La marea negra de la pornografía
Jaime Nubiola Profesor
agregado de Filosofía en la Universidad de Navarra |
En nuestra sociedad hay una notoria contradicción en toda esta materia, pues si bien relega la pornografía a las salas X, a las zonas especiales de los videoclubs o las sex shops sin escaparates, valora por el contrario muy positivamente el erotismo tal como muestran constantemente los medios de comunicación, la publicidad o las modas. Las transparencias y exhibiciones de las modelos en los desfiles de alta costura son un preciso indicador de este ambiente erotizado que multiplican los medios de comunicación. Quizá por ello muchas personas tienden a pensar que el erotismo es un valor cultural que puede llegar a ser un arte exquisito y sofisticado, mientras que la pornografía no sería otra cosa que el erotismo degradado para consumo de los incultos, pobres, o viciosos. Contra
la mujer En la última década viene desarrollándose con singular fuerza el movimiento, originado en Canadá y en auge en Estados Unidos, para la eliminación de la pornografía no por motivos religiosos, sino por la constatación empírica de que las películas pornográficas causan daño a las mujeres, no sólo a las que toman parte en la filmación, sino también a las que son violentadas por los varones excitados por esas películas o que han aprendido en ellas nuevas prestaciones (3). Heridas
en la sensibilidad El negocio pornográfico es una brutal explotación del impulso sexual de los machos, pero, quizá casi a partes iguales, vive también de la curiosidad natural. Lo extraordinario es llamativo, atrae nuestra atención. Se trata de lo que Laumann ha denominado el gaper phenomenon, el fenómeno del asombro que nos deja boquiabiertos: Hay curiosidad por cosas que son extraordinarias y fuera de lo corriente. Es como pasar en coche junto a un horrible accidente. Nadie querría estar envuelto en él, pero todos reducimos la velocidad para mirar (5). Esta poderosa tendencia humana en pos de lo novedoso, de emociones nuevas y de sabores fuertes explica nuestra atención privilegiada a lo extraordinario, a lo anormal y a lo desviado que cautiva nuestra atención. También ayuda a comprender el fenómeno de la producción cinematográfica que hemos denominado pornografía de lujo, en la que la excitación sexual se dosifica prudentemente junto con los sentimientos, la aventura o incluso el lirismo. Un
claro rechazo
-------------------------------------------------------------------------------- (1) Un estudio de la Carnegie Mellon sobre pornografía en Internet aportaba los datos de que el 98,9% de los consumidores on-line de pornografía son varones. Y hay algún indicio de que del restante 1,1% muchas son mujeres pagadas para tomar parte en las chat rooms y en los boletines para que los clientes se sientan más a gusto. P. Elmer-Dewitt, On a Screen Near You: Cyberporn, Time, 3 julio 1995, 38. (2) Cf. G. Cowan y K.F. Dunn, What Themes in Pornography Lead to Perceptions of the Degradation of Women?, Journal of Sex Research, 31 (1994), 11-21; D. Linz y N. Malamuth, Pornography, Sage, Newbury Park, CA, 1993, 4. (3) M. Serrill, Smut that Harms Women, Time, 9 marzo 1992, 48; K. Mahoney, Por una sociedad más limpia, Nuestro Tiempo, diciembre 1992, 86-91; C. MacKinnon, Only Words, Harvard University Press, 1994; M. Le Doeuff, El estudio y la rueca. De las mujeres, de la filosofía, etc., Cátedra, Madrid, 1993. (4) D. Zillmann, Effects of Prolonged Consumption of Pornography, en D. Zillmann y J. Bryant (eds.), Pornography: Research Advances and Policy Considerations, Lawrence Erlbaum, Hillsdale, NJ, 1989, 127-157; D. Zillmann, Influence of Unrestrained Access to Erotica on Adolescents and Young Adults Dispositions toward Sexuality, Journal of Adolescent Health 27 Sup. (2000) 41-44 y R.J. Harris, El impacto de los media explícitamente sexuales, en D. Zillmann y J. Bryant (eds.), Los efectos de los medios de comunicación. Investigaciones y teorías, Paidós, Barcelona, 1996, 329-364; véase también D. Linz y N. Malamuth, Pornography, 16-28 y el reciente estudio de C. Rogala y T. Tydén, Does Pornography Influence Young Womens Sexual Behavior?, Womens Health Issues 13 (2003), 39-43, que da noticia de bibliografía relevante. (5) E. Laumann, Sex in America, 1994; P. Elmer-Dewitt, On a Screen Near You: Cyberporn, 40. (6) Cf. R. Shattuck, Conocimiento prohibido, 359. (7) C.S. Lewis, A Preface to Paradise Lost, cap IV; cf. R. Shattuck, Conocimiento prohibido, 347. (8) Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2525. |