"Año Eucarístico (II)"

Ya introducidos en el "Año de la Eucaristía", en el que el Santo Padre anima a los cristianos a "volver a comenzar desde Cristo", presentamos una segunda entrega de textos del fundador del Opus Dei, para meditar con ellos sobre la Eucaristía.

Textos escogidos de san Josemaría Escrivá
www.opusdei.org

 


Conversaciones con Mons. Escrivá

        Celebramos la Sagrada Eucaristía, el sacrificio sacramental del Cuerpo y de la Sangre del Señor, ese misterio de fe que anuda en sí todos los misterios del Cristianismo. Celebramos, por tanto, la acción más sagrada y trascendente que los hombres, por la gracia de Dios, podemos realizar en esta vida: comulgar con el Cuerpo y la Sangre del Señor viene a ser, en cierto sentido, como desligarnos de nuestras ataduras de tierra y de tiempo, para estar ya con Dios en el Cielo, donde Cristo mismo enjugará las lágrimas de nuestros ojos y donde no habrá muerte, ni llanto, ni gritos de fatiga, porque el mundo viejo ya habrá terminado.

(Punto 113)

Camino

        Considera lo más hermoso y grande de la tierra..., lo que place al entendimiento y a las otras potencias..., y lo que es recreo de la carne y de los sentidos...
        Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo entero. —Y eso, junto con todas las locuras del corazón satisfechas..., nada vale, es nada y menos que nada, al lado de ¡este Dios mío! —¡tuyo!— tesoro infinito, margarita preciosísima, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo en el portal donde quiso nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte ignominiosa... y en la locura de Amor de la Sagrada Eucaristía.

(Punto 432)

        Cuando te acercas al Sagrario piensa que ¡El!... te espera desde hace veinte siglos.

(Punto 537)

        Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores. —Está escondido en el Pan.
        Se humilló hasta esos extremos por amor a ti.

(Punto 538)

        No dejes la Visita al Santísimo. —Luego de la oración vocal que acostumbres, di a Jesús, realmente presente en el Sagrario, las preocupaciones de la jornada. —Y tendrás luces y ánimo para tu vida de cristiano.

(Punto 554)

Forja

        Niño bueno: los amadores de la tierra ¡cómo besan las flores, la carta, el recuerdo del que aman!...
         —Y tú, ¿podrás olvidarte alguna vez de que le tienes siempre a tu lado... ¡a El!? —¿Te olvidarás... de que le puedes comer?

(Punto 305)

        En el Santo Sacrificio del altar, el sacerdote toma el Cuerpo de nuestro Dios y el Cáliz con su Sangre, y los levanta sobre todas las cosas de la tierra, diciendo: Per Ipsum, et cum Ipso, et in Ipso —¡por mi Amor!, ¡con mi Amor!, ¡en mi Amor!
        Unete a ese gesto. Más: incorpora esa realidad a tu vida.

(Punto 541)

        Cuenta el Evangelista que Jesús, después de haber obrado el milagro, cuando quieren coronarle rey, se esconde.
         —Señor, que nos haces participar del milagro de la Eucaristía: te pedimos que no te escondas, que vivas con nosotros, que te veamos, que te toquemos, que te sintamos, que queramos estar siempre junto a Ti, que seas el Rey de nuestras vidas y de nuestros trabajos.

(Punto 542)

        El más grande loco que ha habido y habrá es El. ¿Cabe mayor locura que entregarse como El se entrega, y a quienes se entrega?
        Porque locura hubiera sido quedarse hecho un Niño indefenso; pero, entonces, aun muchos malvados se enternecerían, sin atreverse a maltratarle. Le pareció poco: quiso anonadarse más y darse más. Y se hizo comida, se hizo Pan.
         —¡Divino Loco! ¿Cómo te tratan los hombres?... ¿Yo mismo?

(Punto 824)