El “sexo seguro”.... un negocio seguro

Ana María Domínguez,
Colombia,
www.mujernueva.org

El Gobierno de Colombia ha anunciado con bombos y platillos la puesta en marcha de una agresiva campaña para reducir el índice de embarazo adolescente que en los últimos años no ha dejado de aumentar en el país (ver noticia). Se estima que en la campaña se pondrán a disposición de alcaldes y gobernadores unos 20.000 millones de pesos (cerca de ocho millones de dólares) para adquirir métodos de planificación como el condón, las pastillas anticonceptivas y la píldora del día después que serán distribuidos entre los jóvenes. Para lo que no parece haber destinado ni un centavo de este suculento presupuesto es para educar a los adolescentes en el verdadero sentido de la sexualidad. Mucho menos para decirles que a su edad lo mejor es no tener relaciones sexuales.

Aún sin tener en cuenta el punto de vista moral, no hace falta ser un gran analista para darse cuenta de que este tipo de campañas no funcionan. Basta ver los resultados que han dado a lo largo y ancho del planeta dondequiera que se hayan implantado. Lo demás es matemática simple. En Inglaterra, por ejemplo, donde la píldora del día después se distribuye desde 1984, se producen 200.000 embarazos no deseados al año y es el país de Europa occidental con la tasa más elevada de embarazos adolescentes (ver noticia). De acuerdo con información oficial de ese país, entre 1992 y 2000 el número de recetas de la píldora del día después aumentó en un 249% para menores de 16 años y en un 321% para las adolescentes de 16 a 19 años. Sin embargo, las tasas de embarazos y de abortos permanecieron prácticamente iguales, mientras que las enfermedades de transmisión sexual aumentaron en un 58%.

En España los datos no son más alentadores, en los últimos diez años el número de adolescentes embarazadas se ha duplicado y con la aprobación de la píldora del día después en el año 2001, la tasa de abortos en lugar de disminuir ha tenido un alarmante incremento, especialmente entre las jóvenes menores de 20 años.

Para no ir más lejos, entre 1990 y 2000, Profamilia, la filial de la IPPF en Colombia distribuyó en este país más de 47 millones de ciclos de píldoras anticonceptivas, 57 millones de condones y aproximadamente medio millón de anticonceptivos inyectables. Pero tal parece que toda esta invasión de “sexo seguro” no fue suficiente para impedir que las tasas de embarazo adolescente prácticamente se duplicaran, pasado de un 11% en 1990 a un 19% en el año 2000. En enero de 2001, otra vez Profamilia, trajo a Colombia la halagadora promesa de la “anticoncepción de emergencia” como una forma de reducir los embarazos no deseados y de ese modo evitar el aborto. Lanzó al mercado el fármaco Postinor 2, que sólo en ese año vendió 115.000 unidades y en 2002 multiplicó sus ventas a 215.000 ¿y cuál ha sido el resultado? Un Gobierno alarmado por el aumento de los embarazos en adolescentes, que ante el desastroso balance de las campañas emprendidas ahora decide tirar la casa por la ventana para darle a los colombianos más de lo mismo. ¿Tiene lógica esto? No. Entonces, ¿por qué empeñarse en repetir una estrategia que no ha dado resultado?

Lo que habría que preguntarse es quién va a ser el gran ganador de esta campaña, ya que a juzgar por la experiencia no van a ser precisamente los jóvenes, que inocentemente se tragarán una vez más el cuento del “sexo seguro” y verán enardecidos sus ánimos ante la arenga de romper tabúes de otros tiempos (cuando paradójicamente el único tabú que existe hoy es hablar de castidad, quizá porque la castidad es gratuita). ¿Quiénes se van a llenar entonces los bolsillos con la ingenuidad de los adolescentes? Probablemente más de uno. Lo que no deja de ser curioso es que sea Profamilia quien haga en Colombia el estudio 1 del cual se derivan las políticas de salud sexual y reproductiva y que, al mismo tiempo, sea esta institución quien provea los servicios que según el mencionado estudio pide a gritos el país. En el caso de esta nueva campaña contra el embarazo adolescente se está promoviendo la píldora del día después como la panacea para resolver el problema. Lo que no se ha dicho es que en la actualidad la única licencia para vender este fármaco en el país la tiene precisamente Profamilia, que en 1999 firmó un contrato de exclusividad de diez años con el laboratorio Gedeon Richter para distribuir el Postinor 2.

Que este tipo de campañas sirvan o no, eso parece no importar. Lo que sí está claro es que el mercado de la anticoncepción vende como pan caliente y que el “sexo seguro” más que darle seguridad al sexo es un negocio seguro.

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Nota
1
Cada cinco años PROFAMILIA, con el apoyo de entidades internacionales como UNICEF y USAID, lleva a cabo la Encuesta Nacional de Demografía y Salud - ENDS,. Los datos que ofrece constituyen la principal fuente de información en este campo a nivel nacional. La ENDS más reciente se elaboró en el año 2000 y con base en ésta se formuló la política actual de salud sexual y reproductiva.