Lo extraordinario de la vida ordinaria

"Insisto: en la sencillez de tu labor ordinaria", escribió san Josemaría, "en los detalles monótonos de cada día, has de descubrir el secreto —para tantos escondido— de la grandeza y de la novedad: el Amor". (Surco, 489)

Textos escogidos de san Josemaría Escrivá
 


        Las obras del Amor son siempre grandes, aunque se trate de cosas pequeñas en apariencia. Dios se ha acercado a los hombres, pobres criaturas, y nos ha dicho que nos ama: Deliciæ meæ esse cum filiis hominum , mis delicias son estar entre los hijos de los hombres. El Señor nos da a conocer que todo tiene importancia: las acciones que, con ojos humanos, consideramos extraordinarias; esas otras que, en cambio, calificamos de poca categoría. Nada se pierde. Ningún hombre es despreciado por Dios. Todos, siguiendo cada uno su propia vocación —en su hogar, en su profesión u oficio, en el cumplimiento de las obligaciones que le corresponden por su estado, en sus deberes de ciudadano, en el ejercicio de sus derechos—, estamos llamados a participar del reino de los cielos.

Es Cristo que pasa, 44, 1

        ¿Cuántas madres has conocido tú como protagonistas de un acto heroico, extraordinario? Pocas, muy pocas. Y, sin embargo, madres heroicas, verdaderamente heroicas, que no aparecen como figuras de nada espectacular, que nunca serán noticia —como se dice—, tú y yo conocemos muchas: viven negándose a toda hora, recortando con alegría sus propios gustos y aficiones, su tiempo, sus posibilidades de afirmación o de éxito, para alfombrar de felicidad los días de sus hijos.

Amigos de Dios, 134, 2

         ¿Has visto cómo levantaron aquel edificio de grandeza imponente? —Un ladrillo, y otro. Miles. Pero, uno a uno. —Y sacos de cemento, uno a uno. Y sillares, que suponen poco, ante la mole del conjunto. —Y trozos de hierro. —Y obreros que trabajan, día a día, las mismas horas...
         ¿Viste cómo alzaron aquel edificio de grandeza imponente?... —¡A fuerza de cosas pequeñas!

Camino, 823

        Me escribía aquel muchachote: "mi ideal es tan grande que no cabe más que en el mar". —Le contesté: ¿y el Sagrario, tan "pequeño"?; ¿y el taller "vulgar" de Nazaret?
         —¡En la grandeza de lo ordinario nos espera El!

Surco, 486

        Insisto: en la sencillez de tu labor ordinaria, en los detalles monótonos de cada día, has de descubrir el secreto —para tantos escondido— de la grandeza y de la novedad: el Amor.

Surco, 489

        "Oyendo esto —que ha venido a la tierra el Rey—, Herodes se turbó, y con él toda Jerusalén".
¡Es la vida cotidiana! Esto mismo sucede ahora: ante la grandeza de Dios, que se manifiesta de mil modos, no faltan personas —incluso constituidas en autoridad— que se turban. Porque... no aman del todo a Dios; porque no son personas que desean encontrarle de veras; porque no quieren seguir sus inspiraciones, y se hacen obstáculo en el camino divino.
         —Estáte prevenido, sigue trabajando, no te preocupes, busca al Señor, reza..., y El triunfará.

Forja, 248