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- ANTECEDENTES
DEL MOVIMIENTO ANTINATALISTA
- Autores
y su pensamiento
A lo largo de la historia, diversos personajes han previsto desgracia
debidas al “impacto terrorífico” de un supuesto exceso
de población sobre la tierra. El primero en enunciar estas teorías
fue Thomas Robert Malthus, economista inglés que en 1798
escribió el “Un ensayo sobre el principio de la población”,
obra en la que abordaba el incipiente desequilibrio entre “incremento
natural de la población y de los alimentos”. En la práctica,
según Malthus, mientras que la producción de alimentos aumenta
en progresión aritmética (1, 2, 3, 4...), la población crece en
progresión geométrica (2, 4, 8, 16...), de modo que “la
época en que el número de los hombres es mayor que el de los medios
de subsistencia, ya ha llegado desde hace tiempo”.
La historia ha desmentido esta teoría puesto que, desde entonces,
la población ha crecido por lo menos seis veces, mientras que
la producción y el consumo de alimentos han aumentado mucho más
rápidamente y la calidad de vida de finales del s. XVIII no es,
en absoluto, comparable con la actual. De todos modos, el pensamiento
de Malthus sigue ejerciendo gran influencia en muchos ámbitos.
En 1968, el entomólogo (ni siquiera demógrafo) Paul Ehrlich,
publicó su libro “La bomba de la población”, donde
profetizaba que “la batalla para alimentar a toda la humanidad
se acabó. En la década de los 70, nos enfrentaremos a hambrunas,
y cientos de millones de habitantes morirán a causa del hambre
a pesar de cualquier programa que se ponga en marcha ahora”.
Dos años después, señaló que “65 millones de americanos
y otros 4.000 millones de personas morirán de hambre en la Gran
Mortandad que ocurrirá entre 1980 y 1989”.
En el mismo año, W. y P. Paddock escribían “Famine-1975!”
(¡Hambruna 1975!), previendo para ese año un terrible cataclismo
que habría acabado con gran parte de la población, en particular
de la India.
La carencia a que se referían estos autores no sólo afectaba a
los alimentos, sino también a otro tipo de productos vitales para
la sociedad: los minerales, combustibles fósiles, lugares para
depositar los desechos, etc.
Una vez más, las previsiones se revelaron falsas. Como ilustró
ingeniosamente la revista “The Economist” ( “A
populous planet”, 3.9.94), antes de la Conferencia de
El Cairo sobre Población y Desarrollo, “al mantenerse la
disponibilidad de alimentos, (los neomalthusianos) empezaron a
preguntarse si las inversiones permitirían garantizar el trabajo
a las nuevas generaciones. Cuando el trabajo apareció, comenzaron
a inquietarse porque la disponibilidad de capital aumentaría demasiado
lentamente para mantener el crecimiento del nivel de vida, Cuando
éste siguió creciendo, previeron el agotamiento de las reservas
naturales. Y dado que éstas continúan produciéndose, afirman que
el crecimiento de la población dañará el medio ambiente. Ésta
es la situación en que más o menos se encuentra hoy el debate”.
En efecto, como se verá, la escuela neomalthusiana encaja perfectamente
con la ideología ecologista que se inició en los años 60 y que
ha derivado en el concepto de “desarrollo sostenible”.
- Primeras
Conferencias Internacionales
Justo después de la Segunda Guerra Mundial se empezó a hablar
de cumbres mundiales sobre la población, cuando Julian Sorell
Huxley ocupó la dirección de la UNESCO (Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia). Huxley era
uno de los ideólogos del movimiento eugenésico, y entre 1946 y
1948, se esforzó en introducir en la agenda internacional “políticas
específicas para la población”, proponiendo un Congreso
Mundial.
Ese primer congreso, cuyos participantes eran expertos mundiales
y no representantes de los gobiernos, tuvo lugar en Roma en 1954.
Le siguió otro en Belgrado, en 1965. En 1969, cuando la “cuestión
demográfica” se había introducido con fuerza en las Naciones
Unidas, el Secretario General U. Thant, creó el FNUAP (Fondo de
Naciones Unidas para las actividades en materia de población),
que convocó en Bucarest la Primera Conferencia Internacional sobre
Población, con representantes de los gobiernos (1974).
Fue en Bucarest donde los gobiernos llegaron a un acuerdo sobre
políticas de planificación familiar, concepto que sería confirmado
y reforzado en la siguiente Conferencia, México 1984.
La siguiente, El Cairo 1994, acabaría consolidando la visión cada
vez más extendida en la ONU y sus organismos, que muestra la presunta
“superpoblación” como el enemigo que la comunidad
internacional debe combatir. Otras conferencias posteriores (Río’92,
sobre Medio Ambiente, Estambul’94, sobre asentamientos humanos,
y Beijing’95, sobre la mujer) han ido apoyando esta línea,
cada una confirmando el contenido de las anteriores y dándole,
por tanto, carácter de “soft law” o Derecho originado
por la “práctica o costumbre internacional”.
La propia Secretaria General del FNUAP, Nafis Sadik, en su discurso
de conclusión de la Conferencia de El Cairo, afirmó que “el
Programa de Acción que ha sido aprobado, tiene la capacidad de
cambiar el mundo”. Ya desde el inicio, se plantearon objetivos
claros de control de la natalidad. Las mismas palabras del Jefe
de la Delegación de EEUU, el entonces Subsecretario del Departamento
de Estado de la Administración Clinton, Timothy Wirth, no dejan
lugar a dudas: “Los EEUU han venido a El Cairo por tres
razones: alcanzar un acuerdo global sobre las estrategias de fondo
para la planificación familiar; aumentar los fondos y los programas
de planificación familiar, y constituir una red de estructuras
que garanticen la actuación de las políticas de planificación”.
En la Conferencia no se afrontaron los diversos factores que afectan
a la relación entre población y desarrollo. Tanto el Programa
de Acción aprobado como documento final, como el debate de la
asamblea se centraron en el “control de la población del
Tercer Mundo”. Se describía “el crecimiento sin precedentes
de la población” como un peligro para la supervivencia de
las futuras generaciones, el mantenimiento de los recursos y la
preservación del medio ambiente. Sobra notar que cuando se habla
de “población excesiva” se refiere, exclusivamente,
a la de los países en vías de desarrollo, ya que los países industrializados
sufren, más bien, el problema contrario: una bajísima tasa de
natalidad. No es casualidad que el único compromiso económico
concreto previsto por el Plan de Acción, se refiera precisamente
a las políticas demográficas orientadas al control de la población
en los países del Tercer Mundo, objetivo que une a fundaciones
occidentales, agencias de ayuda al desarrollo, instituciones multilaterales
y “ministros para la población” de los países destinatarios.
Veinte años es el tiempo previsto por el Programa de Acción para
“rediseñar el mundo”. Un período que verá crecer de
manera considerable los recursos destinados por la ONU al control
de la población de los países menos desarrollados (de 1.700 a
2.050 millones de dólares, entre los años 2000 y 2015), sumados
a los de los gobiernos de los países desarrollados, del Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Ingentes recursos
que se dedicarán a la investigación de nuevos productos anticonceptivos
y abortivos por las multinacionales químico-farmacéuticas, y que
sostendrán a las ONGs dedicadas a actividades antinatalistas.
Por otra parte, la tesis, repetida en El Cairo hasta la saciedad,
de que “para promover el desarrollo se debe controlar la
población”, supeditará toda ayuda al desarrollo de los países
más pobres, al requisito del control de su población.
En consecuencia, la intervención de los organismos internacionales
y los Estados en la esfera más íntima de la persona (su capacidad
procreativa y su vida sexual), está causando una revolución en
las relaciones entre Estados, entre el Estado y la persona e,
incluso, entre las personas.
La Conferencia de El Cairo es el punto de partida de un movimiento
que pretende “transformar el mundo”. Y cuenta con
tales medios de difusión que ya ha llegado a modificar los valores
e ideas personales: en nuestra sociedad, ya se da por descontado
que “somos demasiados” en la tierra, que la población
del Tercer Mundo se muere de hambre porque tiene demasiados hijos,
y que para alcanzar “calidad de vida” y “realización
personal”, el tamaño de la familia debe ser reducido.
- LOS
ARGUMENTOS ANTINATALISTAS Y SUS RESPUESTAS
Tres son los argumentos más utilizados por quienes abogan por las
políticas antinatalistas.
- El exceso de población sobre la tierra
- La contaminación del medio ambiente
- La insuficiencia o escasez de recursos
alimentarios, fuentes de energía y reservas naturales
Se trata de unos argumentos que, si bien cuentan con datos ciertos,
son falsos en su raíz y conclusiones, y esconden, más bien, intereses
ideológicos, políticos y económicos, que se verán más adelante (apdo.
3).
RESPUESTAS A LOS ARGUMENTOS
- El
exceso de población sobre la tierra
El primer argumento que esgrimen los antinatalistas es el fantasma
del crecimiento imparable.
Es una realidad que entre 1825 y 1925 (revolución industrial en
Occidente), la población mundial se duplicó, pasando de 1.000
a 2.000 millones de habitantes. Durante los años siguientes, hasta
la década de los ’80, la población aumentó más del doble,
con una tasa de crecimiento insólitamente alta.
En estas estadísticas se basan los demógrafos para afirmar que,
de no implementar políticas serias de contención de la natalidad,
estamos destinados a una tragedia universal. Esta visión catastrofista
se refleja en el discurso del entonces Vicepresidente de los EEUU,
Al Gore, en la Conferencia de El Cairo, según el cual, “el
peligro del crecimiento demográfico es comparable al de la proliferación
nuclear”.
Sin embargo, este alarmismo carece de base real que lo justifique.
Hoy no se está viviendo un período de explosión demográfica, sino
de transición o cambio. La población mundial tiende a estabilizarse,
con perspectivas de decrecimiento muy cercanas.
Según el Premio Nobel de Economía, Amartya Sen (“La mentira
demográfica”), el tercer mundo está pasando por los mismos
cambios demográficos por los que pasaron Europa y Norteamérica
durante la Revolución Industrial. Es decir, se experimenta un
aumento rápido de la población por un período largo, pero transitorio.
La diferencia está en que el resto del mundo está prácticamente
alcanzando el ritmo de “crecimiento cero”.
Por otra parte, ni el manejo de las estadísticas ni los cálculos
de las reservas mundiales son exactos, ni la demografía aporta
conclusiones ciertas. La capacidad anticipadora de los demógrafos
es bastante escasa. Lo demuestran los datos presentados a continuación.
Como se ha visto antes, Paul Ehrlich advirtió que en los años
70, cientos de millones de personas morirán de hambre. Llegada
esa fecha, retrasó a la década de los 80 tales augurios, que afectarían
a 65 millones de americanos. El tiempo ha demostrado que ninguna
de estas catástrofes se ha producido en tales términos.
En los años 60 se calculó que Nigeria alcanzaría en los 90, 156
millones de habitantes. En la actualidad, tiene 119. Brasil, en
tanto, alcanzaría 210 millones de habitantes. La realidad habla
de 153 millones.
En la actualidad pueblan el mundo cerca de 6.000 millones de personas.
Se dan varias hipótesis de crecimiento de la población mundial
hasta el año 2150. La hipótesis más elevada es entregada por el
servicio del FNUAP (Informe sobre la Población Mundial 1992):
12.000 millones de habitantes. La hipótesis intermedia se sitúa
en 10.000 millones. La baja, entre 7.000 y 9.000 millones.
Es importante recalcar que la tasa real de crecimiento de la población
mundial está registrando, desde hace 30 años, una sensible baja,
debido al llamado “invierno demográfico” y a la difusión
de las políticas anticonceptivas y abortistas (cada año se producen
50 millones de abortos quirúrgicos y 140 millones causados por
los principales anticonceptivos de efecto abortivo).
TENDENCIAS DEMOGRÁFICAS ACTUALES
Descenso de las tasas de fecundidad
- En 1997, la División de Población
del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU,
reunida para estudiar la caída de la fecundidad y sus causas,
reconoció que de 185 países del mundo, 51 no lograban reemplazar
a sus generaciones. Más aún, en 13 de ellos, el número anual
de defunciones superaba al de nacimientos.
- En 2001, la misma División de la
ONU y el Census Bureau de EEUU coincidían en reconocer los
siguientes datos:
- De 1950 a 2000, el nivel mundial
de fertilidad descendió en más del 40% (equivalente a
dos nacimientos menos por mujer).
- La fertilidad por debajo de
la tasa de reposición ha alcanzado ya a 83 países del
mundo, que representan el 44% de la población mundial
(2.700 millones de personas), y no se limita a los países
más desarrollados (también están países del Caribe –Barbados,
Cuba y Guadalupe-, africanos –Túnez-, orientales
–Líbano- y asiáticos –Sri Lanka, Hong Kong,
Singapur, Corea, Tailandia y Taiwán, sin contar la más
baja del mundo, China-).
- Nueve de los 15 países en desarrollo
más poblados registran niveles de fertilidad inferiores
a los que caracterizaron a los EEUU en 1965, y durante
los últimos 25 años, en ocho de ellos esos niveles se
redujeron a la mitad.
- Aunque los países del África
Subsahariana y Oriente Medio siguen siendo los de fertilidad
más elevada (900 millones de habitantes en el 2000, 1/7
de la población mundial), el descenso sigue siendo significativo
(en Kenia, se redujo el equivalente a 4 hijos menos por
mujer, en sólo 20 años).
- En consecuencia, países que
representan la mitad de la población, registran hoy un
“incremento cero”, y parte de ese porcentaje
está sufriendo una grave disminución de su población.
- En cuanto a las causas de este drástico
descenso de la fertilidad en el mundo, no existen razones
claras: afecta a países tan diversos, que no se podría identificar
elementos socioeconómicos o políticos comunes.
A menudo, en los informes de la ONU se identifican la pobreza
y el analfabetismo (especialmente el femenino) como causantes
de altas tasas de fertilidad. Sin embargo, estas características
no han impedido que Bangladesh redujera a la mitad su tasa
de fecundidad en sólo 25 años.
Del mismo modo, se suelen ver las actitudes tradicionales
y los valores religiosos como un obstáculo para la transición
de altas a bajas tasas de fertilidad. Sin embargo, en Irán,
un país sometido a un estricto régimen islámico, descendieron
en 2/3 y están en el límite del reemplazo generacional.
Por último, esta drástica caída de la fertilidad se suele
atribuir a la difusión cada vez mayor de programas de planificación
familiar, auspiciados por Organismos Internacionales, ONGs
y Gobiernos. Pero países como Brasil no han adoptado nunca
un programa de este tipo, y sin embargo la fertilidad ha caído
en un 50% durante los últimos 25 años.
Previsiones de crecimiento de la población
Curiosamente, las previsiones de crecimiento emitidas por la ONU
en los últimos diez años, han ido sufriendo variaciones importantes,
lo que indica que las cifras manejadas no son suficientemente
fiables.
- En el Informe “Estado de la
Población Mundial” de 1992, la FNUAP estimaba el crecimiento
anual en 97 millones de personas.
- En 1994, el Borrador del Programa
de Acción preparado para la Conferencia de El Cairo, tan sólo
dos años más tarde, ya corregía la estimación para los siguientes
20 años, reduciéndola a 90 millones de personas.
- Al final de dicha Conferencia, el
Programa de Acción aprobado reduce la cifra a 86 millones.
Así pues, en sólo dos años, la cifra de población mundial
estimada para el 2015 se cambió de 7.500 a 7.320 millones
(una diferencia de 180 millones de personas no es en absoluto
despreciable). La misma ONU reconoció en el documento “Perspectivas
de la población mundial” de 1994, que la explosión demográfica
pertenece al pasado.
- Seis años después, el Informe sobre
el Estado de la Población Mundial 2000, la cifra del crecimiento
anual queda reducida a 75 millones de personas, lo que dejaría
en cerca de 7.100 millones las estimaciones de población mundial
para el 2015 (una diferencia de 400 millones de personas con
respecto a la estimación de 1992). Y las previsiones del Census
Bureau de EEUU para 2025 se refieren a una población mundial
de 7.800 millones, un 30% superior a la de nuestros días.
En ese mismo año, la tasa de crecimiento anual estará por
debajo del 0,8%, un ritmo mucho más lento que el 1,3% previsto
actualmente, y todavía más que el 2% que llegó a estimarse
a finales de los 60. En conclusión, en el 2025 nacerán menos
niños en todo el mundo que en cualquier año de las cuatro
décadas anteriores. Pero el aspecto más preocupante es que
el crecimiento de ese año se concentrará en zonas geográficas
muy concretas: África subsahariana, países del Norte de África
y Oriente Medio. La población de ese continente será superior
a la suma de todos los países más desarrollados.
Por lo que se refiere a los países más desarrollados, el mismo
Census Bureau estima para los próximos 25 años un crecimiento
natural de sólo 7 millones de personas al año, de modo que
a partir del 2017 las defunciones superarán a los nacimientos,
algo que ya está empezando a suceder en algunos países europeos,
y sucedería en muchos más si no fuera por los nacimientos
que se producen en el seno de las familias inmigrantes. Para
evitar un declive absoluto de la población europea se necesitaría
doblar el volumen de inmigración actual (del millón actual
a 1,8 millones anuales), y para reforzar el grupo de edad
de 15 a 64 años –la fuerza de trabajo-, debería casi
cuadruplicarse (alcanzando como mínimo los 3,6 millones de
personas). Esas migraciones transformarían radicalmente la
sociedad europea occidental: en 2050, los descendientes de
extraeuropeos compondrían un cuarto de la población total.
Otro caso a analizar es Japón. Sus niveles actuales de inmigración
son prácticamente cero. Para mantener el volumen actual de
población, debería aceptar una media de cerca de 350.000 entradas
anuales en los próximos 50 años, y casi el doble para mantener
la población en edad de trabajar. De aplicarse esta segunda
solución, en 2050 1/3 de la población total sería de origen
extranjero.
Envejecimiento de la población
En 1950, el 32% de la población mundial vivía en los países desarrollados
de occidente, junto con Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.
En la actualidad, ese porcentaje se reduce al 12%. Si en 1900
Europa contaba con el 25% de la población mundial, en el 2050
tendrá solamente el 7%.
Europa es el continente donde el fenómeno de la despoblación y
el envejecimiento se dan con mayor dramatismo. Casos como España
e Italia son preocupantes: las mujeres españolas tienen un promedio
de 1,07 hijos, cuando el mínimo para que se dé el reemplazo generacional
es de 2,1. La mayoría de los países del entorno europeo ya no
se reemplazan. La tasa media europea es de 1,6 hijos por mujer,
todavía menor en Europa del Este y ex bloque comunista, donde
alcanza el 1,3.
Recientemente el Presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi,
advertía a los gobiernos que en el 2005 cerca de 1/3 de la población
del continente estará cobrando sus pensiones, que cargarán excesivamente
a los contribuyentes. A medida que la población llega a la edad
de jubilación, pasa a depender del seguro social y de un sistema
de salud cada vez más extenso. Es un problema que se complica
precisamente porque, además de que la expectativa de vida crece
de modo continuado, disminuye a la vez el número de trabajadores
jóvenes para sostenerlos. Además, las leyes permiten la jubilación
anticipada. En Italia un trabajador puede retirarse a los 50 años,
a pesar de que la edad legal es, en general, de 65 años. Dado
que la sanción por la jubilación anticipada es de poca consideración,
muchos optan por ella, de modo que la edad promedio a la que se
están retirando los trabajadores europeos es de 61 para los hombres
y 58 para las mujeres. La única solución es la inmigración, con
las consecuencias sociales y culturales que empiezan a ser patentes
en muchos países europeos. La eutanasia también empieza a plantearse
como una “solución” a la sobrecarga de los servicios
sanitarios.
En definitiva, sólo en ciertas zonas del mundo la población se
mantendrá en edades relativamente jóvenes. En 2025, la edad promedio
en África subsahariana será de 20 años (edad que caracterizó a
la humanidad desde el Neolítico hasta la revolución industrial).
Por el contrario, en los países más desarrollados hoy se sitúa
en los 37, y en 25 años alcanzará los 43 (39 en EEUU gracias a
la inmigración y una tasa un poco más alta de fertilidad). En
Alemania será 46, en Grecia y Bulgaria 47, y en Japón llegará
a los 49 (más de 1/5 de la población superará los 70 años de edad,
y una de cada 6 personas tendrá 75 o más, superando el número
de menores de 15 años).
En conclusión, en vez de estar experimentando un fenómeno de sobrepoblación,
la humanidad está sufriendo actualmente una peligrosa IMPLOSIÓN
DEMOGRÁFICA. La población mundial está envejeciendo y disminuyendo
a un ritmo acelerado, A medida que las tasas de fertilidad disminuyen,
el aborto, la anticoncepción y la longevidad aumentan, el mundo
se encuentra en un nuevo paradigma en que los ancianos superan
a los jóvenes.
“El crecimiento de la población ha sido factor fundamental
para el desarrollo económico (...). El crecimiento poblacional
es un factor importante del crecimiento de la economía”
Gary Becker, Premio Nobel de Economía
OTROS MITOS SOBRE LA “SUPERPOBLACIÓN”
- ¿Cabe más gente en nuestro
planeta? La Tierra es un planeta, en cierto modo,
deshabitado
Paradójicamente, sólo el 0,8% de la superficie total del planeta,
está habitado. Pero existe a nuestro alrededor un proceso
de urbanización tan rápido que nos da la sensación de ser
demasiados. Por el contrario, fuera de nuestras ciudades existe
un mundo poco habitado. Basta pensar que sólo el 3% del territorio
de Estados Unidos está urbanizado. Y aunque en los próximos
dos siglos la población creciera al ritmo actual, la tierra
continuaría bastante vacía, con un porcentaje de zonas urbanas
que no superaría en cualquier caso el 8% de la superficie
terrestre.
Es cierto que del total de la superficie terrestre (150 millones
de Km2), sólo unos 90 millones son habitables. Aún así, en
el caso de que en el 2100 la población mundial alcanzara las
previsiones más altas (11.600 millones) y las áreas cultivadas
se doblasen (algo que no es necesario, a causa de los avances
científicos aplicados a la agricultura), la densidad de población
sería de 184 personas por Km2. Una cifra inferior, por ejemplo,
a la que tiene actualmente Italia (191), un país no precisamente
“sobrepoblado”.
- ¿Es posible el desarrollo
económico de los países altamente poblados? No está
demostrada una relación entre pobreza y densidad de población
Científicamente nunca ha sido demostrado que exista una relación
entre la densidad de población de un país y su nivel de riqueza
y desarrollo. Hay países poco poblados que son desarrollados,
como Australia, y otros poco poblados que son subdesarrollados,
como es el caso de los países de África Central. Inversamente,
hay países muy poblados que son desarrollados, como Holanda,
que tiene más de 400 personas por Km2, y países muy poblados
y subdesarrollados como Bangladesh.
De los 21 países más pobres del mundo, sólo 7 tienen una densidad
superior a los 100 habitantes por Km2. Por el contrario, entre
los 21 países más ricos, 12 superan esa cifra y 5 de ellos
(Japón, Holanda, Bélgica, Singapur y Hong Kong) tienen una
densidad mayor a la de la India.
Las verdaderas causas de la pobreza y el subdesarrollo hay
que buscarlas en otros factores. Uno de ellos son las decisiones
políticas irresponsables. Ejemplo de ello fue la terrible
hambruna que asoló a Etiopía en los años 80. Su presidente,
Menghistu fue advertido por expertos de la carestía que se
aproximaba. Y en lugar de adoptar medidas preventivas, invirtió
el 46% del Producto Nacional Bruto (cerca de 2,5 millones
de dólares) en gastos militares. E incluso durante el tiempo
en que su pueblo moría de hambre, su gobierno estaba gastando
200 millones de dólares en la celebración del décimo aniversario
de la revolución marxista en su país.
En toda la región del África Subsahariana, se ha gastado en
compra de armamento el doble que en agricultura e industria.
El resultado es que esta zona, teniendo una de las densidades
de población más bajas del mundo, se muere de hambre, mientras
que Europa, con la densidad de población más alta, tiene un
superávit de alimentos en torno a los 30 millones de toneladas.
En el seno de los organismos internacionales se ha consolidado
la visión de una relación determinante entre población y desarrollo,
y se dice a los países: "Controlen su población y van a desarrollarse".
Pero los países pobres lo que necesitan son infraestructuras,
escuelas, saneamiento de las aguas, hospitales, etc. Recursos
que realmente favorezcan su desarrollo y no un control de
la población. No se puede aprobar una política de desarrollo
basada en una mentira científica; en una hipótesis que nunca
fue demostrada, es decir la ideología maltusiana.
- El
argumento de la contaminación del medio ambiente
Es el argumento esgrimido por los ecologistas. Sin embargo, cuando
se habla de ecología sería oportuno referirse a ella como una
“ecología integral”, que no se limite sólo a la conservación
de los reinos vegetal, mineral y animal, sino que incluya la del
ser humano y su familia.
La escuela neo-malthusiana se ha fusionado perfectamente con la
escuela ecologista surgida a inicios de los 70, según la cual,
el crecimiento de la población produce contaminación, erosión
del suelo, deforestación y extinción de las especies animales,
amenazando así al equilibrio ecológico del planeta. Ésta es la
visión que reflejan continuamente entidades como WWF (World Wildlife
Fund), Club de Roma, World-Watch Institute o el Programa de Naciones
Unidas para el Medio Ambiente. Tal como expresan en sus informes
públicos, el hombre es “el verdadero enemigo del equilibrio
medioambiental” (“The first global revolution”
de 1991).
Ante ello, se plantea como objetivo un “desarrollo sostenible”,
concepto clave en el argot de los organismos internacionales,
y que sustenta toda su acción política, económica y social. Se
trata de un nivel de desarrollo en el que los diversos factores
que lo componen (educación, salud, tecnología, infraestructuras,
actividad económica, etc.) mantengan un equilibrio en el uso de
los recursos de modo que se garantice la calidad de vida de las
futuras generaciones. El problema sería definir el punto de equilibrio.
Y precisamente quienes lo definen son los países más desarrollados,
que en su proceso de desarrollo esquilmaron sus propios recursos
y parte de los de sus colonias.
Las cifras
La Conferencia de Río de Janeiro de 1992 sobre Medio Ambiente,
celebrada a los 20 años de la de Estocolmo, la primera en esta
materia, consolidó la creencia general de que el crecimiento de
la población es insostenible para el ecosistema. Desde luego,
es un hecho innegable el deterioro que está sufriendo hoy el medio
ambiente, y es un problema que debe ser afrontado con urgencia.
Pero es necesario ver su dimensión real y sus causas efectivas.
¿Es realmente el crecimiento de la población la causa de este
deterioro?
Basta observar, por ejemplo, los elevadísimos niveles de contaminación
de las repúblicas de la ex Unión Soviética, de 10 a 100 veces
superiores a los de Europa occidental, a pesar de ser países cercanos
al “crecimiento cero” de la población.
El Profesor Commoner, de la Universidad Washington de St. Louis
y Director del Centro de Biología de los Sistemas Naturales, demostró
en su estudio “The environmental costs of economic growth”
que el aumento de la contaminación no es directamente proporcional
a la población, sino al uso de tecnología contaminante. Los
incentivos a la investigación, la producción de “tecnología
limpia” y el acceso de los países más pobres a esta tecnología,
son los verdaderos objetivos a perseguir. Está claro que la difusión
masiva de medios anticonceptivos entre la población no habría
evitado tragedias como las de Chernobyl o Bhopal.
Otra de las causas del deterioro ambiental es, sin duda, el estilo
de vida de la población. Está claro que, si en China cada
ciudadano utilizase el coche para acudir a su trabajo, como sucede
en las grandes urbes de los países desarrollados, los efectos
llegarían a ser dramáticos. Entonces, ¿es la solución reducir
el número de personas, para que todos puedan tener un coche? ¿No
sería mejor que todos los habitantes del planeta nos replanteáramos
cómo estamos viviendo? Sorprenden los datos aportados por Cascioli
en “El complot demográfico” : un francés consume
155 veces más energía que un habitante de Mali, un canadiense
436 veces más que un etíope, y los 57 millones de italianos, lo
mismo que 2.000 millones de chinos. Así pues, ¿multiplicamos el
consumo de energía de los países en desarrollo hasta alcanzar
el de los países avanzados, o bien racionalizamos su uso en todo
el planeta? Porque implica sacrificios y esfuerzos que no pueden
cargarse sobre las espaldas de una parte de la población mundial
(que, además, coincide con la mayoría).
- Datos relativos a la deforestación
de la tierra
Lester Brown, del Worldwatch Institute, ha lanzado varias
veces la señal de alarma sobre la deforestación. Y las ONGs
ecologistas lo proclaman sin cesar: cada año se talan 11 millones
de hectáreas de bosque en 76 países tropicales. Sin embargo,
no se presenta un dato recogido por la FAO: en estos mismos
países, la superficie total del patrimonio forestal es de
2.000 millones de hectáreas. Por lo tanto, el área talada
anualmente representa el 0,6% del total.
Por otra parte, la Agencia estadounidense para el Desarrollo
Internacional, lanzó en 1989 la alarma de que, de mantenerse
el ritmo de deforestación actual, los árboles desaparecerán
de la tierra en el próximo siglo. Analizando los datos facilitados
por el mismo Brown, sería preciso que dicha deforestación
se produjera al doble de la velocidad que él indica, y además,
que no crecieran nuevos árboles, una posibilidad francamente
improbable. Es curioso cómo los países más ricos, una vez
constatados los efectos nocivos de su proceso de desarrollo
sobre sus propios bosques, imponen ahora restricciones a los
países en crecimiento.
En general, los estudios ignoran la capacidad de expansión
y recuperación de los bosques. En algunas regiones del mundo,
ésta puede alcanzar los 20 m3 de madera por hectárea, al año.
En los países tropicales, asciende a 50 m3. A pesar de ello,
los gobiernos no pueden desentenderse de una regulación responsable
del uso de los bosques, y la reposición de los recursos obtenidos.
- Datos relativos a las reservas
de agua
Las reservas de agua en el planeta son enormes. El mayor problema
se presenta en las grandes concentraciones urbanas, sobre
todo cuando las lluvias son escasas. Sin embargo, el buen
aprovechamiento del agua es un tema no resuelto.
En la Conferencia que el Banco Mundial organizó en 1997 para
el estudio de las reservas hidráulicas en el Norte y en la
Zona oriental media de África, se concluyó que el agua malgastada
llega al 40%.
En efecto, existe una falta de conciencia universal en el
uso del agua y la impunidad con que se contaminan algunas
aguas, del mismo modo que se malgasta con verdadera frivolidad
en su uso doméstico. Es necesario diversificar a tiempo el
tratamiento jurídico y económico del consumo, según los destinos
- doméstico, agrícola e industrial - y gravar los del uso
de lujo. La necesaria demanda prioritaria del agua potable
- aseo personal, bebida y cocina - deberá ser satisfecha y
asegurada. Los usos domésticos de riego y del lavado pueden
cubrirse con agua no filtrada ni depurada.
En la actualidad se cuenta con medios técnicos que aumentan
significativamente los suministros de agua: el reciclado de
agua usada (y la diversificación de sus empleos posteriores),
los nuevos sistemas de bombeo y regadío, la desalinización
del agua de mar, el aprovechamiento integral conectado de
los ríos, etc.
En la conferencia citada se llegó a la siguiente conclusión:
se puede lograr un aumento de un 50% del agua disponible para
uso agrícola e industrial, de un 80% para destinos hospitalarios
y de un 90% en la oferta de agua potable, en esta región de
África.
- El
argumento de la insuficiencia o escasez de recursos alimentarios,
fuentes de energía y reservas naturales
Este argumento, tan reiterado, trata de probar que las reservas
son del todo insuficientes para el aumento de la población. Sin
embargo, no lo logra. Nadie duda que las reservas son limitadas.
Lo importante es ver si son suficientes.
Los recursos naturales, en sentido propio, son todos los que la
tierra contiene y ofrece para la vida y usos del ser humano. Unos
son renovables: los que dependen de la luz y el calor del sol.
Por ejemplo, el suelo y el clima no se consumen. Pero otros no
son renovables: por ejemplo, los minerales, ya sean metálicos
(hierro, aluminio, etc.) como no metálicos (combustibles fósiles).
Todos son, de un modo u otro, fuente de energía.
- La historia prueba que los aumentos
de población han llevado inevitablemente a un aumento proporcional
de los recursos para mantenerla.
La humanidad siempre ha sabido encontrar recursos nuevos para
las nuevas necesidades que conlleva el crecimiento de la población.
Esto es, sin duda, por la existencia del fundamental recurso:
el hombre. Como administrador de la tierra, el hombre utiliza
su inteligencia, voluntad y medios para adaptarse y responder
con eficacia a los cambios creados por los aumentos de la
población.
Muchas de las llamadas crisis de producción han sido en realidad
crisis de sobreproducción. En varias ocasiones Estados Unidos,
Canadá y Australia han tenido que promulgar leyes restrictivas
para obligar a sus agricultores a producir mucho menos de
lo que eran capaces. Un fenómeno que ha caracterizado la Política
Agraria Común de la Unión Europea desde sus mismos inicios.
- Es en sí gratuita la tesis de
la radical insuficiencia de los recursos alimentarios para
una población creciente.
La realidad es que, tal como indica Colin Clark, que fue Director
del Instituto de Economía de la Universidad de Oxford, “los
recursos del mundo bastarán de sobra, a la luz de los nuevos
conocimientos técnicos, para satisfacer las necesidades alimentarias
y materiales de la humanidad”.
Un informe de la FAO afirma que la producción mundial de alimentos
entre 1950 y 1979 aumentó en un 30%, incremento que se dio,
principalmente, en países en vías de desarrollo. Más aún,
la tasa anual de crecimiento de la producción mundial de alimentos
está superando la tasa anual de crecimiento de la población
de esos países, salvo algunas excepciones.
Amartya Sen ha precisado que el aumento de los recursos en
el Tercer Mundo está creciendo más rápidamente que la población.
La misma FAO reconoció en un informe de 1994, que se puede
alimentar a la actual población del mundo con los recursos
actuales, y, si los recursos se potenciaran al máximo, serían
suficientes para alimentar al doble de la población.
La Asociación Alemana de Productores Agroquímicos ha realizado
un concienzudo informe sobre las reservas alimentarias de
la tierra, basado en la determinación de las áreas cultivables.
Sus conclusiones son que existen 3.600 millones de hectáreas
cultivables en nuestro planeta, de las cuales, tan sólo 1.400
millones están siendo cultivadas en la actualidad. También
la FAO reconoció en 1980 que sólo el 40% de las tierras potencialmente
agrícolas están cultivadas.
Ya en 1972, Colin Clark calculó que si se hubieran cultivado
las tierras entonces disponibles con las tecnologías más avanzadas
del momento, se habría podido alimentar sin problemas a 35.000
millones de personas. Y según Roger Revelle, ex Director del
Centro de Estudios sobre Población de Harvard, los recursos
agrícolas mundiales son capaces de proporcionar una dieta
diaria de 2.500 calorías para 40.000 millones de personas,
usando menos de ¼ de la superficie terrestre libre de hielos
(frente a 1/9 que se emplea actualmente).
- En cuanto a los recursos minerales,
la naturaleza dispone de grandes yacimientos minerales y de
fuentes de energía que aún deben ser explotados, racionalmente,
por el hombre.
Al igual que con el crecimiento de la población, los antinatalistas
no han hecho, a lo largo de la historia, cálculos muy precisos
sobre las reservas mundiales.
Las reservas de fosfatos están calculadas en 43.000 millones
de toneladas, lo que alcanza para mil años con el actual ritmo
de extracción.
En cuanto al carbón, se estiman reservas de 80.000 millones
de toneladas, bastante más que los 5.000 millones que se estimaban
en 1946. Estos solos bastarían para dos milenios.
Pasando al petróleo, las reservas de explotación se calculan
entre 200.000 y 500.000 millones de toneladas. En 1946, se
estimaban en 76.000 millones de toneladas. A este número se
le suman los 85 millones procedentes de las arenas de alquitrán
y los 300.000 millones de las pizarras bituminosas, la parte
sólida de los sedimentos orgánicos que, sometida a ciertas
temperaturas y presión, permiten también obtener petróleo.
Y además del petróleo y del gas natural, están a disposición
de la humanidad la energía solar (renovable, limpia, fiable
e inmensa), la eólica, la energía acumulada de los mares y
la geotérmica procedente del interior de la tierra, además
de las inmensas posibilidades de la energía nuclear. Sólo
el uranio (según se calculó en la IV Conferencia Internacional
sobre el uso pacífico de la energía atómica, en 1971) cuyas
reservas utilizables son del orden de 4 millones de toneladas,
equivale, en reactores de generación, a unos 6 billones de
toneladas de carbón.
Sea lo que sea de estas cifras, lo cierto es que en el futuro
próximo se utilizarán o desarrollarán otros combustibles y
nuevas fuentes de energía, lo que conllevará cambios en el
estilo de vida y en los modos del consumo. Dos cosas son ciertas:
aumentará la demanda de energía, y cambiarán las fuentes que
la produzcan. Pero también se darán nuevos avances en la ciencia
y el desarrollo tecnológico, para hacer frente con éxito a
las nuevas necesidades.
Puede preverse, por tanto, que la principal fuente de energía
será el sol, que suministrará, entre otros usos, un enorme
potencial de electricidad. Se incrementará el uso de los metales
geoquímicos más abundantes y las tecnologías de comunicación
contribuirán al nuevo estilo de vida. En suma, no faltará
el depósito de la naturaleza, si se usa racionalmente. Es
el hombre y su ingenio lo que no puede faltar.
CONCLUSIONES
- Frente a la tesis apriorística de la
radical insuficiencia, se puede afirmar que la tierra puede
abastecer, sin deterioros ecológicos, a una población muy superior
a la actual, a condición de que se usen racionalmente los
recursos naturales, se aporten los capitales necesarios para desarrollar
una tecnología cada vez más limpia, se fomente la investigación
y el acceso de todos los países a sus resultados, y los gobiernos
de los países en desarrollo administren los recursos correcta
y honradamente.
- El concepto de “recurso”
no lo define la naturaleza, sino la tecnología humana, que convierte
en aprovechable un determinado componente de la naturaleza. De
este modo, las energías renovables, la ingeniería genética aplicada
a animales y vegetales, o la fusión nuclear, abren un horizonte
esperanzador para el mantenimiento del hombre en la tierra. Con
ello, cabe afirmar que es el hombre mismo el recurso primero
y fundamental, con su capacidad de adaptarse y responder a las
nuevas necesidades.
“El hombre es el máximo recurso de todos los recursos
naturales: no es sólo su gran usuario sino, además, su gran descubridor
y explotador. La historia confirma una y otra vez que el hombre,
ante las dificultades, suele reaccionar como ante un desafío,
despertando y desarrollando al máximo sus energías inventivas
y su capacidad de trabajo. El hombre ha sabido encontrar, aún
en épocas de un desarrollo técnico muy inferior al nuestro, soluciones
dignas a sus problemas. Así se ha construido el progreso”.
(Manuel Ferrer Regales, Prólogo de la edición española de El
aumento de la población, de Colin Clark, Madrid 1979).
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