Los médicos la prefieren porque no es preciso declararla al Ministerio fiscal.
Holanda descubre la sedación terminal como alternativa a la eutanasia
Holanda está en camino de regular la sedación terminal paliativa como alternativa a la eutanasia. El descubrimiento y la aplicación tardía, en comparación con otros países, de la medicina paliativa y el recelo de los médicos a las implicaciones jurídicas que siempre trae consigo la eutanasia, han estabilizado su práctica.
Carmen Montón
El hombre en busca de sentido
Viktor E. Frankl

 

 

 

 

Varios factores la impulsan

 

Amsterdam

        Los médicos acusan también la falta de libertad en su actuación cuando el paciente exige la eutanasia como un derecho. Este derecho no contempla el del médico a negarse a colaborar. En otros casos, el paciente se arrepiente de lo que había firmado en otro tiempo y entonces es la familia quien lo exige.

        El hecho de que Holanda fuese el primer país en despenalizar la eutanasia ha extendido la aceptación del principio de que cada uno puede disponer de su vida. Pero el número oficial de casos de eutanasia activa, 3.500 anuales, no ha aumentado desde hace cuatro años. Los médicos utilizan cada vez más la morfina para paliar el dolor de enfermos en fase terminal, o para adelantar el desenlace. En las farmacias la venta del fármaco que se utiliza para la sedación paliativa ha pasado de doscientas unidades en el año 2000 a tres mil quinientas en 2005, cifras que no incluyen su uso en los hospitales. O sea que esta cifra corresponde a su uso por el médico de cabecera.

        Como la sedación terminal paliativa no se considera eutanasia, sino un acto médico, el profesional no debe declararlo al Ministerio fiscal, lo que sí ocurre en caso de aplicación de la eutanasia. Holanda ha tardado más de 20 años en aplicar la medicina paliativa. Desde el principio hubo un freno consciente porque hubiese supuesto una barrera para el proceso de introducción de la eutanasia. Una vez que primero se toleró y más tarde se aprobó la eutanasia bajo los tres conocidos requisitos, se acabó el interés de los políticos por mantener el debate sobre la muerte a la carta.

        Sin embargo, en el mundo de la medicina no había terminado. Por un lado, sigue existiendo la amenaza de que la eutanasia se considere delito: el médico, al declarar en las actas de defunción que no se trata de muerte natural, siempre corre el riesgo de ser penalizado. Por otro, la petición de la eutanasia obliga a los médicos a hacer algo que a menudo no quieren por motivos de ética profesional, lo que les pone en un conflicto de conciencia.

        Ahora, el Colegio de Médicos está redactando un reglamento para que al aplicar la sedación terminal paliativa todo implicado sepa a qué atenerse. Se trata de una medida que disminuirá la aplicación de la eutanasia, pero sin abandonar la idea del derecho a poner el punto final a la vida.