Embrión en bárbara


Andrés Pérez Apablaza
Fuente: Mujer Nueva

Lo de toda la vida         "Un pequeño error al inicio se convierte en un gran error al final", decía hace más de 2.000 años el sabio Aristóteles, quien además de cerebro tenía un gran sentido común. Como se ve, tener mente de filósofo no siempre significa vivir en la constelación Q 22. Si pudiéramos preguntarle qué opina hoy de los jaleos bioéticos de nuestro tiempo, por ejemplo sobre el estatuto del embrión humano, no dudaría en decirnos esto mismo: "De un pequeño error en la comprensión del embrión al inicio, se puede generar un gran problemón al final". El problemón lo tenemos. Y por si fuera poco, la solución que dan ahora algunos legisladores, con votaciones a diestra y siniestra, no puede concluir bien, con un inicio ya erróneo, como vemos, muy "en bárbara".
Ingenuos a estas alturas, no         Aclaremos la cuestión, porque en esto ni los "expertos" están muy ciertos, a decir de documentos emanados con bastante publicidad. Un embrión es un ser vivo en su estado inicial, unicelular al inicio y pluricelular después. Después de la fecundación, que en estado natural ocurre en el seno de la hembra en el caso de los mamíferos, se genera un nuevo ser vivo, que vive en un estado especial, en un ambiente especial que lo protege hasta que nace, libre y feliz. ¿Cuál es el ambiente natural de este embrión, entonces? El seno de su madre. Para entender esto, basta aplicar sólo el sentido común, leer libros de embriología e ir al zoológico. El primer "problemón" vino de fecundar un óvulo no en su estado natural, sino en un laboratorio. Como un error engendra a otro, nos encontramos hoy con bancos llenos de embriones congelados, en espera de úteros misericordiosos o, digámoslo en frío y no con tanta piedad, de científicas manos que manipularán no embriones muertos (seamos sinceros) sino muy vivitos, que es cuando sirven. Pero para que la cosa no suene tan mal, se habla de descongelarlos y "dejar que sigan su curso natural". ¡Qué científica ingenuidad!
Las cosas como son

        Podríamos preguntarnos como Aristóteles, con un enunciado "en bárbara", qué ocurrirá con un embrión que, congelado y, por tanto, fuera de su ambiente natural, se deje descongelar. Simplemente se muere. La teoría de la generación espontánea hace tiempo que se dejó. Por tanto, si a un embrión lo saco de su estado natural y al pobre lo dejo vivir ahí afuera, responda, pues, el poco sentido común que tengamos. ¿No será que también nuestro cerebro, a decir de las declaraciones de tantos evolucionados países, estará "evolucionando" como los monos, hasta creer que los embriones se generan solitos, fuera del útero de sus madres? ¿No será que, en realidad, también habremos descongelado éste nuestro común sentido común para que siga su "curso natural", con la bárbara conclusión de lo único que se puede engendrar de tales posturas? ¡Que lo digan las noticias y los magistrados, como estamos viendo! De sus labios destilan a veces declaraciones sin sentido.

        En realidad sigue teniendo razón el sabio de Aristóteles: de un pequeño error al inicio, nos encontramos ahora, hasta el cogote, con un problema enorme a la mitad del camino. No quisiera ver la conclusión...