Australia, el año 2008. Encomendemos a la guía materna y solícita de la Santísima Virgen María el camino futuro de los jóvenes del mundo entero.