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Los tratados de Medicina siguen afirmando que el inicio de la vida humana ocurre en el momento de la unión entre el óvulo y el espermatozoide. Hasta los grandes defensores del «derecho ilimitado» de la mujer al aborto están de acuerdo con esta definición. Por ejemplo, cuando se le ha preguntado al profesor y filosofo Peter Singer defensor del «derecho al aborto»: «¿Para usted cuándo comienza la vida?», ha respondido: «No tengo dudas sobre el hecho de que la vida comienza en el momento de la concepción» (ALIÁS Estado de S.P, 23/01/2005 J3). Debemos tener presente que no existe posibilidad de duda acerca del inicio de la vida humana. La cuestión, por como es presentada en los medios de comunicación, confunde o disminuye el impacto del hecho de proponer la interrupción o la manipulación de una vida humana.
Esta afirmación deriva de una valoración del porcentaje de posibilidad de éxito de gestación en el caso de que estos embriones fueran implantados. Visto que la probabilidad de éxito disminuye con el tiempo, en general se establece este término. La literatura mundial, sin embargo, ha publicado noticias relativas a casos de niños nacidos perfectamente sanos tras haber sido implantados en el útero aún habiendo permanecido congelados por más de tres años cuando eran embriones. El problema es el proceso mismo de la fecundación «in vitro» con todas sus consecuencias, incluido ese «exceso» de embriones congelados. Es una vida humana congelada que puede o no desarrollarse en el futuro. Esta argumentación utilizada para dar luz verde a la investigación en embriones es engañosa. Podríamos compararla a una afirmación totalmente carente de ética como la siguiente: «Los experimentos científicos llevan a la muerte clínica a personas adultas. Vamos a usar sus órganos para trasplantes y a acabar de matarlas, porque no volverán a vivir, sin tener en cuenta los experimentos que han provocado la muerte».
Hay concomitancia de varias situaciones: a) personas que piensan que a la Ciencia todo se le debe permitir y que nada puede frenar un posible descubrimiento; los progresos de la investigación no podrían ser interrumpidos; b) científicos que desean «superar» a otros países en el progreso científico y aspiran a recibir fondos para la investigación; c) personas que tienen el interés económico y social de «deshacerse» de los embriones congelados que requieren un coste para ser mantenidos (con o sin posible lucro derivado de la venta); d) personas que se han convencido de que estas células pueden proporcionar tratamiento para enfermedades terribles e incurables; e) personas que luchan por prestigio político y explotan ciertas situaciones para reclamar la atención de la población; f) personas que utilizan cuestiones como éstas, en las que se camuflan el aborto y la eliminación de la vida humana, para conquistar cada vez más espacio y llegar a la legalización del aborto sin condiciones, en cualquier momento de la gestación; g) personas que desean cambiar los valores fundamentales de nuestra sociedad y que manipulan a los demás.
Muchos científicos que obtienen resultados positivos utilizando células estaminales adultas no consideran adecuada la investigación en células embrionales. La euforia ha sido manifestada más bien por personas ajenas a la profesión. Los mismos defensores de esta práctica, sin embargo, junto al entusiasmo por la victoria conquistada, se han apresurado a afirmar que no se puede prever exactamente hasta qué punto se llegará con las células embrionales, si serán utilizadas y cuándo podrán serlo. Según muchos científicos empeñados en la investigación en este sector, el entusiasmo provocado por el resultado de la utilización de células estaminales adultas no justifica en modo alguno la insistencia en la necesidad de la utilización de células embrionales, que no han permitido hallar ningún resultado positivo. Al contrario, han dado señales de peligro, como el riesgo de provocar tumores por su crecimiento desordenado. Se pueden obtener aún muchos resultados (¡y hay muchas maravillas por descubrir!) con la utilización de las células estaminales adultas, que no destruyen vidas humanas y ya han permitido alcanzar grandes conquistas terapéuticas. | |
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