El documento de la Santa Sede destaca la igual dignidad y el reconocimiento de la diferencia. |
Saliendo al paso |
Ante la difusión de algunas visiones antropológicas que sostienen que la distinción entre hombre y mujer es una construcción cultural, y que por tanto cuestionan la necesidad de la familia compuesta de padre y madre o equiparan la homosexualidad a la heterosexualidad, la Santa Sede ha publicado una Carta sobre la identidad de la persona humana en sus dimensiones masculina y femenina. El documento, elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, aprobado por el Papa y firmado por el cardenal Joseph Ratzinger, es un estudio de siete mil quinientas palabras (37 páginas) sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo. El texto está escrito con un lenguaje expositivo, de tono elevado, a veces casi poético, especialmente cuando trata de la antropología bíblica. No obstante ese rigor, y a pesar de que está exento de afirmaciones que podrían ser tachadas de moralismos, algunas reacciones a la publicación demuestran que no será de fácil aceptación. | |
Sin antagonismos ni supremacías |
Rivalidad
entre los sexos La segunda tendencia es consecuencia de la primera: para evitar cualquier supremacía de uno u otro sexo, se tiende a cancelar las diferencias, consideradas como simple efecto de un condicionamiento histórico-cultural. En esta nivelación, la diferencia corpórea, llamada sexo, se minimiza, mientras la dimensión estrictamente cultural, llamada género, queda subrayada al máximo y considerada primaria. El obscurecerse de la diferencia o dualidad de los sexos produce enormes consecuencias de diverso orden. Esta antropología, que pretendía favorecer perspectivas igualitarias para la mujer, liberándola de todo determinismo biológico, ha inspirado de hecho ideologías que promueven, por ejemplo, el cuestionamiento de la familia a causa de su índole natural bi-parental, esto es, compuesta de padre y madre, la equiparación de la homosexualidad a la heterosexualidad y un modelo nuevo de sexualidad polimorfa. | |
Siempre dos personas distintas que se complementan |
Reconocimiento
de la diferencia Una vez definido el problema, el documento propone algunos aspectos esenciales de la antropología cristiana, fundados en la Sagrada Escritura, y explica porqué la Iglesia habla de colaboración activa entre el hombre y la mujer, precisamente en el reconocimiento de la diferencia misma. El capítulo más extenso del documento está dedicado a una reflexión sobre los dos pasajes del Génesis que narran la creación del hombre y la mujer. Se destacan tres aspectos: el ser humano es una persona, como hombre y como mujer; el cuerpo humano, en su masculinidad o feminidad, está llamado a existir en la comunión y en el don recíproco; aunque estén obscurecidas por el pecado, estas disposiciones originarias del Creador no podrán ser nunca anuladas. La igual dignidad de las personas se realiza como complementariedad física, psicológica y ontológica", con una armónica relación que "sólo el pecado y las estructuras de pecado inscritas en la cultura han hecho potencialmente conflictivas. La antropología bíblica sugiere afrontar desde un punto de vista relacional, no competitivo ni de revancha, los problemas que a nivel público o privado suponen la diferencia de sexos. | |
Concretando en la realidad de la vida |
Armonizar
familia y trabajo Esto implica, además, que las mujeres estén presentes en el mundo del trabajo y de la organización social, y que tengan acceso a puestos de responsabilidad que les ofrezcan la posibilidad de inspirar las políticas de las naciones y de promover soluciones innovadoras para los problemas económicos y sociales. El documento afirma que no se puede olvidar que la combinación de familia y trabajo asume, en el caso de la mujer, características diferentes que en el del hombre. Se plantea por tanto el problema de armonizar la legislación y la organización del trabajo con las exigencias de la misión de la mujer dentro de la familia. El problema no es solo jurídico, económico u organizativo, sino ante todo de mentalidad, cultura y respeto. Se necesita, en efecto, una justa valoración del trabajo desarrollado por la mujer en la familia. En tal modo, las mujeres que libremente lo deseen podrán dedicar la totalidad de su tiempo al trabajo doméstico, sin ser estigmatizadas socialmente y penalizadas económicamente. Por otra parte, las que deseen desarrollar también otros trabajos, podrán hacerlo con horarios adecuados, sin verse obligadas a elegir entre la alternativa de perjudicar su vida familiar o de padecer una situación habitual de tensión, que no facilita ni el equilibrio personal ni la armonía familiar. | |
Somos seres espirituales |
Fecundidad
no solo biológica "Así como la maternidad física le recuerda a la virginidad que no existe vocación cristiana fuera de la donación concreta de sí al otro, igualmente la virginidad le recuerda a la maternidad física su dimensión fundamentalmente espiritual: no es conformándose con dar la vida física como se genera realmente al otro. Eso significa que la maternidad también puede encontrar formas de plena realización allí donde no hay generación física. | |
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