Tolerancia cero con la mentira en la investigación científica

Hwang Woo Suk
[A finales de mayo los medios informaron por extenso sobre el experimento realizado por científicos coreanos dirigidos por Hwang Woo Suk. Los titulares destacaban una y otra vez que se habían obtenido embriones humanos por clonación. Se completaba la información con la opinión de expertos internacionales que juzgaban convincente el experimento coreano y lo consideraban un salto exponencial en la investigación científica.
ARGUMENTS Noviembre 2005
El engaño acabó por saberse         Ahora se ha sabido que Hwang Woo Suk mentía y los científicos no toleran la mentira: tolerancia cero con el engaño. Si ha mentido en el modo de conseguir los óvulos, también ha podido mentir en el tipo de experimentación que está desarrollando y en los resultados obtenidos. Ha pasado de ser un ídolo en Corea y un pionero en la investigación científica, a ser considerado simplemente como un mentiroso del que no te puedes fiar ni un pelo.

        Y el asunto no debe ser de poca monta porque su socio norteamericano desde hace casi dos años, el investigador principal Gerald Schatten, de la Universidad de Pittsburgh, acusó a Hwang de graves irregularidades en el modo de conseguir los óvulos y le ha abandonado de la noche a la mañana, teniendo que abandonar a la vez, lógicamente, buena parte de los resultados de su investigación durante los últimos veinte meses. Nadie hace esto sin una causa muy grave.

        La prestigiosa revista científica británica Nature (Nov. 2005) ha publicado varios artículos mostrando las graves irregularidades cometidas en Corea y las mentiras de Hwang: éste no ha tenido más remedio –después de negar todo en un primer momento– que confesar la verdad, o al menos parte de la verdad, porque ahora nadie se fia de él; también ha tenido que dimitir de todos sus cargos.

        Ya en el mes de mayo de 2004, un artículo de Nature (429, 3; 2004) llamó la atención sobre el posible procedimiento seguido por Hwang para obtener óvulos, al parecer de dos jóvenes colaboradoras de su laboratorio; una de ellas así lo manifestó a Nature, concretando además que lo había hecho en el Hospital MizMedi de Seul. Más tarde se retractó de su anterior declaración.

Porque se prestaría injustas presiones sobre las mujeres

        La obtención de óvulos es un procedimiento invasivo y doloroso que requiere la inyección de múltiples hormonas. Entre los investigadores científicos está excluido utilizar a las ayudantes jóvenes como donantes (sea de modo voluntario o con pago, como parece que ha sido este caso según declaración del director del Hospital MizMedi), entre otras motivos evidentes porque se presta a abusos de todo tipo por parte de los investigadores principales. De ahí el interés de Hwang por negar los hechos; y de ahí también su dimisión al ser conocida su mala práctica y sus reiteradas mentiras.

        Hwang pidió excusas por negar en repetidas ocasiones que algunos de los óvulos procedieron de jóvenes investigadoras de su equipo; dijo lamentar haber hecho declaraciones engañosas al preguntársele si los óvulos se obtuvieron de mujeres científicas por medios poco éticos.

        Pero, sobre todo, lo que se subraya en los medios científicos es que se trata de mala práctica profesional porque atenta contra todos los códigos médicos, en especial la Declaración de Helsinki de 1964, reiterada y ampliada en los años siguientes hasta ahora. En ella se dice, entre otras cosas ya mencionadas más arriba, que: "Toda comercialización de óvulos, semen o embriones en compra o venta es expresamente condenado por la Asociación Médica Mundial." ]

 

Publicamos el texto de Pilar Cambra en su blog "De Calle" (Expansion.com).

Pilar Cambra

        "Centrado como estaba en los esfuerzos científicos, tal vez no he visto los aspectos éticos relacionados con mi trabajo"... Quien esto afirma no se dedica a barrer las calles, a vender bufandas ni a poner medias suelas en los zapatos; tareas, todas ellas, honorables y necesarias, que también tienen su propia ética profesional...

        Pero no: quien esto asevera, al tiempo que presentaba su dimisión de varios cargos públicos y como director de la Fundación Mundial de Células Madre, es el científico coreano Hwang Woo-suk, famoso en todo el Planeta Tierra por ser el primero que clonó seres humanos... Es, sencillamente, aterrador: que el señor Hwang Woo-suk estuviera tan enfrascado entre probetas y cultivos como para quedar cegado ante los "aspectos éticos" de su trabajo –el que tiene, precisamente, un máximo de connotaciones éticas– te mete un frío horrorizado hasta la médula de los huesos...

        El drama que protagoniza el científico coreano – y, tal vez, la humanidad entera por su culpa– tiene tres actos.

I Acto: La Presión

        A mediados de este mes de noviembre, uno de los colaboradores más cercanos de Hwang Woo-suk, el biólogo estadounidense Gerald P. Schatten, acusaba al coreano de violar las normas éticas fundamentales de la comunidad científica para obtener los óvulos a partir de los cuales se desarrollaron los primeros embriones clonado. Schatten afirmó que Woo-suk "consiguió los óvulos de una joven científica que trabajaba en su propio laboratorio. Esta es una práctica inaceptable, según el código de normas bioéticas con el que trabajan la mayoría de los científicos del mundo, ya que, pare evitar posibles actos de presión o de coacción, se supone que un investigador jamás debe obtener óvulos de una subordinada".

II Acto: La Transacción

        Pocos días más tarde, otro colaborador de Woo-suk, el responsable del hospital MizMedi en Seúl, Roh Sung-il, encargado de suministrar óvulos al equipo de Hwang en 2002, confesó públicamente que entregó unos 1.500 dólares a cada una de las 16 mujeres donantes. Hwang, el clonador, replicó que "todas las donantes fueron mujeres sin ninguna vinculación con el laboratorio, que se ofrecieron voluntariamente y de forma altruista para participar en la investigación".

III Acto: La Dimisión

        Hoy, 24 de noviembre, Hwang Woo-suk, convoca una rueda de prensa en la que anuncia que deja todos sus cargos y admite que "utilizó a colaboradoras pertenecientes a su equipo para sus experimentos con óvulos". Woo-suk pidió perdón tras confirmar "las noticias trágicas y embarazosas –son palabras del propio científico– referidas a la utilización de los óvulos de dos jóvenes investigadoras de su equipo".

        Y, finalmente, pronunció esa frase que, como diría Jorge Luis Borges, podría figurar en la Historia Universal de la Infamia: "Centrado como estaba en los esfuerzos científicos, tal vez no he visto los aspectos éticos relacionados con mi trabajo".

        ¿Por qué?, ¿por qué Hwang Woo-suk se vio afectado por una ceguera total que le impedía ver los aspectos éticos de su trabajo?... Nosotros, los seres humanos del siglo XXI, sentimos un respeto casi reverencial por la Ciencia, uno de las grandes diosas del Panteón contemporáneo. Los científicos reciben un culto que roza la idolatría... Los científicos son nuestros salvadores, nuestros nuevos mesías, aquellos que pueden hacer realidad la eterna – y siempre falsa– promesa de "seréis como dioses". Los científicos nos parecen infalibles, filantrópicos, altruistas, benefactores de la humanidad. Algunos –muchos, cientos, miles– científicos son así, por supuesto... Pero también hay científicos que, entre probeta y cultivo, sueñan con el poder, o con la fama, o con el dinero, o con las tres cosas a la vez. Y, para convertir ese sueño en realidad – las fortunas que, hoy, están en juego en los laboratorios alcanzan cifras inimaginables–, hay científicos que, como Hwang Woo-suk, no dudan en hacer juegos malabares con la ética. La ética, para ellos, no tiene más importancia ni valor que la basura que, cada día, se arroja a los cubos esterilazados de sus laboratorios