Una residencia de ancianos donde estaba previsto no aplicar la eutanasia

Con el paso del tiempo, sin embargo, la relajación de la Junta directiva cede a la presión de algún paciente contra el parecer de uno de sus miembros.

Juan Carlos Martín

 

 

 

 



Los hechos a pesar de las normas

La vida misma

        Adolfo es miembro de la junta directiva de la residencia geriátrica "Nuestra Casa". Se fundó con el propósito de ofrecer a los ancianos unas atenciones humanas muy esmeradas en el marco de una asistencia médica avanzada, que les ayudaran a afrontar su situación sin plantearse la eutanasia. Desde hace varios años la eutanasia está legalizada en ese país bajo ciertas condiciones, y hay además una creciente presión en los medios de comunicación para que llegue a considerarse socialmente como práctica normal.

        Los estatutos de "Nuestra Casa" establecen que no se puede practicar allí la eutanasia: si alguien la solicitara, debería abandonar la residencia. Sin embargo, con el paso del tiempo cada vez es más difícil llegar a un acuerdo entre los miembros de la directiva cuando se presentan estas situaciones.

        Uno caso reciente ha sido el de Ricardo, que había solicitado la eutanasia a su médico de cabecera, el cual estaba dispuesto a practicarla. Ricardo parecía decidido, pero Adolfo, por la experiencia con otros enfermos terminales, pensaba que su decisión estaba motivada en gran parte por la falta de atenciones de la familia. Por eso había pedido al hijo de Ricardo y a su hermano que intervinieran. Lamentablemente habían reaccionado con frialdad. Dicen que sólo pueden visitarle de vez en cuando y que respetan su libre decisión.

Dificultades y desenlace

        Ante la actitud de los familiares, Adolfo procuró que Ricardo recibiera atenciones especiales por parte del personal de la residencia. No obstante, cuando le visitaba el médico de cabecera, Ricardo le seguía diciendo en ocasiones que no deseaba vivir. Pero a la vez, no quería de ningún modo cambiar de residencia.

        Adolfo sabía que no era necesario el consentimiento de la dirección de la residencia para que el médico de Ricardo, contando con la intervención de otros dos médicos, cumpliera los requisitos legales para practicar allí mismo la eutanasia, en caso de que Ricardo lo pidiera formalmente y los familiares atestiguaran que lo hacía con libertad. Por esto, Adolfo había planteado al consejo de dirección, en aplicación de los Estatutos, la decisión de invitar a Ricardo a abandonar la residencia, o de obligarle legalmente a hacerlo si él se negaba. Sin embargo, los demás miembros de la dirección no lo habían aprobado. Según ellos no era necesario llegar a ese extremo; bastaba, para cumplir los estatutos, recordar formalmente a Ricardo que allí no se practicaba la eutanasia. Después, si a pesar de todo lo hacía, no era culpa suya ni estaban incumpliendo los estatutos.

        Estas divergencias habían sido conocidas fuera del ámbito de la dirección. Entre otros, por el médico de Ricardo. Adolfo no podía probar que hubiera alguna relación con el hecho de que pocas semanas después la eutanasia fue practicada con Ricardo.

Pensando después

Interrogantes:

        Ante esta situación, que ya se ha presentado otras veces, Adolfo acude a don Rufino, sacerdote amigo, pidiendo consejo. Se plantea qué conducta es la más adecuada en su caso para combatir la eutanasia: si conviene que dimita –no tendría problemas para hacerlo–, o bien que continúe en su lugar y, en qué condiciones: ¿qué enseñanzas u orientaciones recientes del Magisterio pueden señalarse sobre el tema de este caso?

La cuestión de la total autonomía de la persona para decidir su muerte

Así es la vida:

        La justificación que se quiere utilizar y presentar a la opinión pública en relación con la legalización de la eutanasia solicitada, está constituida sustancialmente por dos ideas fundamentales: el principio de autonomía del sujeto, que tendría derecho a disponer, de manera absoluta, de su propia vida; y la convicción, más o menos explicitada, de la insoportabilidad e inutilidad del dolor que puede a veces acompañar a la muerte. Una tercera idea, aducida en ocasiones, es el gasto público, considerado insostenible e inútil frente a la prolongación de ciertas enfermedades (Cfr. Academia Pontificia para la vida. Respetar la dignidad del moribundo. Consideraciones éticas sobre la eutanasia, 9-XII-2000).

        A) En relación con el principio de autonomía, con el que a veces se quiere exagerar el concepto de libertad individual, se puede decir lo siguiente:

        a) Que nunca puede justificar la supresión de la vida propia o ajena: "En efecto, es una desobediencia grave a la ley moral, más aún, a Dios mismo, su autor y garante; y contradice las virtudes fundamentales de la justicia y la caridad. `Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo´(CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Decl. Iura et bona, sobre la eutanasia. 5.V.1980). Cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos los demás en el derecho a la vida" (Evangelium Vitae nº 57).

        Es un error plantear la cuestión como un enfrentamiento entre el derecho a la vida y la libertad para hacer con ella lo que quiero. ¡Cómo invocar la libertad para suprimir la vida humana, si aquélla procede de ésta! Destruir la vida es destruir las raíces de la libertad. Una parte no puede valer mas que el todo. No tiene sentido invocar la libertad para acabar con lo que me hace libre.

        b) Por otro lado, en la eutanasia solicitada, tanto homicida como suicida, es incorrecto hablar de autonomía o de libertad individual, porque ésta se encuentra limitada por la propia enfermedad. Se ha suscitado, un tanto artificialmente, la oposición entre "suicidio racional", es decir, no vinculado a ninguna causa patológica y, por tanto, mera consecuencia de un acto libre y responsable, y "suicidio patológico", motivado por trastornos psicopatológicos, que de no existir, probablemente el suicidio no se habría producido. En este segundo caso, nadie habla de un acto racional y libre y, por tanto, la libertad individual no podría ser invocada.

        Pero tampoco existe esta libertad verdadera en el llamado suicidio o petición de eutanasia racional, porque muchos factores presentes: ausencia de sentido de la vida; presencia de cierta desesperanza -aunque no sea patológica o no pueda demostrarse su vinculación con la psicopatología- que hace insufrible la vida; la insatisfacción vital; la ausencia de motivaciones; el sentimiento de inutilidad ante el peso de la edad, etc., influyen y mucho en la decisión de la persona que pide morir.

        Como se suele decir, la persona que demanda la muerte tiene un problema, o muchos problemas, y lo que hay que hacer es intentar solucionarlos, no darles un apoyo legal.

El engaño del dolor insoportable         B) Sobre la insoportabilidad e inutilidad del dolor que puede acompañar a la muerte se puede decir lo siguiente: en primer lugar, que hoy por hoy se debería hablar de un dolor "curable" con los medios adecuados de la analgesia y unidades de dolor y con los cuidados paliativos; en segundo lugar, que las posibles peticiones de muerte por parte de personas que sufren gravemente, como demuestran las encuestas realizadas entre los pacientes y los testimonios de clínicos cercanos a las situaciones de los moribundos, casi siempre constituyen la manifestación extrema de una apremiante solicitud del paciente que quiere recibir más atención y cercanía humana, además de cuidados adecuados, ambos elementos que actualmente a veces faltan en los hospitales (Cfr. Academia…o.c.). Y como indica este documento, "podemos preguntarnos si, bajo la justificación de que el dolor del paciente es insoportable, no se esconde más bien, la incapacidad de los "sanos" de acompañar al moribundo en la prueba de su sufrimiento, de dar sentido al dolor humano -que, por lo demás, nunca se puede eliminar totalmente de la experiencia de la vida humana- y una especie de rechazo de la idea misma de sufrimiento, cada vez más difundido en nuestra sociedad donde domina el bienestar y el hedonismo" (Academia…o.c.) El rechazo del sufrimiento suele conducir al rechazo de los que sufren.
Estudio económico

        C) Finalmente, frente al excesivo gasto público que, se dice, genera este tipo de enfermos, cabe dar un dato: un estudio sobre lo que costaría en EE.UU. atender a los pacientes que se practica la eutanasia en Holanda, llegó a la conclusión de que sólo supondría el 0.017 % del gasto médico de aquel país. Por lo tanto, el interés por la eutanasia no está en el dinero que ahorra.

Para el caso concreto

        El consejo que se puede dar a Adolfo es que espere a comprobar las consecuencias que en la residencia geriátrica tiene esa primera eutanasia aplicada:

        a) Puede suceder que la reacción del resto de ancianos y sus familias, al enterarse del modo en que ha muerto Ricardo, obligue a la junta directiva a cumplir los estatutos de "Nuestra Casa" y que, por lo tanto, no se practiquen mas la eutanasia. En este caso, habría que aconsejar a Adolfo que permanezca en su puesto y que influya, en la medida de sus posibilidades, en esta dirección.

        b) Pero cabe también la posibilidad de que, pese a los esfuerzos de Adolfo, la práctica de la eutanasia vaya generalizándose en la residencia. En este caso, habría que aconsejarle que dimita de su puesto en la junta directiva, por sus propias convicciones y por el riesgo de que su permanencia pudiera ser ocasión de escándalo para algunas personas que conocieran su estilo de vida y sus ideas.

 

BIBLIOGRAFÍA
I y III.
- CONGR. PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Instrucción Redemptionis Sacramentum, 25-III-2004, nn. 1-13, 14-35 y 36-47.
- Intervenciones del Card. FRANCIS ARINZE (Prefecto de la Congr. para el Culto divino y la Disciplina de los Sacramentos) y de ANGELO AMATO en la Presentación de la Instr. Redemptionis Sacramentum, 23-IV-2004.
II.
- JUAN PABLO II, Carta a los ancianos, 1-X-1999, n. 13.
- PONTIFICIO CONSEJO DE LA PASTORAL PARA LOS OPERADORES SANITARIOS, Carta a los operadores sanitarios, 1994, nn. 115-117, 125-127, 130-138, 147-150.
- ACADEMIA PONTIFICIA PARA LA VIDA, Respetar la dignidad del moribundo. Consideraciones éticas sobre la eutanasia, 9-XII-2000.