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Esto es justamente lo que quiere darnos a entender Jesús cargado con la cruz, que desde siempre «conocía lo que en el hombre había» (Jn 2, 25) y siempre lo conoce. Por esto Él debe ser en todo momento el más cercano testigo de nuestros actos y de los juicios que sobre ellos hacemos en nuestra conciencia. Quizá nos haga comprender incluso que estos juicios deben ser ponderados, razonables, objetivos dice: «No lloréis»; pero, al mismo tiempo, ligados a todo cuanto esta verdad contiene: nos lo advierte porque es El el que lleva la cruz. Señor, ¡dame saber vivir y andar en la verdad!
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