Mujer y pensamiento único
Marosa Montañés Duato

 


 

 

 

 

 

 

 

El sexo y el género

        Un rotundo no al pensamiento único, ésa manera de pensar que anula la identidad de la mujer, viola sus derechos y la considera un instrumento útil para intereses concretos... y no hablo del pasado sino del presente, porque existe una mentalidad con altas dosis de machismo tanto en algunos hombres como en algunas mujeres... resulta conveniente, y además oportuno, recordar el papel o el rol que la mujer puede y debe desempeñar en este tercer milenio, recién estrenado.

        Sólo me centro en un aspecto –son muchos más–, y espero que no sea virtual sino real: el feminismo sin fecha de caducidad consiste en “igualdad en los derechos y en las oportunidades pero complementariedad en las funciones”; maternidad y paternidad no son idénticas ni en sus caracteres genéticos ni biológicos y esta realidad cuando es respetada, enriquece la personalidad humana, y cuando no lo es, empobrece de tal forma la identidad y dignidad humanas que convierte en un monstruo al presunto/a maltratador... ¿ud. quiere ser un monstruo o un ser cada vez más humano hasta conseguir que su entorno se humanice?... le doy, una pista, de ud. dependerá lo demás.

        Existen dos sexos –mujer y varón– y no es lo mismo sexo que género, el primero es un referente biológico-genético y el segundo es un referente funcional; esta terminología tan actual, el género, puede distorsionar la verdad: nacemos con un sexo –masculino o femenino– porque no somos asexuados y desempeñamos una función, que puede ser diferente en cada siglo o en cada época...; el sexo es uno y el género dependerá del rol puntual de cada sociedad: hasta hace unas décadas y como consecuencia del poder masculino, a la mujer se le asignó una tarea doméstica, casi exclusivamente, y se le negó otro tipo de alternativas (muchas escritoras de la historia de la literatura publicaron libros bajo seudónimo); pero en el siglo XX se produjo un cambio de mentalidad, y se igualaron los papeles masculino y femenino dentro del hogar (por lo menos en el mundo occidental) al incorporar el 50% de aportación del hombre al hogar; ésta es la pista clave para humanizarnos y humanizar el entorno social: desarrollarnos como mujer o como hombre en cada caso, buscar la complementariedad en el sexo contrario y encontrar la igualdad de género en el trabajo, en el hogar, en las relaciones sociales, en vida cotidiana... no es lo mismo ser madre que padre, ser mujer que hombre, ser esposa que marido, ser hermano que hermana, ser colega que contrincante, ser amiga que amigo,... ser en realidad uno mismo no un ser diferente a como debemos ser porque no hemos encontrado el camino...; no se trata de innovar porque sí, ni de provocar una metamorfosis radical... ni de ir por la vida de “progre” porque se lleva: se trata de encontrar la identidad de uno mismo de acuerdo con la naturaleza humana y con su dignidad... hay cosas que deben cambiar y otras que no deben hacerlo, si queremos sobrevivir, supervivir, o simplemente vivir en y con paz.

Sin miedo a la verdad

        ¿Y eso cómo se logra?: las cosas que valen la pena no se alcanzan a la primera, y a veces, ni a la segunda... pero se logran cuando pensamos en profundidad y en libertad y no tenemos prisa por obtener frutos inmediatos...; y ésta puede ser la senda, aunque nos resulte angosta, y éstos sus pasos: conocernos mejor, conocer mejor lo que debemos ser, conocer mejor a los que nos rodean, conocer mejor los “por qués” de las situaciones y acontecimientos y crear en nuestro interior una personalidad –definida como la capacidad de ser persona–, forjada en la verdad, en la realidad y en la apertura hacia la trascendencia .