Tiempo sin horas: angustia de vivir

"Las horas": un título para una película que pretende abarcar el misterio de la existencia en 120 minutos.

Desde la lógica las horas no son sino el compás de la vida, el ritmo, el acompañamiento perecedero del existir humano. A veces las horas se convierten en la sana impaciencia ante noticias importantes. Horas de espera ante un nacimiento. Horas de preparación ante un examen. Horas de merecido descanso tras la jornada agotadora, ¿qué son las horas sino las compañeras inseparables de la existencia? Llega el sufrimiento, deseas que las horas se acaben y nunca desaparecen; siempre avanzan, siempre están ahí, ¿y al final? Las horas que acompañan cuando llega el dolor, serán las mismas que necesitamos para encontrar el alivio, la cura...

Autor: María Alcayne Fuente: Mujer Nueva Fecha: 2003-04-10

Tres mujeres que sufren

        En esta película se presentan tres relatos distintos perfectamente entrelazados en el tiempo y separados por una delgada línea de vida. Tres vidas pesadas, llenas de insoportables horas que han de ser vividas sin sentido por tres mujeres; depresivas; vacías de sí mismas; dudosas de sus propios afectos y llenas de todos los miedos sin respuesta propios de la condición humana, es lo que este año se nos presenta como “una de las mejores películas del año” en la última entrega de los Oscar.

        Tres mujeres, aparentemente vivas, revelan los entresijos de una única historia. Virginia Woolf (Nicole Kidman) en 1923 dando vida en su mente a los personajes de su próximo libro. Laura Brown (Julianne Moore) en 1951 superviviente al suicidio ante una existencia vacía de afectos. Clarissa Vaughan (Meryl Streep) en 2001 una madre lesbiana enamorada de un poeta enfermo de sida que acaba de recibir un premio importante, y al que quiere ofrecerle una fiesta de homenaje llena de amigos.

Los hombres son las víctimas

        Una escritora ensimismada –Virginia–, una lectora depresiva –Laura– refugiada en la historia de Virginia, varios protagonistas de la historia –Clarissa y Richard– y las víctimas de la misma son los personajes que nos presenta la película. Curiosamente las víctimas son hombres. El marido de Virginia enamorado de ella muere día a día sacrificando su vida por ella, todo gira en torno a ella, a su enfermedad y depresión ante la vida, primera víctima. El marido de Laura, sencillo, sin grandes aspiraciones en la vida, el hombre que se conforma con tener una buena mujer, hijos y una vida digna, un hombre que sabe querer sin darse cuenta de no ser correspondido por su mujer, segunda víctima. Richard (Ed Harris) tercera víctima no sólo del Sida, aún más, víctima del desamor de su madre que no es otra que Laura que finalmente logró vencer el suicidio pero a cambio del abandono del hogar. Esto dejará huella en Richard hasta conducirle al suicidio. Una cuarta víctima imaginaria pero mencionada en la película es “el padre de la hija” de Clarissa, lesbiana que un buen día decidió ser madre, el padre de su hija no aparece, pero la figura del padre –en esta película– resulta ser la víctima socialmente aceptada e innecesaria, al fin y al cabo cumplió su única función: fecundar el óvulo para concebir al ser deseado. Hija deseada y no querida, como queda patente en un diálogo de la película.

Fracaso de la vida sentimental

        Para muchos espectadores la figura de Virginia Woolf resulta una desconocida. La película nos aproxima a la vida de esta mujer, la única real de las tres. Nos presenta a una mujer testaruda, frágil, inteligente y ensimismada. Una escritora que no piensa en sus lectores, sino que busca resolver las dudas y misterios de la vida en su libro, sin hacer caso a nada ni a nadie. Es la inmadurez personificada: insegura, mimada, incapaz de responsabilizarse, inmersa en un yo que la ahoga. Lo normal es que el “yo” sea el encuentro del “tu”. En la Virginia de la película la reciprocidad no existe.

        ¿Somos las mujeres y los hombres de la vida real como estos personajes? Creo que no, afortunadamente, la vida no es mero sentimiento. Conscientes de que no estamos solos en el mundo, el reto del ser no guiado por el egoísmo consiste en descentrarse del “yo” para depositarlo en los demás, cuando les decimos, "tu me importas, tu me interesas, tu me interpelas a ser mejor, tu me das sentido a mi vida".

Conjunto de preguntas sin respuesta

        Afortunadamente, la vida importa y mucho para la mayoría de las personas, particularmente para los hombres y mujeres con hijos. El amor es un misterio. La prolongación del amor a una misma persona “por los siglos de los siglos” se ve como algo meritorio, se admira, incluso se envidia y normalmente se cataloga como “un imposible”. ¡Qué distinta es la vida cuando el amor copa la propia existencia, le da plenitud!, el amor en sí mismo es la respuesta y acción ante los enigmas de la vida.

        Esta película con el papel de Clarissa encarnado por Meryl Streep es un triste canto sin solución. Una mujer lesbiana (obviamente en el año 2001 el lesbianismo se presenta como algo normal, algo socialmente aceptado y sin escándalos) que comparte su vida con otra mujer; que tuvo una hija “fruto del deseo natural por ser madre... pero sin padre”: nos presenta a la mujer sin esencia, la mujer que acumula en la “madurez” de su vida (pasados los 50) el vacío existencial de una vida guiada por el sentimentalismo y el egoísmo. Una triste película, que elimina la esperanza, la trascendencia de los actos, la búsqueda del sentido. Plantea sin resolver el qué hay después de la muerte. Conclusión, hunde al más optimista de los espectadores en la más plena decepción y desilusión. ¿Para qué luchar? ¿para qué vivir? ¿para qué las poesías del poeta si al final se suicida?

Contra depresión rebeldía

        La vida merece ser vivida con ilusión, realismo y fortaleza. Tratando de leer entre líneas y confiando en la fuerza oculta depositada en todo ser humano para siempre, siempre, seguir adelante.

        Sintamos la vida, querámosla, ennoblezcámosla. “El genio femenino” ha sido dotado para ello, la mujer por excelencia ha sido elegida para transmitir la vida. Llenemos las horas del tiempo de sentido. La angustia de vivir perecerá y será sepultada por las horas que para eso se nos han dado.